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Curiosidades
En España, hay un lugar que desafía las estadísticas y los tópicos. No está en la Costa del Sol, ni en la Comunidad Valenciana, ni en los populares municipios turísticos donde abundan los acentos británicos o alemanes. Este lugar, en cambio, se encuentra en el corazón de Castilla. A simple vista parece un pueblo más, de calles tranquilas y ritmo pausado, pero esconde un dato que sorprende incluso a los demógrafos: más de ocho de cada diez de sus habitantes son extranjeros.
Según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), este pequeño municipio encabeza el ranking nacional de localidades con mayor proporción de vecinos nacidos fuera de España. De los 399 habitantes censados, 325 proceden de otros países, lo que equivale a un 81% del total.
El lugar en cuestión es Fuente el Olmo de Fuentidueña, en la provincia de Segovia. Mientras otros pueblos de la España vaciada luchan por mantener abiertas sus escuelas o conservar una mínima vida vecinal, aquí la inmigración ha sido el motor inesperado de supervivencia.
Las causas de este fenómeno son múltiples. Los estudios demográficos apuntan al empleo agrícola como una de las razones principales. La zona ofrece trabajo estacional y oportunidades para familias que buscan estabilidad y vivienda asequible, algo difícil de encontrar en grandes núcleos urbanos.
Pero más allá del trabajo, la explicación tiene un fuerte componente humano: la llegada de una primera comunidad extranjera (procedente en su mayoría de Rumanía) generó una red de vínculos familiares y sociales que atrajo, con el tiempo, a nuevos compatriotas.
El resultado ha sido una transformación visible. En un entorno donde el éxodo rural parecía irreversible, la presencia extranjera ha devuelto actividad a los bares, ha llenado las aulas y ha reabierto negocios cerrados.
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