Cultura

La vallisoletana Raquel Villafañe debuta en la novela con 'Tres líneas de mi mano

La autora firmará ejemplares mañana domingo por la mañana en la caseta de la Librería Papiro-La Victoria dentro de la Feria del Libro de Valladolid

La vallisoletana Raquel Villafañe debuta en la novela con 'Tres líneas de mi mano
La vallisoletana Raquel Villafañe debuta en la novela con 'Tres líneas de mi manoLeticia Pérez/Ical

Dos años después de publicar ‘Relatos, al tren’, una recopilación de historias breves que vio la luz en la editorial Multiverso, y tras escribir ‘Cunas robadas’, una primera novela que finalmente decidió no publicar, la vallisoletana Raquel Villafañe ha alumbrado ‘Tres líneas de mi mano’ (El Lapicero Azul Ediciones, 18 euros). En su debut en la novela profundiza en la multiculturalidad que marca la España contemporánea, y realiza un llamamiento al entendimiento a través de las historias personales de Paula, Laura Mei y Ana, tres mujeres de procedencias bien diferentes, que se ven obligadas a bucear en sus orígenes y en sus raíces familiares para intentar encontrarse a sí mismas. Mañana domingo, la autora firmará ejemplares de 12.00 a 14.30 horas en la caseta de la Librería Papiro-La Victoria dentro de la 58 Feria del Libro de Valladolid.

“Quería destacar el amplio abanico de culturas y religiones que conforman el país, pero tomando como referencia a la mujer y la evolución de las familias. Por eso sitúo sus orígenes en tres países bien distintos: España, China y Marruecos, este último como representante de la cultura islámica, para ver cómo han ido evolucionando a lo largo del pasado siglo”, relata en declaraciones a Ical. Sus protagonistas, apunta, son mujeres “condicionadas por la historia y la evolución de cada uno de sus lugares de origen, que al final confluyen en un mismo punto de unión, en una misma mano”, señala.

En su novela intenta también reivindicar la voz femenina, tan silenciada durante siglos, con tres puntos de partida diferentes: Medina de Rioseco en 1932, Wuhan en 1915 y Tetuán en 1941. “Quería hacer notar que en setenta años, en España, el cambio de la mujer ha sido brutal. La novela parte de la Segunda República, con el primer intento de Ley de Divorcio, y acaba en 2005, cuando la mujer es libre para trabajar y divorciarse, y tiene independencia económica y del marido, algo que era impensable un siglo atrás. En China la evolución es también brutal, pero muy mediatizada por Mao Tse-Tung, un líder que está bastante idealizado pero que hizo muchísimo daño a ese país. Y Marruecos aparece como contrapartida, por la escasa evolución o la regresión que ha experimentado, ya que la única forma de avanzar es salir de allí”, argumenta.

‘Tres líneas de mi mano’ funciona también como una reflexión sobre el poder de la narración, ya que las tres protagonistas responden de maneras bien diferentes al reto que lea plantea otra mujer, al lanzarles el desafío de contar sus respectivas historias, desde tres o cuatro generaciones antes. Para “buscar el dinamismo en la lectura” y ofrecer tres perspectivas diferentes, Villafañe hace que cada una de ellas se apoye en una forma de narrar diferente. Así, en el caso de Paula su historia se va desvelando a través de diálogos; mientras que con la historia de Laura Mei se apoya en diálogos internos, y en Ana se combinan estilos de una forma “más dinámica”. “Lo que busco es captar la atención del lector y que llegue hasta el final, porque creo que merece la pena”, explica.

Al margen del proceso de documentación que se ha visto obligada a realizar para ambientar la vida de sus tres protagonistas, Villafañe ha tenido que enfrentarse al reto de todo debutante en la novela: “Te cuesta convertir en palabras tus ideas, porque una cosa es pensarlo y otra cosa es que, cuando lo relees, hayas dicho lo que en realidad querías decir. Eso es lo más complicado”, confiesa.

El resultado es una novela donde el peso recae en los personajes, mientras aparecen como telón de fondo realidades que, en el caso de España, van desde la primera Ley de Divorcio a la homosexualidad en el franquismo, la falange española, el sida o el ácido. “Yo creo que es una novela amable, fácil de leer y que está bien construida, con una estructura original”, confiesa antes de sentenciar: “Merece la pena leerla porque siempre se aprende algo”.