Salud

Diario de una cuarentena con niños: Día 5

Día V: El teletrabajo con niños es una entelequia

El coronavirus nos ha obligado a volver a ser familia y pasar tiempo con nuestros hijos cuando nos quejábamos de la conciliación
El coronavirus nos ha obligado a volver a ser familia y pasar tiempo con nuestros hijos cuando nos quejábamos de la conciliaciónLa Razon

Hace dos semanas mi amiga Gaia, que vive en Milán, me hacía reír a carcajadas cuando me explicaba su intento de teletrabajar con niños en casa. Me contaba que estaba haciendo una videoconferencia internacional con un jefe de Canadá, cuando de repente apareció su hijo pequeño (2 años) desnudo y llorando porque se había hecho pipí encima. Mientras intentaba calmar al niño y al jefe, explicándole que le están quitando el pañal, apareció el mayor (4 años), también en cueros y berreando porque le picaba el “pito”. Gaia lloraba cuando me lo contaba y yo no podía parar de reír imaginando la escena.

Tengo un amigo que le gusta decir que el Señor tiene un bastón que pega sin hacer ruido. Pues ayer a mi me molió a palos.

Además de hacer este diario, resulta que escribo temas de salud. Dejé la información política hace dos años porque es incompatible con ver a tus hijos. Aún recuerdo a la CUP, un partido que se define de izquierdas, convocando reuniones a las ocho de la noche, o plenos un domingo después del Día de Reyes para investir a Carles Puigdemont.

Una noche mi hijo mayor lloraba, fui a darle un abrazo y me dijo: “tú no, papá”. Ese día entendí que no podía seguir haciendo información política y llegando a las 23.00 horas a casa, pero esa es otra historia. Incluso, con el coronavirus, los horarios de salud son más conciliadores. Ayer, a las diez de la mañana, había una rueda de Prensa por vídeoconferencia para dar detalles de un ensayo pionero que arranca esta semana en Catañuña para frenar la transmisión del coronavirus. Mientras el médico e investigador Oriol Mitjà desgranaba el tratamiento y las compañeras de otros medios de comunicación empezaban a colgar un avance en Internet, yo tenía a una niña de tres años gritando: “Acompáñame al lavabo que he visto una hormiguita y tengo miedo”. Y a un niño de cinco que se apunta al musical con la cantinela de “tengo hambre”. Cuando logré calmarlos y volver a sentarme delante del ordenador, pensé que sería la última en lanzar un avance... pero suerte que mis compañeros, estaban ahí, aunque fuera a distancia, para echarme veinte manos. Primera lección aprendida: los freelance son superhéroes.

Cuando ya tenía la ampliación de la información casi acabada, de nuevo gritos. Intenté ignorarlos, me quedaba un minuto para actualizar la noticia. Pero los gritos se convirtieron en lloros. Se estaban pegando por un trozo de pan que les había dado para matar el hambre. Supongo que lo que querían era que les prestara atención. Entonces vi como mis manos de ponían verdes y peludas y como los botones de mi camisa saltaron por pos aires. Me había convertido en una especie del increíble Hulk. Me abalancé hecha una fiera sobre los niños y me los zampé. Y allí estuvieron, dentro de mi estómago una hora, como las siete cabritas en la panza del lobo, tiempo suficiente para terminar el trabajo. Cuando acabé, me abrí la barriga con unas tijeras y los dejé salir. Cosimos juntos el corte, mientras me contaban entusiasmados lo oscuro que estaba todo dentro de mi barriga. Los niños no pierden el entusiasmo ni en tiempos de coronavirus. Acabamos riendo. Lo único que querían era que les prestara atención.

Por la noche, padres y madres que teletrabajamos creamos un grupo de autoayuda. Hola, me llamo Montse y teletrabajo con niños.

PD: Estos días circula por la red una reflexión de un psicólogo italiano F. Morelli que viene a decir que el universo tiene su manera de devolver el equilibrio a las cosas según sus propias leyes cuando se ven alteradas. El coronavirus nos ha obligado a estar más con nuestros hijos, a volver a ser familia, cuando nos quejábamos de la conciliación. Tenemos una oportunidad para conocernos y aprender. Son tiempos también para parar y pensar.