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Coronavirus

“Los niños tienen necesidad de encontrarse con otros niños, salir a pasear con los padres no es lo más satisfactorio”

Los menores necesitan recuperar progresivamente la normalidad, familiarizarse con las novedades que el coronavirus va a traer

Confinamiento y salidas
Dos niños pasan la tarde en el paseo de la playaA.Carrasco RagelEFE

A muchos padres nos ha sorprendido la reacción de nuestros hijos tras la primera salida a la calle después de más de 40 días encerrados en casa. Las expectativas eran muy altas, tanto para unos como para los otros, y éstas en muchos casos no se han cumplido.

Pensábamos que nuestros menores iban a estar eufóricos por poder salir de casa y caminar al aire libre, pero no siempre ha sido así. En algunos casos casi que preferían renunciar a su hora de paseo diaria por falta de motivación, bien porque ya se sentían suficientemente a gusto y cómodos en casa o bien porque el plan no les resultaba del todo apetecible. Es obvio que no se puede generalizar y que las ganas de salir a la calle están muchas veces condicionadas por el carácter y la edad del niño, así como por las condiciones del confinamiento, pero se podría decir que en ocasiones “las prioridades marcadas a partir de la mentalidad de los adultos no siempre coinciden con las prioridades de los niños”, tal y como apunta Isabel Torras, profesora de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés y experta en infancia.

Es decir, “los adultos consideramos que los niños han de salir, caminar, disfrutar del aire libre y que les dé el sol, pero para ellos frecuentemente eso no es lo más importante. Salir a pasear con los padres no es lo más satisfactorio para muchos de ellos”, destaca Torras, quien recuerda que “habitualmente lo que tienen es necesidad de encontrarse con otros niños, con sus iguales, y participar en actividades conjuntas”. “Cada niño es un mundo, pero en situación normal, los críos pasan muchas horas al día con otros niños y además, por lo general, son muy corporales, necesitan tocarse más, puesto que, sobre todo los más pequeños, no tienen el lenguaje tan elaborado como los adultos, no saben poner palabras a sus emociones o su malestar, y se manifiestan a través de su cuerpo, son más actuadores y necesitan experimentar y expresar a través del cuerpo”.

En el caso de los menores adolescentes o pre adolescentes, ese anhelo por mantenerse conectados con los amigos, ese hambre de relacionarse responde más a una “necesidad de sentir que siguen perteneciendo y formando parte de un grupo con el que se sienten identificados”, comenta Torras, quien considera que “por ello, en esta situación de confinamiento, es importante y necesario darles un tiempo para que puedan conectar con los amigos a través de la tecnología”.

José Ramon Ubieto, profesor colaborador de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, también establece diferencias a la hora de afrontar esa hora de salida a la calle en función de la edad. A su entender, “la experiencia de la salida para los más pequeños es una oportunidad y además ellos son menos conscientes de lo que estamos viviendo así que no tienen miedo”, mientras que “para los niños de entre 8 y 14 años el salir a la calle no es del todo satisfactorio, porque necesitan más del juego y contacto con sus iguales y además ellos sí son conscientes de los riesgos y pueden tener cierto temor, un temor que es probable que también les hayan transmitido los padres”. Asimismo, no hay que olvidar que “los adolescentes habitualmente son reticentes a salir a pasear con la familia”. “Ellos quieren estar ocultos, no ser visibles, y en la actual situación de salidas vigiladas eso no es posible”. Sin embargo, Ubieto considera que incluso ellos, “a medida que salgan, se irán reconciliando con ello, ya sea por su propia naturaleza o por el hábito”

En definitiva, para Torras, lo ideal sería “poder encontrar un equilibrio entre lo que necesitan los menores en esta situación y las medidas sanitarias exigibles y recomendables en un momento como éste”, y eso seguramente no se concreta en permitirles salir a pasear con un familiar una hora al día. En cualquier caso, siempre que un niño se resista a salir de casa, excepto si existen motivaciones más allá de la pereza, la desmotivación o el miedo, es conveniente que los adultos le animen a hacerlo y en el caso concreto de aquellos que no quieren pisar la calle por temor a un posible contagio, es recomendable que sus padres procuren “transmitirle tranquilidad, serenidad y calma, porque al final los adultos somos el espejo en el que ellos se miran”. Eso sí, “siempre respetando la manera de ser de cada uno y si bien es adecuado que salgan, tampoco ha de ser necesariamente así”.

Ubieto apoya esta postura y asegura que “es bueno que los niños salgan y vayan familiarizándose con esta nueva situación con la que vamos a tener que convivir un tiempo”. “Los menores necesitan recuperar progresivamente la normalidad, familiarizarse con las novedades que el coronavirus va a traer”, constata Ubieto, para quien “los niños son muy resilientes y flexibles y se adaptan fácilmente, incluso se podría decir que tienen más facilidad para recuperar la normalidad que las personas mayores”.

Por todo ello, Torras considera que, aunque en ocasiones puede parecer lo contrario, “por lo general, los niños no tendrán ningún problema a la hora de volver a las aulas y recuperar su normalidad”. En la misma línea, José Ramon Ubieto considera que “los niños no tendrán problemas importantes para volver a la anterior normalidad y el que los tenga es porque ya tenía alguna patología previa”. En este sentido, Torras comenta que “a todos nos ha sorprendido la capacidad de los menores para adaptarse a la actual situación y considero que esa facilidad también la veremos cuando tengan que regresar al colegio, que además es algo que para ellos será satisfactorio y agradable porque, si algo estamos viendo en este confinamiento, es la importancia que tiene para ellos el mundo escolar, que se les presenta como una oportunidad de reencontrarse y compartir con iguales, de recuperar la normalidad, los horarios y las rutinas...”, augura Torras. Eso sí, tal y como ella misma pone de relieve, es posible que cuando se produzca ese regreso a las aulas, “los profesores y personal docente deberán dedicar un tiempo a hablar con los alumnos de cómo han vivido esta situación”, el estado de alarma y consiguiente confinamiento, “porque tendrán necesidad de sacarlo”.

Por último, Torras quiere dejar claro que todo el tiempo que los niños van a permanecer en casa, alejados de las aulas, “no es un tiempo perdido, ya que ello les puede aportar madurez y mayor espacio para la reflexión”. “Los niños tienen mucho sentido común y es un buen momento para ayudarles a activarlo”, indica la profesora, quien también aconseja a los padres recurrir al “sentido del humor para quitar hierro a esta situación”. “Es importante tener la capacidad de darle un poco de chispa a lo que estamos viviendo y reír juntos, dejarnos llevar y romper con el rol que solíamos tener para hacer un poco el payaso”. “Los niños son muy sensibles al humor y les ayuda a ver las cosas de otra manera”, concluye.