Verano
Campamentos de verano
Parece que también este año, pese a la sombra del coronavirus, habrá campamentos de verano, y podrán los niños disfrutar una temporada del contacto con la naturaleza. Que ese ha sido tradicionalmente uno de sus atractivos principales, y acaso el más valorado a la hora de elegir.
También el de más provecho para los niños, provenientes en su gran mayoría de un entorno urbano ajeno a los ciclos de la vida natural. Niños que a lo mejor no saben lo que es dormir al aire libre, ni han visto nunca de cerca una vaca o una oveja, ni son capaces de distinguir un pino de una encina.
Lo bien que le irá a estos niños acostumbrarse a andar por el monte, buscar las sombras en la hora del calor, beber agua en un arroyo, escuchar el canto de los pájaros, observar las peripecias de un insecto... Y aprender de paso algo de la vida en el campo: la importancia de mirar al cielo, el paso de las horas marcado por la luz del sol, los variados entretenimientos que la naturaleza ofrece para pasar el tiempo. Claro que no les vendría mal tampoco aprender además algo de vocabulario, los nombres de los pájaros, por ejemplo, y a distinguir siquiera algunos, los más comunes, y lo mismo los árboles, que les sonarán de haberlos visto y estudiado en los libros de la escuela, el roble o el gorrión, pero seguro que les cuesta identificarlos en la realidad.
Podrían hacerse así una idea de lo que fue la infancia campesina que conocieron y vivieron todavía en algunos casos las generaciones anteriores, la de los padres tal vez no, pero sí la los abuelos, que de niños tenían muchas veces que dejar de ir a la escuela para atender las labores del campo, y que en llegando a los catorce años se vieron obligados a ponerse a trabajar y olvidarse para siempre de los libros.
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