Ciudadanos
Elecciones en Cataluña: la supervivencia política de Arrimadas, en juego
Ciudadanos cambia de candidato con el objetivo de forjar una coalición constitucionalista que le permita salvar los muebles. Un mal resultado en el territorio que nació podría ser la puntilla para el proyecto
Sin tener en cuenta las elecciones en Galicia y el País Vasco, donde Ciudadanos nunca ha tenido una relevante implantación y sus resultados no se pueden tomar como referencia, la cita con las urnas en Cataluña se convertirá en el test más preciso para comprobar si la formación se mantiene en caída libre o realza el vuelo en la nueva etapa inaugurada por Inés Arrimadas como presidenta. De momento, las encuentas auguran un desplome, pero el partido naranja no pierde la esperanza y ha empezado a mover ficha para tratar de darle la vuelta a los malos pronósticos y salvar los muebles: ha situado a Carlos Carrizosa como candidato a la Generalitat en sustitución de Lorena Roldán.
La maniobra, que ha suscitado tanto elogios como críticas a nivel interno, parece del todo insuficiente porque, entre otras cosas, Carrizosa apenas ha tenido margen para proyectarse como presidenciable. El paso, que se daba por hecho desde hace semanas aunque no se concretado hasta ahora ante la inminencia de las elecciones, busca ir más allá y tiene como principal objetivo «facilitar» un acuerdo con el resto de partidos constitucionalistas, una apuesta que cada vez tiene menos acogida: el PSC se ha desmarcado desde el primer momento, mientras que el PP se aleja y ha cerrado prácticamente las puertas después de la experiencia en el País Vasco.
Si bien, el partido de Arrimadas tampoco descarta tratar de fraguar ententes con otros sectores del constitucionalismo: por ejemplo, con Manuel Valls, que, pese a que tiene prácticamente descartado concurrir a las elecciones catalanas, algunas voces próximas aseguran que tiene puentes de diálogo abiertos con Ciudadanos tras la ruptura que escenificaron en el Ayuntamiento de Barcelona –se han dividido en dos grupos municipales–. Lo cierto es que el exprimer Ministro de Francia es más próximo a Arrimadas que a su antecesor en el cargo, Albert Rivera.
El movimiento también tiene lectura en clave interna: Carrizosa es de la máxima confianza de Arrimadas, mientras que Roldán era una apuesta de Rivera y nunca ha terminado de convencer. En el grupo parlamentario de Cataluña tampoco ha generado suficiente consenso –ha habido división– y con el paso del tiempo se ha demostrado como una decisión precipitada tras ser nombrada candidata después de vencer en un proceso de primarias celebrado hace un año. El plan de Rivera era proyectar a Roldán como candidata con un perfil parecido al de Arrimadas, que tanto éxito ha dado al partido naranja en Cataluña -obtuvo una victoria histórica en las elecciones autonómicas del 21 de diciembre de 2017-.
El cambio, en todo caso, también ha devuelto las turbulencias internas: ha levantado de nuevo los reproches del sector crítico del partido, sobre todo, por el mecanismo empleado. Ciudadanos, que había hecho bandera de la democracia interna, ha apartado a Roldán tras ser votada por la militancia, mientras que ha situado a dedo a Carrizosa tras una reunión de la dirección.
Si bien, en líneas generales, también ha sido acogido con «optimismo» por buena parte de las bases, que creen que puede dar un impulso a la formación. Por múltiples motivos: Carrizosa, que ingresó en el partido desde su nacimiento, es diputado en el Parlament desde 2012 y se ha erigido en un respetado y destacado defensor del constitucionalismo tras haber adquirido un importante protagonismo en las citas más «históricas» que ha vivido Cataluña en los últimos años de «procés»; de esa trayectoria, precisamente, ha logrado forjarse y acreditar un perfil duro contra el independentismo, circunstancia que también permite al partido intentar taponar fugas de votos a Vox.
De su enfrentamiento con el independentismo en los momentos de mayor tensión del «procés» y de la impugnación al papel que han jugado en el pasado tanto PSC como PP con los partidos nacionalistas, Ciudadanos ha logrado catapultarse como partido político en Cataluña y, luego, en el resto de España. La autonomía en la que nació en julio de 2006 como respuesta al nacionalismo catalán de los gobiernos de Jordi Pujol y del tripartito (PSC, ERC e ICV) también puede convertirse en la plaza que pueda certificar su ocaso. Y es que un resultado malo en Cataluña, como apuntan muchas encuestas, tendría mucha visibilidad y un valor político suficiente para darle la puntilla al proyecto político que trata de reflotar Arrimadas.
Los sondeos apuntan a un descenso importante tras haber logrado ser la fuerza más votada en las anteriores elecciones autonómicas al conseguir 36 escaños: la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat –CIS catalán– le daba 19 parlamentarios, un resultado que, pese a registrar una importante caída, le permitiría salvar los muebles e inyectar ánimo al partido. En cambio, en caso de que haya «sorpasso» del PP, algo muy factible según los estudios demoscópicos, el partido de Arrimadas quedaría prácticamente destruido. Lo cierto es que tanto PSC como los populares tienen la oportunidad de recuperar el voto y el terreno perdido tras cinco años en los que el partido naranja se ha alzado como partido de referencia del constitucionalismo.
En este sentido, de cara a las elecciones, también cabe recordar el contexto. Por un lado, Ciudadanos tampoco podrá centrar todo su discurso en el «procés», que tanto rédito le ha dado, porque el actual marco surgido de la crisis del coronavirus ha dejado el desafío independentista en un segundo plano y ha puesto en el foco aspectos económicos y sociales. Ahí, el PP o el PSC están logrando hilvanar un discurso propio, mientras que Ciudadanos, pese a haber intentado reivindicarse como fuerza responsable y haber tendido la mano a la Generalitat con propuestas, no ha acabado de lograr tanta proyección en Cataluña.
Por otro lado, a la ahora de intentar ligar un acuerdo de coalición con el PP –una vez descartado el PSC–, su giro y acercamiento al Gobierno tampoco ayuda y aún menos si confirma esta nueva nueva línea estratégica con el apoyo a los Presupuestos Generales del Estado. Los populares creen, además, que bajo el actual contexto, un acuerdo con Ciudadanos sería perjudicial para ambas formaciones porque prevén una fuga de votos al PSC –en el caso del partido de Arrimadas– y una fuga de votos a Vox –en el caso del partido que lidera Alejandro Fernández en Cataluña–. Ante esta tesitura, se antoja muy complicado un viraje en los acontecimientos y todo parece indicar que el partido naranja tendrá que enfrentarse en solitario a unas elecciones que se erigen en una prueba de fuego para la supervivencia política de Arrimadas.
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