Libros
Una historia con la que humanizar a los Dalí
Un libro recupera la amistad de Joan Figueras con el pintor surrealista
Sobre Salvador Dalí se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo. Sin embargo, lo difícil es poder decir algo nuevo sobre el pintor más allá de los tópicos. Hace unos años el periodista de «El País» José Ángel Montañés tropezó con una historia relacionada con el genio de Figueres que había quedado en un segundo plano, convertida en nota a pie de página cuando no directamente olvidada. «El niño secreto de los Dalí», publicado por Roca Editorial, nos descubre la historia de Joan Figueres, el pequeño que se convirtió en prácticamente un miembro más en la casa de Gala y Salvador Dalí en Port Lligat desde 1948, cuando la pareja regresó definitivamente a España tras un periodo de peculiar «exilio». Joan fue el modelo para el Niño Jesús para la tela «La Madona de Port Lligat», el inicio de una serie de colaboraciones y de una prolongada relación con el artista y su musa que nos presenta su cara más humana e inédita.
El autor, en declaraciones a este diario, explicó cómo llegó a sus manos esta historia. «Un día llega a la redacción un fotógrafo con un par de imágenes que le han llamado la atención. Me las trae pensando si las había visto. En las dos aparece Dalí: en una jugando con espadas y en otra en la playa. En ambas salía acompañado de un niño. A partir de ahí empecé a estirar del hilo hasta acabar en Cadaqués. Sabía que la persona de la foto que aparecía con Dalí ya no estaba porque había muerto, pero logré el teléfono de su viuda. La llamé, le dije que quería que me contara su historia. Me pidió que me esperara porque antes quería comentarlo con sus dos hijas. Finalmente aceptó y empezamos a hablar», dijo Montañés.
A partir de aquí siguió un viaje que prolongó durante unos cinco años y medio, con una veintena de entrevistas, además de la consulta en varios archivos. De ahí sale un libro que es un rompecabezas que, como dice el autor, «había que montar. Es curioso que nadie de los que ha trabajado sobre Dalí hubiera sacado antes esta historia de Joan. El propio Ian Gibson, que prologa el libro, cuando fui a verlo a Madrid fue muy generoso porque me admitió que no tenía conocimiento de todo esto. La dificultad de Joan Figueres es que aparece en determinados momentos, pero nadie se había puesto a unir esos episodios o testimonios».
En un país en el que investigar es sufrir y donde cuesta mucho que te abran algunos archivos, el autor reconoce que ha sido difícil poder encontrar un sello en el que publicar el libro. Hasta siete editoriales le dijeron que no y, en algún caso, hasta sugiriendo que transformara todo lo reunido en novela. «Nadie creía en este tipo de libro. Su valor es que sea una historia real», apunta.
¿Puede ayudar este trabajo a dar una imagen distinta sobre un personaje sobre el que han pasado todo tipo de leyendas, en ocasiones falsas? José Ángel Montañés no puede olvidar que Joan «nunca se consideró hijo de Gala y Dalí. El libro si sirve de algo no es por la recuperación de Joan porque no fue nadie importante: él era un vecino de Cadaqués, un padre de familia. Pero la importancia de Joan es la pátina que le da a Gala y Dalí, una pátina que no han tenido nunca porque no se había visualizado al fomentar ellos una determinada imagen. Dalí decía que no odiaba a los niños, que no le gustaban. Con Joan era distinto porque no era un niño, era su niño al que educaron, al que enseñaron francés y a pelar la naranja con los cubiertos. De alguna manera era a quien habían modelado a su imagen y semenjanza. Tal vez ahora se podría ver a Dalí con otros ojos porque también tenía esa capacidad de querer que muchas veces le hemos negado».
Joan no solamente fue el modelo para «La Madona de Port Lligat» sino que también lo podemos encontrar haciendo de dos de los apóstoles de «La última cena» o de uno de los personajes de «La pesca del atún», además de otras pinturas y dibujos del genio de Figueres. Los Dalí pensaron mucho en él hasta el punto de acariciar la idea de adoptarlo, algo que no se pudo materializar y que queda debidamente explicado en este documentadísimo libro.
El pintor, quien siempre tuvo una asignatura pendiente con el cine tras sus colaboraciones con Luis Buñuel en su juventud, quiso convertir a Joan en el protagonista de «El alma», una película que debía estrenarse en el Festival de Venecia, pero de la que no se rodó ningún fotograma. Otro proyecto más que no pudo ser, pero que prueba el peso que el niño tuvo en la biografía humana y artística del padre de los relojes blandos.
Muchas veces se ha dicho que unas de las frases favoritas de Dalí era «prometre no fa pobre». Y a Joan Figueres le prometió la enciclopedia Espasa cuando él muriera. Pero en el testamento del pintor no apareció el nombre del chico ni de ninguna persona de su entorno. Todo fue a parar a manos del Estado como único heredero. Joan, como apunta Montañés, no reclamó jamás nada. Tampoco quiso conceder ninguna entrevista, pese a que después del fallecimiento del artista un medio francés llegó con la intención de pagarle a cambio de sus confesiones. No se benefició nunca de una amistad que le dejó un importante recuerdo y que merecía ser contada. Ahora ya la podemos conocer gracias al libro de José Ángel Montañés.
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