En Cataluña

La legislatura perdida: pocas leyes, muchos decretos y múltiples batallas

El Parlament sólo ha aprobado 32 leyes y la pandemia ha evidenciado las diferencias entre JxCat y ERC

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, durante su toma de posesión en 2018, en presencia del presidente del parlamento regional, Roger Torrent
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, durante su toma de posesión en 2018, en presencia del presidente del parlamento regional, Roger TorrentAlberto EstévezEFE

La legislatura más atípica de la Historia reciente ha llegado esta semana a su fin en plena víspera de las fiestas navideñas, con los catalanes aguantando la respiración ante las cifras de contagio de la segunda oleada de coronavirus y la convocatoria automática de elecciones fijada para el 14 de febrero. Domingo de carnaval, en pleno invierno y un mes después de las vacaciones. Una situación excepcional para una realidad política excepcional, plagada de enfrentamientos abiertos, poca acción parlamentaria y un consenso menguante en el seno del Govern. Ni la pandemia ha frenado las desavenencias entre JxCat y ERC, cada vez más insalvables y con el punto de mira puesto en el día después de los comicios.

La legislatura echó a andar con polémica y bajo el mantra independentista de la «restitución» tras el artículo 155: la investidura a distancia de Carles Puigdemont, que Roger Torrent (ERC), el presidente del Parlament desconvocó después de las advertencias del Constitucional, enervó a JxCat y supuso un antes y un después entre republicanos y postconvergentes. Un abismo en el minuto 1 de partido. El escenario, además, precipitó un alud de rumores y posibles candidatos –incluso un intento fallido de Jordi Turull antes de ser encarcelado– y culminó con la designación sorpresa de Quim Torra, el vicario de Puigdemont en el Palau de la Generalitat en mayo de 2018, con cinco meses perdidos desde los comicios.

El primer año estuvo marcado por la situación de los políticos presos –con mención especial al vodevil que se vivió en el Parlament entre JxCat y ERC por la sustitución de los diputados encarcelados–, las protestas en la calle coincidiendo con el primer aniversario del 1-O y las salidas de tono de Torra con los CDR –«apretad, apretad»– y la vía eslovena. 2019 siguió monopolizado desde el punto de vista del Govern y del independentismo por el juicio del «procés» y los disturbios consiguientes. De hecho, la prevalencia de la gesticulación por encima de la gestión ha sido la nota dominante de la legislatura, especialmente antes de la pandemia. Para prueba la propia inhabilitación del expresident, condenado por desobediencia por negarse a descolgar del balcón de la Generalitat una pancarta a favor de los presos. «Sí, desobedecí», admitió sin tapujos en el juicio.

El coronavirus ha sido el último antes y después entre JxCat y ERC: pese a poner por delante la gestión del día a día, ha agudizado las diferencias entre ambos socios hasta el punto de evidenciar su divorcio en el seno del Govern. En paralelo, el «procés» se ha ido desinflando en la calle con una desmovilización palpable en la Diada y en las protestas contra el Rey, el nuevo blanco de las críticas independentistas. Las encuestas también reflejan el hartazgo del electorado en este sentido: el rechazo a la ruptura de Cataluña con España se mantiene por encima del «sí» a la secesión desde marzo de 2019 La última encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat corrobora esta tendencia: el «no» ronda el 50% de apoyo –un 49,9%–, mientras que el «sí» se queda en el 45,1%.

Un cisma dentro del independentismo que también se ha visualizado en la estrategia a seguir con el Gobierno: mientras ERC ocupa un papel preferente tras haber pactado los presupuestos con el PSOE y Unidas Podemos e insiste con la mesa de diálogo, JxCat opta por la confrontación y el rechazo frontal en el Congreso.

A nivel legislativo, la legislatura ha sido accidentada y poco fructífera en el Parlament, sobre todo durante los dos primeros años: en total, se han aprobado 32 leyes y se han convalidado 67 decretos ley del Govern, ésta última la cifra más alta también por los efectos de la pandemia.

En concreto, la cámara ha validado 20 leyes impulsadas por los grupos parlamentarios y 12 por el Ejecutivo, entre ellas, eso sí, la ley de presupuestos de la Generalitat para 2020, primeras cuentas aprobadas en Cataluña desde 2017. Se trata de la segunda cifra más baja de la Historia reciente después del mandato anterior, capitaneado por Carles Puigdemont al frente de la Generalitat y con el estallido del «procés» en otoño de 2017. En cambio, si se compara la presente con la legislatura del tripartito de José Montilla, se ve la diferencia: durante este periodo el Parlament aprobó 97 leyes con un año más de margen. Y quedan pendientes otros aspectos como las renovaciones del Síndic de Greuges –el «defensor del pueblo»– o de la cúpula de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, el ente que gestiona TV3 y Catalunya Ràdio.

Sí que se han impulsado propuestas de resolución simbólicas y sin efectos jurídicos contra la Monarquía,y a favor de la autodeterminación y de la amnistía, tres desafíos del independentismo en la cámara. «En términos de gestión política, una legislatura perdida. Nunca había visto socios de Govern con los enfrentamientos actuales», resumió esta semana Alejandro Fernández (PP) .