Confinamiento
Cómo confinarse dentro de un centro comercial
El artista Michael Townsend vivió durante cuatro años con varios amigos en un edificio destinado a tiendas
¿Es posible vivir en un centro comercial? Y cuando decimos vivir no nos referimos a pasar unas horas hasta el cierre. Nada de eso. Hablamos de residir dentro hasta el punto de construir un apartamento entre las tiendas. Parece imposible, pero hay quien ha vivido allí durante cuatro años. Esta es la historia de una locura protagonizada por un grupo de jóvenes encabezados por un artista llamado Michael Townsend.
Nuestro protagonista es el creador del Tape Art, una técnica artística que consiste en la creación de obras, por lo general de grandes dimensiones, con cintas adhesivas como único material. De esta manera ha logrado trabajos impactantes, muchos de ellos obras efímeras que establecen un fuerte diálogo con la arquitectura.
Townsend nació en Boynton Beach, Florida, pero a partir de 1989 se vinculó con Providence, Rhode Island, con la idea de poder asistir a las clases de la Escuela de Diseño de Rhode Island. Fue durante su primera noche en la escuela, cuando junto con un grupo de compañeros empezaron a dibujar con cintas, Acababa de nacer el Tape Art y logrando una gran difusión hasta el punto que la compañía de cintas Marco le financió una gira por el país en 1995.
El 20 de agosto de 1999 se inauguraba en Providence un gigantesco centro comercial, el más grande que ha conocido Rhode Island. Fue una obra faraónica en la que se estuvo trabajando durante dos años, ubicada en pleno centro de la ciudad. Townsend siguió con detalle la construcción de aquel imponente edificio y se dio cuenta de que el conjunto presentaba una peculiaridad. Él mismo lo cuenta: «Durante la temporada navideña de 2003 y 2004, los anuncios de radio del Providence Place Mall presentaban una voz femenina entusiasta que hablaba de lo maravilloso que sería si usted (nosotros) pudiéramos vivir en el centro comercial. El tema central de los anuncios era que el centro comercial no solo brindaba una rica experiencia de compra, sino que también tenía todas las cosas que se necesitaban para sobrevivir y llevar una vida saludable. Esto, junto con una amplia variedad de reflexiones teóricas sobre mi relación con el centro comercial, como ciudadano y artistas públicos, proporcionó el catalizador final para hacer el apartamento».
Y eso fue lo que ocurrió porque Townsend junto con otros compañeros, se trasladaron a vivir en una zona que había quedado inutilizada, junto al aparcamiento del centro comercial. Allí pasaron cuatro años sin ser molestados. El apartamento tenía electricidad y estaba perfectamente amueblado con sofás, mesas, sillas, alfombra e, incluso, una consola con tazas y platos de cerámica. Incluso tenían una consola de videojuegos que compartían realizando partidas hasta tarde. El único problema era el agua, pero los habitantes de esta residencia secreta utilizaban los aseos del centro comercial.
Por las noches, una vez que el centro comercial cerraba sus puertas, todas las tiendas estaban a disposición de ellos. Michael y sus amigos afirman que nunca robaron absolutamente nada, ni un solo lápiz pese a tenerlo todo a su alcance. El propio explica cuenta que todo aquello «se hizo con compasión por comprender más el centro comercial y la vida como comprador. Ha sido mi máxima prioridad no interrumpir a las fuerzas de seguridad que trabajan en el centro comercial, y he hecho todo lo posible para asegurarme de que mi proyecto no interfiriera con su trabajo». Había cámaras de seguridad por el centro comercial, pero ellos sabían cómo moverse para no ser vistos por nadie. Pero las cosas se torcieron un día.
Por las mañanas, el apartamento quedaba vacío y cada uno se iba a su trabajo, empezando por Townsend que marchaba a su estudio. Un día, un amigo quiso conocer aquel lugar escondido y casi mítico. El artista, a regañadientes, accedió a mostrar esa «habitación abandonada». Los descubrió un guardia de seguridad y allí salió a la luz esa aventura. «Los planes para terminar la cocina, instalar el piso de madera, agregar un segundo dormitorio y reemplazar los cubiertos obsoletos se suspendieron de forma permanente recientemente cuando me detuvieron al salir del apartamento. El personal de seguridad que se ocupó de la situación lo hizo de manera fluida y profesional. Admito que me tomaron con la guardia baja después de cuatro años», asegura el artista.
Él y sus amigos fueron a juicio. Los sentenciaron a no volver a acercarse nunca más a la que fue su casa durante cuatro años. Eso han seguido haciendo. El propio protagonista reconoce que «me entristece que no se me permita volver nunca más al centro comercial, pero lo entiendo».
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