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La batalla de la Generalitat: entre la prisión y la abstención
LA RAZÓN analiza con expertos el escenario electoral catalán, en el que la independencia ha pasado a un segundo plano
Incierta y atípica son, quizás, los dos adjetivos que se asocian a la próxima cita electoral en Cataluña. Incierta porque ningún partido, a tenor de las encuestas, tiene la llave de la Generalitat. Atípica porque la crisis sanitaria condiciona la celebración de estos comicios que se desarrollarán con una elevada incidencia del virus que podría condicionar la participación. Además, la sopa de siglas que concurre anticipa un Parlamento extremadamente fragmentado consecuencia del fracaso del sistema de partidos. El último elemento de tensión en la campaña lo protagoniza el hasta ahora ministro de Sanidad, Salvador Illa. Su desembarco en Cataluña es otro factor a tener muy en cuenta. LA RAZÓN analiza con expertos politólogos la cita con las urnas, la quintas en solo diez años.
La principal incógnita que rodeará el proceso electoral es, sin duda, la participación, que puede ser determinante en los resultados. En este sentido, el politólogo Oriol Bartomeus, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, prevé que la participación oscile entre el 62 y el 68%, lejos del excepcional 79,1% del año 2017 y aleja toda opción del constitucionalismo de arrebatar la mayoría al independentismo.
Así, sobre la participación, considera que caerá porque las elecciones se celebrarán en un contexto de «menor tensión» –el «procés» ha pasado a un segundo plano– y por el propio miedo a infectarse de los ciudadanos, pero esta disminución podría quedar «corregida» por la «incertidumbre» sobre los resultados, que ayuda siempre a movilizar al electorado –en esta ocasión, tres partidos pugnan por la victoria (PSC, ERC y JxCat)–. Un aumento de la abstención, no obstante, tampoco modificará la distribución de escaños en el Parlament porque Bartomeus prevé que afecte por igual a independentistas y constitucionalistas. Si bien, también alerta de que «la clave grande está en los 200.000 votantes abstencionistas de toda la vida que votaron a Ciudadanos en 2017». «Si vuelven a la abstención, sería un batacazo fuerte para el bloque no independentista. Si algún partido los seduce, que es la estrategia de PSC, se equilibrarán los bloques», añade. «La mayoría parlamentaria independentista está asegurada, yo creo», y alude, sobre todo, a la incidencia del sistema electoral, que sobrerrepresenta a las zonas menos pobladas, partidarias del independentismo, aunque también augura la posibilidad de que se den «mayorías parlamentarias híbridas», que allanarían el camino a un tripartito (PSC, ERC y Comunes).
Por su parte, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III Pablo Simón también coincide en pronosticar que la participación será menor no sólo por la pandemia sino por el contexto político actual y «la menor presencia del conflicto territorial». «En 2017 todo el mundo salió a votar, a favor o en contra», explica en comparación con ahora. Sobre cómo se puede distribuir esta abstención y a quién puede afectar más, Simón apunta a que generalmente «los votantes no independentistas son los que más se abstienen». «Hay más números de que se abstenga un votante de Ciudadanos que uno de ERC», por lo que «por el centro es por donde podría afectar más».
En cualquier caso, la irrupción de Illa como candidato ha roto el tablero político. Manuel Mostaza, politólogo y director de Asuntos Públicos de Atrevia, analiza el ya manoseado «efecto» del candidato del PSC. En su opinión, es un «buen candidato», sin embargo, su dedazo «tira un poco por tierra el mito del ‘partido diferente’ y de las primarias». En este sentido, considera que los socialistas harán una campaña «muy en clave de izquierdas y no nacionalista, es decir, al revés de lo que había hecho tradicionalmente el PSC, independientemente de que después acaben gobernando con Esquerra». Considera que su candidatura tiene un doble objetivo: «Por un lado, arrebatar un apoyo muy importante de los votos que en las anteriores elecciones se le fueron a Ciudadanos y, por otro, quitarle apoyos a los ámbitos menos de izquierda de los comunes y menos independentistas de ERC». Precisamente, Mostaza también critica la Ley Electoral en Cataluña que «beneficia a los partidos independentistas con la sobrerrepresentación del voto de Lérida y Gerona en detrimento del cinturón de Barcelona».
En este sentido, Simón no se aventura a pronosticar el alcance del «efecto Illa» aunque recuerda que todas las encuestas ya daban al PSC un resultado «mejor» que en 2017 y lo siguen dando. «Illa es un candidato mejor percibido entre los votantes del PSC y también de los comunes», añade.
Bartomeus considera que las encuestas han detectado un «efecto Illa» y eso ha conseguido «convencer a la gente de que el PSC puede ganar las elecciones». «Este convencimiento previo de que puede ganar, es un elemento necesario para poder ganar, aunque no comporta victoria», añade. Por su lado, el profesor de Comunicación Política e Institucional de la UPF-BSM Toni Aira advierte también de la duración que pueda tener el «efecto Illa». «Ahora habrá que ver si este efecto dura suficientemente para dejarse sentir en las urnas. Los efectos en política duran cada vez menos», alerta. También es cierto que, como destaca Aira, todos los rivales políticos están situando a Illa en el centro y eso «reforzará» al candidato.
Otra de las grandes batallas de estas elecciones será entre JxCat y Esquerra. Aira, buen conocedor también del universo independentista, considera que en estos momentos JxCat está «más fuerte» que los republicanos. «Cuando JxCat ya engancha a ERC en las encuestas demuestra que quien tiene movilizado más al electorado en el independentismo es JxCat», explica. Si bien, Aira pone el acento en la salida de los presos, que tiene un «impacto muy fuerte» en la campaña electoral y beneficia, de momento, a ERC, que puede conseguir «un chute de energía», aunque tambien avisa de que puede ser «un arma de doble filo»: es una maniobra «muy buena y potente» para los republicanos, pero, a la vez, hace pequeño al candidato oficial, que es Pere Aragonès. No obstante, si los presos volvieran a ingresar en la cárcel, beneficiaría a las opciones «más beligerantes» con el Estado, como JxCat. A su juicio, el tema de los presos es un «moméntum» en la campaña que permite «desplazar el debate sobre la pandemia al eje Cataluña-España».
Simón asegura que la participación de Junqueras «es la principal baza» de ERC, que cuenta con un candidato «poco carismático» que «ha tenido que tomar decisiones impopulares» con la pandemia. «ERC tiene al menos el primer tramo cubierto», zanja.
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