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La división de la CUP agita las negociaciones con Esquerra para la investidura de Aragonès

Los cuperos, enfrentados internamente por su papel en el Govern, cargan contra la actuación de los Mossos con Hasél

Los candidatos de la CUP en las pasadas elecciones catalanas, Dolors Sabater y Carles Riera, durante la rueda de prensa.
Los candidatos de la CUP en las pasadas elecciones catalanas, Dolors Sabater y Carles Riera, durante la rueda de prensa.Alejandro GarcíaEFE

La CUP ya truncó la investidura de Artur Mas en 2016 y la de Jordi Turull en 2018 y ahora tampoco parece que vaya a poner las cosas fáciles para hacer president a Pere Aragonès. Las negociaciones formales han arrancado hoy con un encuentro entre Esquerra y los anticapitalistas, aunque el ruido de fondo que siempre acompaña a los cuperos convierte un acuerdo prácticamente en un «Everest». Así, dos elementos han irrumpido en las negociaciones, ambos con el sello de la CUP y ambos pueden hacer descarrilar un pacto: por un lado, la división interna en el partido sobre si apoyar e involucrarse en el Govern; por otro lado, han criticado y han advertido que las actuaciones de los Mossos d’Esquadra en las protestas por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél pueden «dificultar» las conversaciones.

El partido liderado el 14-F por Dolors Sabater está compuesto principalmente por dos facciones –hay una decena más– y han expresado posturas contrapuestas sobre la idoneidad de implicarse en el Govern. Endavant, el ala con un perfil más social, rechaza ser «muleta de un gobierno autonómico que no resolverá las necesidades básicas de las clases populares». «Apostamos, por tanto, por una CUP que se convierta en alternativa popular y rupturista», asegura en un comunicado la agrupación que tiene como rostros más populares a Anna Gabriel, Carles Riera o Eulàlia Reguant. Poble Lliure, con un acento mucho más independentista, sí que pide «contribuir a la formación de un nuevo Govern que presente un programa de mínimos» que incorpore propuestas como el avance en el «procés» para celebrar un referéndum antes de 2025 o la amnistía. Sabater se alinea con esta posición.

En medio de estas desavenencias internas, aparecen las protestas y disturbios por el encarcelamiento de Hasél en diversas ciudades catalanas –Barcelona, Lleida o Vic–, que obligaron a actuar a los Mossos d’Esquadra y dejaron estampas como el intento de asaltar una comisaría policial. La CUP, pese a la agresividad y beligerancia de los manifestantes, cargó contra los Mossos y más aún después de que una joven perdiera un ojo por el impacto de una bala de foam. Este hecho puede dinamitar los puentes de diálogo y ya y hoy los anticapitalistas lanzaron un aviso: «Es evidente que el modelo de seguridad imperante y que hoy ejerce el Govern dificulta las negociaciones», ha afirmado Maria Sirvent.

Lo cierto es que Esquerra no va a resignarse y tiene voluntad de seguir con su plan de gobierno a cuatro, con la CUP, JxCat y Comunes. El encuentro de hoy se ha saldado con un mensaje de relevancia y es la apuesta entre ambas formaciones por aplicar un «giro de izquierdas» a las políticas en Cataluña, una fórmula que también puede atraer a los Comunes, que mantienen su veto a JxCat. Y es que el partido de Laura Borràs y Carles Puigdemont se ha caracterizado hasta ahora por una indefinición ideológica notable, pero los morados continúan clasificándolos en la derecha. Y más aún teniendo en cuenta la intención de colocar a Joan Canadell, empresario y defensor de postulados liberales.

La CUP, en todo caso, pone los primeros obstáculos a una investidura rápida como quiere ERC.