Cataluña

El plan de Puigdemont para frenar a ERC

El expresident trata de patrimonializar ahora la batalla contra el Estado tras el indulto y salida de la cárcel de Oriol Junqueras

El expresident de la Generalitat Carles Puigdemont (3d) y el exconseller Lluis Puig (i) posan con los dirigentes de Junts indultados.
El expresident de la Generalitat Carles Puigdemont (3d) y el exconseller Lluis Puig (i) posan con los dirigentes de Junts indultados.Leo RodríguezEFE

A Carles Puigdemont le mueve el liderazgo del movimiento independentista. El expresident, muy ausente de las cuestiones internas del partido –el espacio que ha dejado lo ha sabido ocupar Jordi Sánchez asumiendo las riendas de la formación–, siempre ha ambicionado capitanear al secesionismo, aunque ha tenido hasta ahora una muy difícil competencia con Oriol Junqueras. Si bien,la liberación del líder de Esquerra y el resto de dirigentes independentistas puede reforzar aún más su liderazgo ya que le convierte en el rostro e icono de la batalla contra la «represión» del Estado.

Esta circunstancia le va a permitir mantener mucho peso y ascendencia sobre la política catalana y, por ende, sobre el rumbo que tome proximamente el «procés», que tiene en la mesa de diálogo su primera parada. Su situación condiciona mucho cualquier intento de negociación entre el Estado y la Generalitat y su voz se va a convertir en la oposición en la sombra de Esquerra y Pere Aragonès. Puigdemont ha dejado claro desde el primer momento su posición contraria a la mesa de diálogo y, a pesar de que desde JxCat haya dado un plazo de dos años a la negociación de Esquerra, no va a poner las cosas nada fáciles.

De entrada, ya ha dado evidentes señales de hostilidad conEsquerra, como el rechazo inicial a recibir a Junqueras en Waterloo. Finalmente, ha rectificado sobre la marcha y ha aceptado ese encuentro a regañadientes: se verán las caras el miércoles que viene. El expresident alegó en un principio que Junqueras no había formulado ninguna petición de reunión, aunque en las filas republicanas interpretan el movimiento como una muestra del malestar del expresident por la poca atenciòn que le ha prestado el líder de ERC.

El expresident sí mantuvo ayer un encuentro con los expresos de JxCat (Jordi Sánchez, Jordi Turull, Josep Rull y Joaquim Forn), que se desplazaron hasta Bruselas para fotografiarse en la Casa de la República. 48 horas antes, Junqueras y los presos de ERC (Carme Forcadell, Dolors Bassa, Raül Romeva) se marcharon a Ginebra a visitar a Marta Rovira. Ambas fotos han manifestado una vez más la división independentista, ocasionando muchas críticas separatistas, lo que ha forzado también la cita del miércoles.

Desde Waterloo, Puigdemont tiene intención de seguir liderando la batalla jurídica contra España, que es su tabla de salvación política y es donde mayor protagonismo y popularidad ha ganado. Escapar de la Justicia española cada vez que se ha intentado un proceso de extradición, sumado al reciente informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa favorable a su regreso libre a España, han ido fortaleciendo mucho su posición después de que marcharse a Bélgica también le granjeara críticas en el seno del independentismo.

Lo cierto es que el Gobierno, de momento, no tiene intención de buscar una salida conciliadora para Puigdemont. El PSOE exige que vuelva y se someta a un juicio, como el resto de dirigentes independentistas, aunque también es cierto que el Ministerio de Justicia está trabajando en una reforma del delito de sedición en el Código Penal para rebajar las penas a la mitad (ahora están entre 8 y 15 años).

En cualquier caso, el desenlace de Puigdemont es todavía muy incierto ya que una rebaja de la sedición también incluiría prisión y su encarcelamiento inflamaría de nuevo al independentismo. El expresident está a la espera de que se pronuncie el Tribunal Europeo de Derechos Humanos: si acaba tumbando la sentencia del Tribunal Supremo, como se espera desde muchos rincones políticos y judiciales, recibirá un espaldarazo para articular un regreso a España. Mientras tanto, seguirá dando batalla y mantendrá peso como para presionar a ERC y dinamitar la mesa de diálogo.