El desafío independentista

Un colaborador de Puigdemont habría pedido ayuda a Rusia para conseguir la independencia de Cataluña

The New York Times asegura que Josep Lluís Alay se reunió en Moscú con ex agentes de inteligencia del país

El rotativo norteamericano “The New York Times” lo deja muy claro hoy en un artículo colgado en su página web y que cita un informe de inteligencia europeo: “En Moscú, el emisario, Josep Lluis Alay, un colaborador del ex presidente catalán autoexiliado Carles Puigdemont, se reunió con funcionarios rusos, con exagentes de inteligencia y con el nieto de un espía de la KGB, un hombre muy bien conectado. La meta era garantizar la ayuda rusa para lograr la separación de Cataluña del resto de España”.

Alay, investigado en la operación Voloh por un juez de Barcelona, Joaquín Aguirre, habría mantenido varios contactos con oficiales rusos, sostiene el diario neoyorkino. Y vincula estos contactos con la plataforma Tsunami Democràtic, protagonista de las protestas tras la sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes del”procés”.

El rotativo explica que Alay viajó a Rusia en la primavera del 2019 para buscar “un salvavidas político” para la causa de Puigdemont después de ser “aplastada” tras el referéndum de independencia del 1-0 y de que la Unión Europea y los Estados Unidos apoyaran el esfuerzo de España por mantener intacto al país. En concreto, asegura que el asesor del expresidente de la Generalitat se reunió con actuales funcionarios rusos, ex oficiales de inteligencia y el nieto de un eminente espía del KGB. El objetivo, según el diario, era asegurar la ayuda de Rusia a la independencia de Cataluña.

Siempre según la versión de “The New York Times”, Alay aseguró que cualquier insinuación de que buscaba apoyo ruso era “una ‘historia fantasiosa’ creada por Madrid”. No obstante, los informes secretos indican que, muy al contrario, Rusia era un tema central en la relación entre el expresident, residente ahora en Bruselas, y Alay.

De hecho, según el citado medio, “muchos de los funcionarios con los que se reunió en Moscú están involucrados en lo que se ha conocido como la guerra híbrida del Kremlin contra Occidente”, mediante operaciones de propaganda, desinformación y otros elementos desestabilizadores. Tanto Alay como Puigdemont confirmaron al diario norteamericano los viajes a Moscú, pero insistieron en que eran parte de contactos regulares con funcionarios y periodistas extranjeros.

El rotativo reconoce que no está claro qué ayuda proporcionó el Kremlin a los separatistas catalanes. Pero señala que los viajes de Alay a Moscú en 2019 fueron seguidos rápidamente por el surgimiento de “un grupo de protesta secreto”, Tsunami Democràtic, que, entre otras acciones, invadió el aeropuerto de Barcelona y cortó la autopista AP-7 en la frontera con Francia con motivo de las conentraciones y los disturbios por la sentencia del “procés” en otoño de 2019. El reportaje desvela documentos que muestran que Rusia fue una preocupación central entre Alay y Puigdemont.

Para reconstruir los contactos con Rusia, el diario se ha basado en un informe de inteligencia europea de 10 páginas, cuyo contenido fue confirmado por dos funcionarios españoles; expedientes de dos investigaciones separadas llevadas a cabo por magistrados en Barcelona y Madrid, que incluyen la transcripción de los textos, pero que no han arrojado ningún cargo relacionado con las reuniones de Moscú; y entrevistas con políticos y activistas independentistas en Cataluña, así como con agentes de seguridad en España y en el extranjero.

Un reporte confidencial de la Guardia Civil española obtenido por el diario afirma que Alay estuvo involucrado en la creación de ese grupo de agitación, Tsunami Democràtic, pero el emisario de Puigdemont ha negado cualquier vínculo.

De acuerdo a los documentos obtenidos por el periódico neoyorquino, para Rusia la vinculación con los separatistas iba en línea con la estrategia del presidente Vladimir Putin para “intentar promover alteraciones en Occidente al apoyar movimientos políticos divisivos”, y entre ellos partidos de extrema derecha en España.

Entre los detalles del documento europeo se divulga que Alay buscó “asistencia técnica y financiera de Rusia” junto al empresario Alexander Dmitrenko -que está casado con una mujer catalana- “para la creación de sectores bancario, energético y de telecomunicaciones separados de España”.

Alay y Dmitrenko, junto con el abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, supuestamente también consultaron a un líder de un grupo criminal ruso violento en un “intento por establecer un conducto secreto de dinero para financiar sus actividades”.

Además, una extensa transcripción secreta de mensajes de texto incluida en uno de los expedientes de pesquisas realizadas por magistrados y revisada por el Times muestra “el esfuerzo coordinado por Alay y otras personas del círculo de Puigdemont por cultivar lazos con rusos vinculados a la comunidad de inteligencia del país”, dice la nota.

En esos mensajes, extraídos del teléfono de Alay a finales del año pasado tras un breve arresto, se menciona que dos de sus principales contactos en Rusia eran un matrimonio de agentes de inteligencia cuya historia ayudó a inspirar “The Americans”, una serie televisiva sobre funcionarios de la KGB que trabajaron de forma encubierta en EE.UU.

Preguntado por el supuesto acercamiento ruso, el Govern dirigido por Pere Aragonès se distanció de Puigdemont y aseguró que esos viajes a Moscú “no se realizaron en nombre del Govern y se llevaron a cabo sin el conocimiento” del actual presidente catalán.

La respuesta de Puigdemont

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont ha emitido este viernes un comunicado en el que critica y niega las informaciones que han aparecido en varios medios de comunicación sobre presuntos vínculos entre su entorno y los servicios de inteligencia de Rusia.

El expresident sostiene que las informaciones aparecidas tienen como fundamento un informe de la Guardia Civil que, a su juicio, está lleno de “falsedades, incongruencias e intoxicaciones”. También mantiene que su cuyo único objetivo es “criminalizar y desprestigiar al independentismo ante la comunidad internacional presentándolo como un elemento desestabilizador”. De hecho, ha enmarcado la supuesta revelación de conversaciones privadas “que no tienen nada que ver con un delito, es un instrumento más de la guerra sucia que el Estado español practica contra Cataluña”.

“Estudiaremos emprender acciones legales en el Estado español, y en otros estados si es necesario, ante la posibilidad que se haya cometido algún delito de revelación de secretos oficiales, ya que todas las evidencias señalan que la información ha llegado a algunos medios antes de que se levantara el secreto de sumario”, añade.