Curiosidades
El origen godo de las bambas
Esta denominación de las zapatillas deportivas es propia de Cataluña, la Comunidad Valenciana y algunas zonas de Andalucía
Pocos calzados cuentan con un abanico tan amplio de sinónimos: zapatillas, playeras, tenis, bambas, deportivas o, para los modernitos, “sneakers”. Es fácil intuir el hilo conductor de la mayoría de los conceptos excepto uno: bambas. Suele ocurrir que los diferentes pueblos de España utilizan sus propias palabras para designar una misma cosa, como hacer campana, piras o pellas. Y las bambas son, así pues, uno de estos casos. La RAE, a su vez, se sacude la definición con un simple “playera” y “wamba, marca registrada”. O lo que es lo mismo, se trata de uno de esas ocasiones, en este caso, en Cataluña, Valencia y algunas partes de Andalucía, en las que una marca consigue hacerse con la nomenclatura de la cosa, como chupa-chups, celo o jacuzzi. Pero, en este caso, hay mucho más detrás de las bambas.
Lo más parecido a lo que se conoce hoy como zapatilla deportiva comenzó a finales del siglo XVIII cuando los fabricantes de caucho que destinaban este producto para hacer ruedas de bicicletas y más tarde para autos, reutilizaban el exceso de producto de distintas formas, como suelas de zapatillas. En Menorca, por ejemplo, todavía se utiliza este método para las populares abarcas.
En Estados Unidos, allá por el año 1892, la U.S. Rubber Company creó unas zapatillas más cómodas y prácticas denominadas “sneakers”, porque, cual ninja, permitían andar sin hacer ruido. Es decir, “sneak up on someone” (acercarse sigilosamente a alguien). Estas primigenias zapatillas se confeccionaron con caucho vulcanizado, patentado por la empresa Good Year en el año 1839. El caucho es un material natural que se obtiene de un árbol llamado hevea. Una vez extraído el compuesto natural, se calienta el caucho con presencia de azufre, el cual se endurece e impermeabiliza. Este proceso evita usar colas ya que se queda fundido en el algodón. Gracias a eso se puede lavar y mojar sin problemas de despegue.
No obstante, el primer predecesor de las zapatillas deportivas a nivel industrial fue un zapato para jugar al croquet que fue creado en 1876 por la New Liverpool Rubber Company. Posteriormente, las primeras zapatillas que se fabricaron masivamente fueron los Keds, en 1916, y un año después, el empresario norteamericano Marquis Converse, fundador de la empresa Converse Rubber Shoe Company, sacó al mercado las primeras bambas para baloncesto, las archiconocidas Converse All Stars. Este tipo de calzado, sin embargo, quedaba restringido a deportistas profesionales hasta que, con el auge de las clases medias de los años 50 y 60, y la inestimable promoción del cine, los cómics o las incipientes estrellas del rock, comenzó a popularizarse entre los jóvenes.
Mientras, en España, la marca Wamba, nace en 1939 de la mano del fabricante, precisamente, de cauchos Pirelli. Cuando la firma italiana se instaló en España, a pocos kilómetros de Barcelona, en Vilanova i la Geltrú, crearon una fábrica de calzado, utilizando para sus suelas el caucho sobrante de sus neumáticos. Con el paso de los años las zapatillas Wamba se hicieron famosas y se popularizaron gracias su icónico modelo camping. Tanto que llegaron a identificar el calzado deportivo con la marca. Hoy en día, curiosamente, Wamba pertenece a Calzados Victoria.
Pero, al margen del calzado, ¿de dónde sale el concepto wamba? Pues resulta que una localidad de Valladolid inspiró el nombre. De apenas 300 habitantes, es la única localidad de España cuyo nombre comienza por la uve doble; y este viene dado por el rey godo Wamba, que fue elegido monarca de la localidad en el año 672. En aquella época se llamaba Gérticos y el rey Recesvinto tenía allí una villa de descanso. Al morir Recesvinto en dicha villa, los nobles eligieron a Wamba ese mismo día como sustituto. Cuanto menos, una curiosa manera de pasar a la posteridad.
✕
Accede a tu cuenta para comentar