Salud

Un estudio revela que la COVID-19 no provoca daño en el hígado pese a las alteraciones hepáticas durante la infección

Aunque muchos pacientes con infección por SARS-CoV-2 tienen altos niveles de transaminasas durante el ingreso, en el seguimiento no se aprecia afectación en el órgano y solo están presentes las alteraciones en casos relacionados con hígado graso

El estudio se ha desarrollado a partir del análisis y seguimiento de 600 pacientes con COVID-19 ingresados en el Hospital del Mar durante la primera ola de la pandemia
El estudio se ha desarrollado a partir del análisis y seguimiento de 600 pacientes con COVID-19 ingresados en el Hospital del Mar durante la primera ola de la pandemiaNACHO DOCEREUTERS

Cerca del 70% de personas ingresadas por COVID-19 en el Hospital del Mar durante la primera ola de la pandemia presentaron alteraciones en las analíticas hepáticas durante el ingreso hospitalario, concretamente en los niveles de transaminasas, que es indicador de daño hepático, y de bilirrubina.

Pese a que esto es habitual en diferentes infecciones víricas, desde el Servicio del Aparato Digestivo del Hospital del Mar se decidió poner en marcha un estudio para determinar si estas alteraciones en las analíticas hepáticas comportaban una afectación del hígado, dado que se ha demostrado que la COVID-19 deja secuelas en otros órganos como el corazón o los pulmones.

Y, tras analizar a cerca de 600 pacientes a los que, en el contexto de este trabajo, se les siguió entre seis meses y un año después del alta hospitalaria para evaluar su estado, el estudio ha permitido confirmar que el hecho de presentar esas alteraciones de los niveles de transaminasa durante el ingreso, por un lado, se relaciona con la gravedad de la infección por SARS-CoV-2 y el uso de determinados fármacos durante la fase aguda, y, por el otro, no se relaciona con la posibilidad de tener enfermedad hepática. Es decir que las alteraciones en determinados indicadores de afectación hepática en personas ingresadas con COVID-19 son transitorias y sin secuelas posteriores.

Por otra parte, durante el seguimiento, se comprobó que había un 10% de pacientes que presentaba alteraciones de la analítica del hígado, sin embargo eso fue algo independiente al hecho de haber presentado o no alteración de las transaminasas durante el ingreso. De hecho, en el marco de este estudio, publicado en la revista Journal of Viral Hepatitis, se demostró mediante el uso de técnicas no invasivas y de biopsia hepática que dicho fenómeno no se debía a la infección por SARS-CoV-2, sino a otro factor como es la presencia del hígado graso, que consiste en una acumulación de grasa en las células del hígado y que, en algunos casos, puede derivar en una enfermedad crónica de mayor gravedad.

Al respecto, el doctor Marc Puigvehí, médico adjunto del Servicio de Aparato Digestivo, investigador de IMIM-Hospital del Mar y autor principal del estudio, explica que “muchos de los pacientes que ingresaban tenían alteraciones de las transaminasas y nos preocupaba que en estos enfermos pudiera quedar algún tipo de inflamación en el hígado durante el seguimiento y lo que hemos visto con este estudio es que aquellos enfermos que siguen teniendo una leve inflamación del hígado, es decir que presentan alteración de las transaminasas, durante el seguimiento es algo totalmente independiente de la COVID y tiene que ver con enfermos que previamente ya tenían otros factores de riesgo, que en la mayoría de los casos eran factores de hígado graso”.

Es decir que “la alteración hepática durante el ingreso por la COVID no deja una alteración persistente y en aquellos casos en los que ésta está es por su relación con el hígado graso, que es un factor pre existente a la infección”. En resumen, “si el paciente no tiene factores de riesgo previos o hígado graso, esas alteraciones detectadas en el ingreso remitirán y no dejarán ningún tipo de secuela”, concluye Puigvehípara a continuación indicar que “a más alteración de las transaminasas, más gravedad de la infección por SARS-CoV-2″.

En este contexto, cabe destacar que, como ya ha puesto de relieve la evidencia científica, “los pacientes con factores de riesgo cardiovascular, como obesidad, colesterol, hipertensión o diabetes, también son los pacientes en los que el COVID es más grave” y esos mismos factores son los que incrementan el riesgo de desarrollar hígado graso.

Por ello, cuando ingresan en el hospital, independientemente de si tienen una alteración de las transaminasas, vale la pena hacer una evaluación de si tienen o no hígado graso y es que solo con un marcador que se calcula con la analítica podemos saber si este enfermo está en riesgo de tener esta patología. Y si cuando ingresan en el hospital tienen además factores de riesgo de hígado graso, es adecuado poner un poco más de énfasis en el tratamiento de la COVID y advertir al paciente que debe controlarse la diabetes, que pierda un poco de peso...