Novedad editorial

Erik Satie, una vida musical para ser contada y dibujada

Pablo Gallo se adentra en un libro en la biografía y en la obra del compositor que renovó la música

Erik Satie por Pablo Gallo
Erik Satie por Pablo GalloPablo Gallo

Nombrar a Erik Satie es hacer referencia a uno de los grandes compositores de todos los tiempos, alguien que hizo con la música lo que hizo, en ese mismo tiempo, Picasso con la pintura. Su vida fue tan fascinante como lo es el conjunto de su producción musical y merece ser conocida e, incluso, dibujada. Eso es lo que nos propone en un apasionante libro el artista y escritor Pablo Gallo con un título que es toda una declaración de intenciones: «Las mil caras de Erik Satie», editado por Sans Sleil Ediciones.

Lo que nos propone Gallo es una vuelta de tuerca al género biográfico, algo que ya demostró con buena mano con anterioridad en un trabajo sobre el poeta Blas de Otero. Se trata de una visión poliédrica del biografiado a partir de aquellos que tuvieron algún papel, aunque fuera secundario, en las andanzas, en este caso, de Satie. Pero Pablo Gallo no solo lo escribe sino que también se encarga de retratar al músico y a aquellos que fueron testigos de su intensa vida. Todo ello mediante un relato cronológico en el que tienen cabida todas las voces.

El propio autor admite en el prólogo de su libro que lo que ha intentado es poner cara a un olvido. Y es que Satie, con el paso de los años, ha quedado vestido de numerosas leyenda y medias verdades que el biógrafo ha intentado en esta ocasión ordenar, separando la ficción de la realidad. Fue, como apunta Pablo Gallo, «un bicho raro», alguien que fue desde un izquierdista radical a un alcohólico disimulado, además de músico experimental, pero al mismo tiempo serio y místico alucinado.

Poner imágenes a Erk Satie y su circunstancia es hacerlo a la creatividad, a la revolución artística que se vivió especialmente en París entre los siglos XIX y XX, cuando las vanguardias se encargaron de replantearse el arte hasta ese momento estaba establecido, no solamente a nivel pictórico sino también literario y musical. Todo ello cabe en este «Las mil caras de Erik Satie» por lo que nos podemos encontrar desde Picasso a Sylvia Beach, desde Igor Stravinski a Jean Cocteau, desde Maurice Ravel a Marcel Proust. También resulta interesante el rescate en este libro del Santiago Rusiñol más parisino, el mismo que retrata a Satie en 1891 abatido en su pequeño cuarto, o a Ignacio Zuloaga con quien también mantuvo una estrecha amistad. «He aprendido siempre mucho más de los pintores que de los músicos», dijo el compositor.

También podemos saber de la admiración que Marcel Proust, el autor del ciclo novelístico «En busca del tiempo perdido», sentía por Satie hasta el punto de asegurar que «está a la altura de Giuseppe Verdi o Richard Wagner».

Alguien que conoció bien a Erik Satie fue el polifacético Jean Cocteau. Pablo Gallo nos recupera las palabras que le dedicó el autor de «El testamento de Orfeo» quien definía al músico como «un hombre inenarrable. Quiero decir que no se le puede narrar». Cocteau también rememoraba que «en el aspecto físico era un funcionario con barbita, anteojos, paraguas y sombrero hongo. Egoísta, cruel, maniático, no atendía a nada de lo que se dijera si no tenía que ver con su dogma y pasaba por tremendos arrebatos de ira contra lo que venía a perturbar sus creencias. Egoísta, porque sólo pensaba en su música».

Merece la pena resaltar que algunos de sus contemporáneos, algo más jóvenes que él, lo elogiaron y lo reivindicaron. Pablo Gallo no olvida, por ejemplo, que Maurice Ravel participó en la difusión de la música de Satie al reconocerlo públicamente como su precursor. Por su parte, con Igor Stravinski mantuvo una amistad y de mutua admiración, hasta el punto de que el maestro dirá al discípulo que «le adoro. ¿No es usted el gran Stravinski? Yo soy el pequeño Erik Satie».

El libro concluye con una suerte de fotonovela, como la califica el propio Pablo Gallo, que nos invita a recorrer algunos de los escenarios de la biografía y ver aquellos rostros que antes nos ha dibujado el artista. Un libro fascinante.