
Polémica
¿Hay injerencias políticas en las pinturas de Sijena?
El historiador del arte Albert Velasco habla de sus motivos para dimitir como miembro del plenario del Museu de Lleida

La polémica sobre la futura salida de las pinturas de Sijena del Museu Nacional d'Art de Catalunya (Mnac) ya se ha cobrado una primera víctima. El historiador del arte Alberto Velasco presentado la pasada semana su dimisión como miembro del plenario del Museu de Lleida en protesta por la actitud de la Generalitat en la defensa de las pinturas de Sijena. Este diario ha hablado con Velasco para saber qué está ocurriendo en una polémica interminable en la que la víctima es la cultura.
El que es uno de los grandes especialistas en la actualidad del arte catalán medieval explicó que «la Generalitat de Cataluña, que es la institución que me nombró en su día, ha protagonizado injerencias políticas muy graves en la comisión técnica que debe decidir qué se hace con las pinturas murales de Sijena conservadas en el Mnac. En el acta que tenían que redactar los técnicos catalanes y aragoneses de las reuniones mantenidas, los primeros querían que constara que las pinturas no podían trasladarse e instalarse en Sijena sin dañarlas, algo a lo que los aragoneses se negaron. La Generalitat, en un gesto indigno, imprudente e irresponsable, hizo suprimir este punto del texto para que los aragoneses firmaran el acta». A ello se le añade, en palabras de este especialista que «altos cargos del Departamento de Cultura amenazaron al Mnac con que, si los técnicos aragoneses no firmaban, la Generalitat impediría que el museo presentara el incidente de ejecución de la sentencia al juez de Huesca. Todo esto es gravísimo porque la principal institución del país está extorsionando al museo nacional».
¿Hay posibilidad de que estas pinturas queden en Cataluña? Albert Velasco sostiene que sí, pero siempre «que el juzgado de Huesca que debe ejecutar la sentencia se dé cuenta de que todo esto es una tontería y que no podemos poner en riesgo unas pinturas que son patrimonio de todos, de la humanidad, no solo de los aragoneses o los catalanes, por los caprichos políticos de unos fanáticos que serían capaces de sacarse un ojo si a quien tienen delante le sacan los dos. No tiene ningún sentido desde el punto de vista técnico una operación tan compleja como esta, únicamente para trasladar las pinturas a 200 km de donde se encuentran hoy, y más cuando no tenemos la certeza absoluta de si las pinturas reaccionarán positivamente a su nueva vida en el monasterio. Para hacerlo, deberíamos tener esa certeza, pero ningún técnico aragonés, ni de cualquier lugar del mundo, puede garantizar que las pinturas no sufrirán problemas, dada las patologías que presentan. En cambio, estas patologías permiten saber que, una vez allí, todo serán problemas».
Vel asco también apunta que la controversia puede afectar al futuro del Mnac. Por eso explica que «desde el punto de vista de la colección, la situación es grave porque el museo puede verse desposeído de una de sus obras más emblemáticas. Es como si al Museo del Prado le quitaran “Las Meninas”, para entendernos. Y desde el punto de vista institucional, la situación es igualmente complicada porque un hecho de este tipo seguramente tendrá (o debería tener) consecuencias. Todo esto llega en un momento estratégicamente importante para la institución, con la ampliación del museo en el horizonte inmediato. En cualquier caso, si las pinturas se van, será un desastre, pero como dice el tópico, la vida continuará. La experiencia previa del Museu de Lleida lo demuestra».
Y, sobre la mesa, no nos podemos olvidar que hay la amenaza de reclamación de más obras por parte de Aragón al mismo museo, al mismo Mnac. «Por supuesto que tiene futuro, porque los litigios del arte de la Franja y Sijena están generando una jurisprudencia que servirá para dar legitimidad jurídica a futuras reclamaciones. Esto es fundamental y parece que nuestros representantes políticos y el sector museístico no son suficientemente conscientes. No estoy viendo movimientos políticos y técnicos preventivos, a medio plazo, que intenten frenar lo que pueda venir, como por ejemplo promulgar una nueva ley de patrimonio que blinde el Mnac y otros museos catalanes de hechos como los que estamos viviendo en los últimos años. Vivimos instalados en una resignación y conformismo temerarios que nos traerán consecuencias nefastas en un futuro no muy lejano», concluye Albert Velasco.
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