Historia
¿Qué se puede hacer con los archivos presidenciales de la Generalitat de Cataluña?
Los papeles de los responsables no pueden ser consultados
Tenemos un problema con los archivos de los presidentes de la Generalitat y parece que nadie quiere hablar de este tema. Si usted quiere consultar esa documentación, la generada por el tiempo en el que estuvo en el poder, no está al alcance del público. Es algo que también se puede aplicar a, por ejemplo, quienes se ponen al frente de la Moncloa que no tienen ninguna obligación de entregar los papeles relacionados con la labor de gobierno a ninguna institución pública. Es el caso, por ejemplo, de Felipe González quien ha creado una fundación privada para divulgar lo que fueron sus años como jefe del ejecutivo español y que puede consultarse a través de la web de esta entidad. Sin embargo, que no piense el lector que encontrará todo en ese espacio: son muchas y llamativas las lagunas. Por poner un ejemplo, no hay accesible para el internauta ningún papel relacionado con los GAL, salvo cartas de apoyo a González de ciudadanos anónimos en ese periodo controvertido.
Volvamos a Cataluña. En la actualidad pueden consultarse los papeles presidenciales de Francesc Macià y Lluís Companys, al menos lo que ha sobrevivido de estos fondos tras los desmanes de la Guerra Civil y el franquismo. Buena parte de esos documentos son el resultado de la labor de preservación por parte de los herede ros de estos dos protagonistas de la historia de Cataluña. Estos fundamentales fondos están depositados en la actualidad en el Arxiu Nacional de Catalunya, en Sant Cugat del Vallès.
Punto y aparte
Un punto y aparte, especialmente por su magnitud, es el fondo de Josep Tarradellas que no solamente recoge su papel como presidente de la Generalitat, el primero tras la muerte de Franco. Hablamos de unos papeles que Tarradellas se llevó con él al exilio, algunos de ellos relacionados con su labor al lado de Companys durante la contienda bélica, fondo que fue creciendo con el paso del tiempo. En la actualidad, como es sabido, puede consultarse en toda su amplitud en el Arxiu Montserrat Tarradellas i Macià del Monasterio de Poblet. Cabe decir que Tarradellas, pese a las presiones, como la de Jordi Pujol que quiso adquirir toda aquella documentación, no solamente la salvó sino que hizo posible que muchos otros donaran sus archivos a Poblet, como sigue pasando.
Pero ¿qué pasa con los presidentes más recientes? Desde que Jordi Pujol fuera el primero en hacerlo, el Arxiu Nacional de Catalunya se ha convertido en el hogar natural de los papeles de los presidentes de la Generalitat. Todos los mandatarios que ha conocido la democracia, con la excepción de Carles Puigdemont, han ingresado sus papeles. Sin embargo, pese a esta aparente generosidad por parte de nuestros políticos, no es fácil el acceso a todo esto. Ni la página web del propio Arxiu permite hacerse una idea de lo aquí depositado. Es como si fuera material reservado, como si se guardaran secretos de Estado.
Las comparaciones son odiosas, pero sin nos miramos a Estados Unidos tenemos todavía mucho que aprender. En el lejano 1939, con la finalidad de guardar la labor de quienes habían estado dirigiendo la nación desde la Casa Blanca, se puso en marcha el Sistema Presidencial de Bibliotecas. El responsable de esta acción fue el entonces presidente Franklin D. Rooselvelt quien donó sus papeles tanto personajes como profesionales a la National Archives and Records Administration, más conocida por su acrónimo de NARA. En la actualidad la red de bibliotecas presidenciales estadounidenses está formada por trece instituciones que representan más de 400 millones de documentos escritos. Muchos de estos fondos son fácilmente accesibles para cualquier investigador a golpe de clic gracias a las páginas webs de estas instituciones. De esta manera se puede conocer la correspondencia con otros mandatarios e, inclusos, documentos que en su momento fueron declarados como secreto. Hasta la fecha todos, menos Donald Trump, han cumplido con este mandato sobre sus papeles.
Todavía nos queda mucho por aprender en términos de transparencia democrática, al menos en lo que se refiere a los documentos de la presidencia de la Generalitat de Cataluña.
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