
Círculo Ecuestre
Villalonga: "La IA es la revolución más importante de la historia de la humanidad"
El expresidente de Telefónica planteó que podría llegar a desarrollar conciencia propia en pocos años

La inteligencia artificial no es una ola tecnológica más, sino, en palabras de Juan Villalonga, “la revolución más importante que se ha producido en toda la historia de la humanidad”. El expresidente de Telefónica lo afirmó con rotundidad en el coloquio “Quien controle la IA, controlará el mundo”, celebrado en el Círculo Ecuestre, donde advirtió de que la magnitud del cambio exige abandonar el lenguaje bélico y las ambiciones de supremacía. “Cada vez que oigo a algún líder mundial hablando de vencer o de ser los primeros me preocupa. Las grandes potencias tienen que negociar en esta carrera, porque pueden ganar todos”, alertó.
Desde esa premisa, Villalonga dibujó un escenario dominado por un puñado de gigantes tecnológicos estadounidenses —Nvidia, Apple, Microsoft, Google, a los que sumó Meta y Amazon— y por la fuerza estatal de China. “Hoy estas compañías serían países. Serían la tercera economía del mundo, la cuarta, la sexta y la séptima”, recordó. Su capacidad de generar caja, invertir y acumular recursos “es descomunal”, hasta el punto de situarlas, según él, como los verdaderos actores del poder económico y político global.
La comparación fue más allá: mientras en Estados Unidos las grandes tecnológicas actúan como actores privados con enorme influencia sobre los reguladores, en China operan como extensiones del propio Estado. El equilibrio de fuerzas —advirtió— dependerá de la relación entre ambos bloques. De ahí su insistencia en una cooperación que evite la tentación de “bombardear data centers” o desatar una guerra tecnológica en que, según dijo, “perderíamos todos”.
Villalonga dibujó un panorama sombrío para Europa ante la revolución de la inteligencia artificial, subrayando que el continente no cuenta ni con los recursos financieros ni con la infraestructura energética necesaria para competir en la carrera global de los microchips y los centros de datos. Alertó de que la potencia eléctrica que demandarán los modelos de próxima generación será muy superior a la disponible hoy y que, mientras China produce ya más de 150 gigavatios solo mediante energía hidroeléctrica, Europa está muy lejos de poder sostener un salto equivalente. En su diagnóstico, la respuesta pasa por asumir que el Viejo Continente deberá apoyarse en un mix que combine renovables, turbinas de gas —cuyo uso crece en todo el mundo— y la reintroducción de la energía nuclear, incluida la opción de “mini centrales nucleares” como solución transitoria hasta que las renovables alcancen mayor capacidad.
Esa falta de músculo energético y tecnológico, dijo, obliga a replantear prioridades y también la propia estructura educativa. Villalonga defendió que Europa debería centrarse en absorber conocimiento y reformar de raíz la formación, incluso cuestionando el papel actual de las universidades. Sostuvo que el salto al nuevo escenario digital requiere acortar el tránsito entre la escuela y el mercado laboral: “Hoy un joven puede ir del colegio al trabajo; son las compañías las que deben formar”, afirmó. Sin una transformación profunda en energía y educación —remarcó— el continente corre el riesgo de quedar definitivamente descolgado de la competencia mundial.
El expresidente de Telefónica rechazó la idea de que la inteligencia artificial vaya a reemplazar masivamente a los trabajadores. Sostuvo que la clave está en la “inteligencia aumentada”, en herramientas capaces de multiplicar las capacidades humanas: “Las máquinas aspiran a comportarse como los humanos, pero los humanos no nos comportamos como máquinas. Hoy es imposible sustituir al humano”. La oportunidad —dijo— es capturar ese crecimiento exponencial antes de quedarse fuera.
Las grandes amenazas
Villalonga repasó las tres fases de la IA: la narrow intelligence (la actual), la general intelligence —que, afirmó, llegará en cuatro o cinco años— y la superintelligence, un estadio en el que las máquinas superarían la inteligencia combinada de toda la humanidad y ya no necesitarían intervención humana para aprender. En ese punto, abrió dos interrogantes: "¿Desarrollarán conciencia?", "¿Seguirá existiendo la muerte?"
“Si a nuestro cerebro llegó la conciencia en un momento de la evolución, también puede llegar a las máquinas”, planteó. La posibilidad de que sistemas autónomos puedan actuar contra el ser humano no le parece descartable: “Es preocupante porque quizá nos destruyen”.
Si existe un riesgo inmediato, para Villalonga es la vulnerabilidad del mundo conectado. “Cualquier coche tiene más de cien dispositivos conectados. Basta un ataque para que un día los frenos no funcionen”. En un escenario donde la IA puede desencadenar conflictos, la ciberseguridad —afirmó— es el verdadero frente de batalla.
Energía, igualdad y educación: la asignatura pendiente
Para el exdirectivo, la revolución tecnológica también abre una responsabilidad: usar la riqueza generada para afrontar desafíos como la desigualdad, la educación o el desarrollo de las zonas más pobres de la humanidad. “Los gobiernos no tienen capacidad por la deuda y el déficit. ¿Dónde está hoy el dinero? En estas compañías”, dijo. Si estuviera al mando de una de ellas, añadió, dedicaría parte de sus recursos a estas causas: “Los accionistas estaríamos orgullosos”.
Su recomendación, tanto para países como para ciudadanos, fue pragmática: buscar contacto directo con quienes lideran la revolución. “Hoy es más importante tener un embajador en Google, Apple, Microsoft o Nvidia que en Austria o Reino Unido”. Las relaciones con las empresas que controlan el corazón tecnológico del mundo —insistió— serán decisivas para no quedarse atrás.
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