Ciencia

Los indicios de vida en Venus reciben una fuerte crítica

Nuevos estudios apuntan a que posiblemente, aquel artículo sobre vida en Venus no fuera más que un error de medida.

Imagen de la orogenia venusiana. La paleta de colores muestra las elevaciones del terreno codificando el rojo las mayores altitudes y el azul los valles.
Imagen de la orogenia venusiana. La paleta de colores muestra las elevaciones del terreno codificando el rojo las mayores altitudes y el azul los valles.NASACreative Commons
“Consideramos que esta detección de fosfano en la atmósfera de Venus es incorrecta e invitamos al equipo de Greaves et al. a revisar su trabajo y considerar la corrección o retractación de su reporte original.”

Así termina el comunicado emitido por el equipo del experto Gerónimo Villanueva juntamente con su equipo de investigación. Dicho con otras palabras: aquellas pruebas de vida en Venus que dieron la vuelta al mundo hace apenas un mes podrían no ser más que un gran error. Unas palabras algo duras por las que el propio doctor Villanueva se disculpó unas horas después. En cualquier caso, si estas críticas se confirman los indicios de vida en Venus se esfumarían, devolviéndole a este planeta su fama de inhóspito.

Durante sus nueve páginas, los veintisiete investigadores implicados, explican en detalle qué les ha llevado a tan tajante conclusión. Cierto es que el artículo todavía no ha sido publicado debidamente en una revista científica y no ha sido sometido aun a la imprescindible revisión por pares que requiere para ser considerado una prueba robusta en contra del trabajo de Greaves y su equipo. Sin embargo, se suma a un coro de voces críticas que ya llevaba tiempo cantando buenos argumentos.

Fue bonito mientras duró

El 14 de septiembre de 2020 la ciencia ficción hizo una incursión en la verdadera ciencia y nuestra imaginación voló recreando una atmósfera plagada de vida extraterrestre ni más ni menos que en nuestro vecino Venus. Nature acababa de publicar un estudio que afirmaba haber detectado fosfano (mediáticamente traducido como fosfina) entre 50 y 60 kilómetros por encima de la superficie del planeta. Lo revolucionario consistía en que el fosfano es un gas que puede producirse como resultado del metabolismo de algunas bacterias. Es más, las otras formas de obtener metano mediante procesos geoquímicos o reacciones relacionadas con la radiación solar no parecían ser capaces de explicar las cantidades encontradas (20 unidades de fosfina por cada mil millones de unidades de atmósfera)

Esto apuntaba tentadoramente a la existencia de vida en nuestro planeta vecino, sobre todo teniendo en cuenta que la altitud a la que había sido detectado tenía unas condiciones de presión y temperatura próximas a las terrestres, convirtiéndolo en un paraíso en medio del hostil clima venusiano. Aquellas afirmaciones eran dignas de pasar a la historia de la humanidad y necesitarían pruebas igual de excepcionales. La propia Jane Greaves es consciente de ello y desde el anuncio de su descubrimiento ha buscado que otros científicos revisen en detalle sus datos para asegurarse de que no haya ningún error en ellos. Unas semanas después los expertos que han estado buceando en los datos de Greaves parecen concluir que, por desgracia, no hay un error, sino varios en potencia.

El conflicto

Las primeras voces discordantes fueron las de Ngoc Truong y Jonathan I. Lunine. En su artículo publicado en el repositorio digital arXive tan solo 9 días después del anuncio de Greaves, sugería que las concentraciones de fosfano detectadas eran compatibles con un origen volcánico, completamente desvinculado con la vida. Por sí solo este artículo ya hace temblar las asunciones teóricas de las que partía Greaves, volviendo muy cuestionables sus conclusiones. No obstante, el problema podría ser incluso más radical. Tal vez el fosfano nunca estuvo ahí y todo ha sido un error de medida.

En esta línea han estado trabajando Ignas Snellen y su equipo. Estos investigadores han analizado los procedimientos seguidos por el grupo de Greaves para transformar los datos crudos medidos por los radiotelescopios de ALMA y el Telescopio James Clerk Maxwell. Un mal uso de las técnicas matemáticas que permiten reducir el ruido de las mediciones y buscar un patrón entre toda la información recibida pueden llevar a conclusiones diametralmente contrarias a las reales, y algo así parece haber sucedido. El estudio de Greaves decía haber encontrado indicios de fosfano con una seguridad de 15 sigmas, que en lenguaje común equivale a una fiabilidad abrumadoramente elevada. Sin embargo, con el análisis de Snellen esta seguridad había quedado por debajo de las 2 sigmas.

Más allá de los números, esto significa que los resultados de Greaves son “estadísticamente no significativos”, lo cual significa que estamos tan poco seguros de su validez que no deberíamos tenerlos en cuenta como prueba de nada. Finalmente, el equipo del Gerónimo Villanueva ha enviado a Nature un “Matters Arising”, un tipo de comunicación científica urgente comentando un artículo reciente considerado de gran importancia. En él, el equipo del doctor Villanueva solicita correcciones a Greaves y a Nature, así como la retractación del artículo en su totalidad. Su argumento es que, tras analizar los datos, consideran bastante probable que la medición hubiera sido hecha de forma incorrecta, habiendo llevado a confundir la señal de un gas llamado dióxido de azufre (muy presente en la atmósfera venusiana) con el ya popular fosfano.

Todos estos artículos deberán pasar los pertinentes controles antes de ser publicados en revistas científicas, mientras tanto son tan solo reflexiones interesantes. No obstante, el panorama no se presenta halagüeño para el equipo de Greaves y no sería de extrañar que pronto, Venus vuelva a ser el mundo infernal y desprovisto de vida que siempre había sido.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • El propio ALMA ha identificado un error en su sistema de calibración que podría haber contribuido a que los datos de Greaves tuvieran más ruido del esperado. Dicho de forma muy simplificada, el análisis estadístico realizado por el equipo de Greaves es sensible al ruido, siendo tendente a encontrar tendencias y patrones en conjuntos de datos donde realmente no los hay, algo que técnicamente recibe el nombre de “overfitting”. Estos dos factores unidos pueden explicar que encontraran una señal de fosfano donde realmente no había nada.
  • Este tipo de controversias es normal en la investigación científica. Cualquier nueva afirmación necesitará más de un estudio que la corrobore, habrá de ser replicada para asegurar no solo la falta de manipulación, sino que se esté midiendo realmente lo que queremos medir. El tiempo dirá si estas críticas son robustas y si comprometen realmente las afirmaciones del artículo original. Mientras tanto deberemos suspender nuestros juicios y evitar tomar partido por algo que, a todas luces, trasciende a la opinión.

REFERENCIAS (MLA):