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Tierra

Adiós a los días de 24 horas: este es el momento en el que durarán todavía más

Puede que nuestros relojes se queden cortos en el futuro: la rotación de la Tierra se ralentiza y un estudio alemán ya predice cuándo tendremos días de 25 horas, alterando por completo nuestra forma de medir el tiempo

El planeta Tierra con dos (o tres) de los continentes que más discordia han generado Wikiimages Pixabay

Aunque la mayoría damos por sentado que el día se compone de veinticuatro horas exactas, la realidad astronómica es bastante más compleja y cambiante. La rotación completa de la Tierra sobre su eje dura en realidad 23 horas, 56 minutos y 4 segundos, pero lo más curioso es que esta es una cifra que no es estática. De forma imperceptible para nosotros, la velocidad del planeta está disminuyendo de manera paulatina, un fenómeno que alarga nuestros días a lo largo de los milenios. Esta constante variación nos recuerda la dinámica intrínseca del universo, donde incluso objetos interestelares pueden entrar en nuestro sistema solar, añadiendo otra capa de complejidad a nuestra comprensión del espacio.

De hecho, detrás de este proceso se encuentra un intrincado baile cósmico y geológico. La principal responsable de este freno progresivo es la atracción gravitatoria de la Luna y, en menor grado, la del Sol. Sin embargo, a esta fuerza externa se suman factores puramente terrestres, como los movimientos del núcleo y el manto del planeta, así como la redistribución constante de la masa en la superficie, un efecto acentuado en la era moderna por fenómenos como el deshielo de los grandes glaciares. Sorprendentemente, esta ralentización no solo afecta a la duración del día, sino que también podría ser clave para la existencia de oxígeno en nuestro planeta, un aspecto crucial para la vida tal como la conocemos.

Este proceso de frenado, lejos de ser reciente, ha marcado la historia de nuestro mundo. Las evidencias geológicas indican que, poco después de la formación de la Luna, los días apenas duraban diez horas. Un enorme salto en el tiempo nos traslada a hace unos 600 millones de años, cuando la duración de la jornada ya se había extendido hasta las 19,5 horas. Este cambio es un claro testimonio de la constante ralentización a la que la Tierra ha estado sometida desde sus orígenes, según apuntan desde Science Advances. De hecho, la constante revisión de hitos geológicos y cráteres antiguos es fundamental para comprender mejor la evolución de nuestro planeta desde sus orígenes.

La predicción de los días de 25 horas

En este sentido, un reciente estudio desarrollado por la Universidad Técnica de Múnich ha logrado poner cifras a esta evolución. Utilizando un modelo de alta precisión, sus proyecciones calculan que el planeta podría llegar a tener días de 25 horas. Para presenciarlo, no obstante, haría falta una paciencia geológica: los investigadores estiman que este hito no se alcanzará hasta dentro de 200 millones de años.

Una transformación de tal envergadura, por muy lejana que resulte, tendría consecuencias notables para la vida y la civilización tal y como la conocemos. Un día más largo obligaría a reajustar los calendarios por completo, así como todos los sistemas de medición del tiempo que rigen nuestra sociedad. Los husos horarios y la propia organización de la jornada laboral y social tendrían que ser rediseñados desde cero para adaptarse a un nuevo compás planetario.

Asimismo, el impacto sobre la naturaleza sería de una magnitud colosal. Los ritmos biológicos de las especies, desde las plantas hasta los animales, están profundamente adaptados al ciclo de luz y oscuridad actual. Un cambio en la duración del día alteraría estos patrones milenarios, afectando a la fotosíntesis, a los comportamientos de caza y a las migraciones, lo que podría desencadenar un complejo proceso de adaptación evolutiva a escala global.