Curiosidades

Las cinco grandes preguntas que las ciencias todavía no han logrado responder

Las ciencias han avanzado muchísimo, y aunque nos vamos aproximando, todavía no tenemos respuestas para cinco grandes preguntas que nos hacemos desde siempre

Los Pilares de la Creación aparecen en un caleidoscopio de colores en la imagen del telescopio espacial James Webb de la NASA a la luz casi infrarroja. (Fotografía de NASA, ESA, CSA, STScI; Joseph DePasquale (STScI), Anton M. Koekemoer (STScI), Alyssa Pagan (STScI).)
Los Pilares de la Creación aparecen en un caleidoscopio de colores en la imagen del telescopio espacial James Webb de la NASA a la luz casi infrarroja. (Fotografía de NASA, ESA, CSA, STScI; Joseph DePasquale (STScI), Anton M. Koekemoer (STScI), Alyssa Pagan (STScI).)NASA, ESA, CSA, STScI; Joseph DePasquale (STScI), Anton M. Koekemoer (STScI), Alyssa Pagan (STScI).Creative Commons

Las ciencias no tienen respuesta para todo, por supuesto. Pero es que ni siquiera lo pretenden. Hay cuestiones tremendamente profundas que no pertenecen a las ciencias, sino a la filosofía. Una filosofía bien informada por otras disciplinas claro está, pero no será ciencia. Es normal que nos confundamos y creamos que estas preguntas son científicas, pero podemos detectarlas si prestamos atención. Un buen truco es comprobar si empiezan con un “qué es…”. Por ejemplo: “¿qué es el tiempo?” o “¿qué es la vida?”. Estas preguntas necesitan tener en cuenta lo que la física y la biología han descubierto, pero son más ontológicas que científicas, preguntas filosóficas.

Si dejamos todas estas cuestiones a un lado veremos que todavía preguntas importantes por responder. No significa que estemos totalmente perdidos, pero abordan cuestiones complejas para las que, tal vez, no estamos ni teórica ni tecnológicamente preparados. Esas son las preguntas que nos interesan, cuestiones que ni las ciencias más punteras ha conseguido desenmarañar del todo. Y no pretendemos con ello hacer escarnio de las ciencias, ni mucho menos. Posiblemente sea cuestión de tiempo que resolvamos estas dudas y, precisamente por eso, es especialmente interesante tenerlas localizadas. Podríamos hacer una lista muy larga de preguntas abiertas, pero, bajo el injusto y subjetivo prisma con el que se hace cualquier lista, nosotros hemos seleccionado las siguientes cinco:

¿Cómo empezó todo?

Si queremos empezar por el principio, tendremos que preguntarnos cómo comenzó todo. Aunque tendremos que andarnos con cuidado, porque ya estamos rozando las cuestiones filosóficas. No hablamos de la expansión del universo que explican las teorías del Big Bang, hablamos de un verdadero origen e incluso si lo hubo. Incluso, si queremos ser algo más comedidos con nuestras esperanzas, podríamos preguntarnos qué hubo antes de esa expansión. Existen distintas propuestas totalmente científicas que abordan esta cuestión y que se preguntan a su vez si el universo siempre ha existido o no.

Como decíamos, estas cuestiones necesitan estar bien informadas por la filosofía, pero siguen siendo científicas. Por ejemplo, conceptos como los de “creación” (como lo entendemos popularmente) están fuertemente influenciados por la cosmogonía cristiana. Para muchos físicos y filósofos carece de sentido hablar de “la nada” y asumen que siempre hay algo, que la inexistencia no es una propiedad, como creían muchos filósofos medievales. Otra cuestión es si en algún momento podremos llegar a conocer la respuesta. No lo sabemos, y eso hace a la pregunta muchísimo más interesante.

¿De qué está hecho el universo?

Es posible que ya te hayas dado cuenta de que todas estas preguntas tienen truco, porque son, en realidad, conjuntos de preguntas bien apretados y relacionados. En este caso, cuando nos preguntamos de qué está hecho el universo, nos preguntamos mayormente dos cosas. Por un lado, qué es el 95% de lo que existe, porque el tipo de materia que conocemos solo representa el 5%. El resto es materia oscura y energía oscura, sustancias cuya existencia hemos inferido a partir de eventos extraños, pero cuya naturaleza todavía desconocemos. Sabemos que la materia oscura no reacciona a la luz, pero sí a la gravedad y que explica el movimiento de algunas estrellas en torno a las galaxias. La energía oscura será aquello que esté vendiendo a la fuerza de gravedad y permitiendo que el universo se expanda.

La otra gran cuestión en la que se ramifica esta pregunta es la de los ladrillos básicos de nuestra realidad. Sabemos que los átomos están hechos de partículas más pequeñas y estas, a su vez, de otras incluso más diminutas. A estas últimas las llamamos “partículas fundamentales” porque no conocemos nada más básico. Ahora bien… ¿son el último peldaño? ¿Qué constituye todo lo que conocemos en la menor escala posible? ¿Qué es lo más diminuto que existe? ¿Alguna vez llegaremos a saberlo con suficiente certeza?

¿Cómo apareció la vida?

El origen de la vida es otra de esas preguntas que nos inquieta. Existen muchas posibles explicaciones, aunque no hay consenso. ¿Cómo pasamos de lo inerte a lo que está vivo? ¿Fue un salto? ¿Puede acaso ser progresivo? ¿Tendríamos problemas reconociendo el límite entre lo que está vivo y lo que no? Con los virus ya existe cierta polémica y, aunque se acepta generalmente que no están vivos, nos hace cuestionar si nuestra definición de “vida” es como una frontera política, puesta porque nos conviene (en este caso intelectualmente), o como una cordillera, que está ahí queramos o no.

Entender cómo y dónde se formó la vida no es tarea fácil, porque no se preserva gran cosa de nuestro pasado más remoto y porque solo conocemos nuestro caso. Y, aunque debería ser más sencillo descubrir cómo surgieron los primeros virus (estén vivos o no), parece que tampoco lo tenemos claro. ¿Fueron previos a la vida? ¿Surgieron después? ¿Se formaron a partir de los productos de una célula? Todavía no tenemos respuesta y, aunque pudiéramos demostrar que es posible producir virus a partir de una célula, seguiríamos teniendo dudas razonables sobre si, en nuestro caso, sucedió así. No obstante, muchos expertos asumen que los virus han aparecido varias veces durante la historia de la Tierra.

¿Cómo surge la conciencia?

Y, si el paso de la no-vida a la vida es una incógnita, también lo es el de la no-conciencia a la conciencia. No hay motivo para creer en conceptos esotéricos como el panpsiquismo, por el que todo tiene cierto grado de conciencia, desde las piedras hasta el agua. Asumimos que la conciencia es algo que emerge en sistemas cuyas partes, de forma separada, no tendrían conciencia. No es magia, es algo que observamos con otras propiedades. El hidrógeno y el oxígeno no mojan, pero juntos, en la proporción adecuada, sí lo hacen, porque forman agua. La conciencia podría ser algo similar que surge de la unión de elementos capaces de procesar “información”, como las neuronas.

Esto nos llega a una segunda pregunta complementaria a “¿cómo surge exactamente la conciencia?” y es: “¿Podemos dotar de conciencia a una máquina?”. ¿En qué momento podemos atribuirle conciencia a una inteligencia artificial? Una imitación perfecta de nuestros procesos mentales… ¿tendría conciencia? ¿Si no hay diferencia perceptible para nosotros importa acaso que la tenga o que no? Entramos así, una vez más, en terrenos de la filosofía, pero que derivan de cuestiones científicas y tecnológicas de máxima actualidad.

¿Estamos “solos”?

Y, por último, una de las preguntas más apasionantes de todas. Una que implica cierta aventura y que ha atrapado a la imaginación de miles de millones de personas: ¿Estamos solos? ¿Hay otras formas de vida ahí afuera? Ya no hablamos de formas de vida inteligentes y mucho menos de civilizaciones. Nos conformamos con formas de vida, cualquiera. Posiblemente, esta sea la pregunta más sencilla de resolver de todas las que hemos planteado, aunque en ello no solo influirán nuestros esfuerzos, sino la contingencia. Hemos de dar con otros seres vivos en la inmensidad del cosmos y, si los encontramos, la pregunta tendrá su respuesta pero, si no, la duda se mantendrá.

Quizá estas formas de vida extraterrestres tengan, a su vez, sus propias preguntas y puede que muchas coincidan con las nuestras porque, a fin de cuentas, vivimos en un mismo universo y nos inquietan los extremos: los principios, los finales, los puntos donde todo cambia para siempre. Eso es lo que estudian las ciencias y, por eso, cuentan las mayores historias jamás vividas.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Cuando hablamos de filosofía científica no nos referimos a filosofía que siga un método científico o que se pueda clasificar como ciencia. En realidad, no tiene nada que ver con esto. “Filosofía científica” haría referencia a una filosofía informada por la ciencia más puntera de su momento. Es importante que la filosofía reflexione sobre qué es el tiempo, por ejemplo, pero valdrá de bien poco que lo haga de espaldas a las teorías de la relatividad. Gracias a ella sabemos cómo se comporta el tiempo en determinados casos y, si las explicaciones filosóficas no pueden dar cuenta de esas situaciones poco intuitivas, pero igualmente reales, serán, posiblemente, pura palabrería.

REFERENCIAS (MLA):

  • Diéguez Lucena, Antonio, and Vicente Claramonte Sanz. Filosofía Actual De La Biología.
  • Fundamentals of quantum physics: Textbook for students of Science and Engineering (no date). Scholars Portal.
  • Kaas, J.H. (2009) Evolutionary neuroscience. Oxford: Academic Press.
  • Keeton, C. (2014) Principles of astrophysics: Using gravity and stellar physics to explore the cosmos. New York: Springer.
  • Scharf, C.A. (2009) Extrasolar planets and astrobiology. Sausalito: University Science Books.
  • VITTORIO, N.I.C.O.L.A. (2020) Cosmology. S.l.: CRC PRESS.