Espacio
¿Cuánto falta para que colonicemos Marte?
Mucho, pero vamos dando pasitos en esta ambición expansionista. Primero será la Luna, luego otros planetas
Este es el único hogar que conocemos. Un puñado de rocas emergidas sobre el profundo océano. Un hogar finito y ya superpoblado. Antes o después tendremos que enfrentar lo inevitable, y más vale que sea antes que después. La civilización no deja de crecer, las ciudades medran a lo ancho y a lo alto, algunas incluso en los subsuelos. Algunos recursos empiezan a escasear y, otros, prometen hacerlo pronto. Estas limitaciones son las que mantienen controladas a las poblaciones de otras especies. Por mucho que los zorros estén pasando por un periodo de bonanza y se multipliquen, llegará un momento en que no habrá suficientes conejos para ellos y, simplemente, el hambre hará el trabajo para devolverlos a unas cifras más moderadas. ¿Qué nos depara el futuro a nosotros?
Lo natural sería eso mismo: que los recursos limitaran nuestro crecimiento y nos devolvieran a tiempos pretéritos, pero ese no es nuestro estilo. En realidad, hemos exprimido los recursos mucho más que otras especies. Hemos potabilizado agua, cultivado alimento y construidos hogares. Pero ¿y si lo que nos falta es espacio? ¿Qué podemos hacer? La Tierra tiene el espacio que tiene y buena parte de ella no es del todo habitable. O, lo que es más exacto, no conviene habitarla si eso significa eliminar un ecosistema. Si queremos más espacio y más recursos necesitaremos colonizar otros mundos. Planetas más allá del nuestro y, cuando decimos “colonizarlos” también nos referimos a hacerlos habitables. Es una meta ambiciosa, pero tal vez, los primeros pasos no estén tan lejos.
Nueve científicas en “Marte”
Llegará el momento en que tal vez nazcan humanos en otro planeta, pero antes de eso tenemos que pasar muchos hitos y, por ahora, hemos completado pocos. Ha habido humanos viviendo durante casi un año en la Estación Espacial Internacional, pero poco tiene que ver la ISS con un módulo instalado en la superficie marciana. De hecho, si omitimos cuestiones importantes como la baja gravedad y la gran cantidad de radiación y la falta de oxígeno, hay lugares en la Tierra que imitan bastante mejor algunos de los retos a los que se enfrentarán los futuros astronautas marcianos. De hecho, un grupo de nueve científicas catalanas está a punto de pasar 15 días en el desierto rojo de Utah, en EE. UU. Su propósito no es tanto simular las condiciones porque, como hemos dicho, hay otros factores importantes que no estarían presentes, sino visibilizar la presencia de mujeres en estas disciplinas científicas.
Durante su experimento, al que han llamado “Misión Hypatia I”, este equipo de investigadoras también probará una tecnología capaz de aprovechar la orina para producir baterías. Con ellas alimentarán un sistema de leds para iluminar un pequeño invernadero. No obstante, es uno más de las muchas simulaciones terrestres que hemos hecho. El siguiente paso, posiblemente, sea crear una estación espacial que orbite a la Luna, puede que luego un módulo habitable en su superficie y, finalmente, hacer lo propio en un planeta como nuestro vecino Marte. Y, por suerte, ya hemos empezado a recorrer este camino.
El proyecto Gateway
Cuando hablamos de una estación espacial dando vueltas a la Luna no estamos dejando volar la imaginación. Es una propuesta real. De hecho, es una de las principales metas de las misiones Artemis, de las que tanto se ha estado hablando estas últimas semanas. Tras medio siglo sin enviar personas a la Luna, la NASA ha decidido remangarse y crear una nueva versión del programa Apolo: las misiones Artemis. Las dos grandes diferencias son que, mientras que Apolo buscaba demostrar la superioridad tecnológica estadounidense durante la Guerra Fría, las misiones Artemis tienen un propósito más humano: explorar nuevos lugares donde establecer colonias humanas. En segundo lugar: si el proyecto Apolo exploró el ecuador del satélite, Artemis inspeccionará el polo sur en busca de agua congelada que, en el futuro, podamos utilizar para el uso de las colonias e incluso como combustible para cohetes.
Pues bien, en la tercera misión Artemis V, que se lanzará en 2025, desplegará un módulo orbital habitable llamado “Lunar Gateway”. La idea es que facilite la comunicación y el transporte entre la superficie Lunar y su órbita y, por lo tanto, con la Tierra. El módulo será para estancias cortas, pero será un hito sin parangón en la historia de la exploración espacial. Es muy posible que no podamos verlo para la fecha programada, porque lo normal en este tipo de misiones es que sea cumulen retrasos, pero, sin duda, es razonable esperar que se materialice durante los próximos 10 años.
Las promesas de Mr. Musk
La meta, no obstante, es algo más ambiciosa que este Lunar Gateway. Queremos colonizar otro planeta y, para ello, primero tendremos que ser capaces de diseñar un módulo con las condiciones de habitabilidad necesarias. Y, qué planeta mejor que nuestro vecino Marte. Algo más pequeño, con menos gravedad y sin apenas atmósfera, pero muchísimo menos hostil que nuestros gigantes helados o los ardientes Mercurio y Venus. De hecho, Musk lleva años prometiendo que enviará humanos a colonizar Marte. Pero, como los acontecimientos nos han demostrado, Musk es, en el mejor de los casos, un optimista. En 2021 dijo que le sorprendería si en 2026 no hubiéramos puesto al primer humano en Marte y, en muchas ocasiones, ha hablado de colonias marcianas para los años 30.
Lo más probable (y es casi seguro) es que no se cumplan estas expectativas. Hay problemas abiertos que ni siquiera estamos cerca de resolver. Su débil atmósfera, por ejemplo, está compuesta mayormente de dióxido de carbono, aunque por suerte se está desarrollando un dispositivo que podría transformar parte de este en oxígeno respirable: el MOXIE. Hay materiales con los que podríamos construir habitáculos subterráneos a prueba de radiación y otros parches, pero todavía falta mucho para verlo materializado.
Así que no, todavía no estamos cerca de las colonias marcianas, pero es un sueño realizable y dependerá del tiempo, pero también de las ganas que le pongamos. Y con ganas nos referimos a fondos. Porque motivos nos sobran y cerebros también.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La atmósfera de nuestro hermano rojo es débil, esto significa que, siendo más fina y bajo la influencia de un tercio de la gravedad terrestre, sus gases acaban ejerciendo poca presión sobre nosotros. Esta minucia puede hacer que, incluso con temperaturas negativas, nuestros fluidos corporales empiecen a hervir. Una alternativa propuesta para paliar la bajísima presión atmosférica sería construir nuestros asentamientos en las superficies más profundas de Marte, como es el caso del Valle Marineris, con 11 kilómetros de profundidad, y donde la presión (y la gravedad) es algo mayor.
REFERENCIAS (MLA):
- Mars, K. (2019) Gateway, NASA. NASA. Available at: https://www.nasa.gov/gateway (Accessed: April 14, 2023).
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