Neurociencias

Los "herrores" gramaticales "probocan" estrés

Cuantos más errores detectamos, más estresados nos sentimos según un estudio científico.

La complejidad gramatical de las palabras sigue constituyendo un universo inabarcable
La complejidad gramatical de las palabras sigue constituyendo un universo inabarcableArchivo

A veces la ciencia da la razón al refranero popular. O al menos a la sabiduría popular. Es una patada al cristalino, una aguja en la pupila… Los errores gramaticales a veces duelen con solo mirarlos u oírlos. Y un estudio científico señala que ese estrés que sufrimos al ver una palabra mal escrita o al escuchar a alguien hablar mal, es una realidad.

En un estudio publicado en el Journal of Neurolinguistics, un equipo liderado por Dagmar Divjak y Peter Milin, de la Universidad de Birmingham, descubrió una correlación directa entre los casos de mala gramática y la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC).

La VFC señala básicamente el lapso entre los latidos cardíacos. La duración de estos intervalos tiende a ser variable cuando estamos relajados, pero se vuelve más regular si nos invade el estrés. Los resultados del estudio muestran que existe una reducción estadísticamente significativa de la VFC en respuesta a “horrores” gramaticales.

Esta reducción es proporcional (a más errores, mayor la reducción), lo que sugiere que si una persona escucha más errores, sus latidos se vuelven más regulares y esto es un signo de estrés.

“Los resultados de este estudio ponen de relieve una nueva dimensión de la intrincada relación entre fisiología y cognición – explica Divjak en un comunicado -. Esta relación se ha estudiado utilizando técnicas que van desde el seguimiento ocular hasta la electroencefalografía y las imágenes cerebrales. Pero la relación entre la cognición del lenguaje y el sistema nervioso autónomo (SNA) ha recibido hasta ahora menos atención.

El SNA comprende dos partes: el sistema nervioso simpático (SNS) y el parasimpático (SNP). En pocas palabras, el sistema nervioso simpático activa la respuesta de “lucha o huida” durante una amenaza o peligro percibido, mientras que el sistema nervioso parasimpático controla las funciones de “descansar y digerir” o “alimentar y reproducirse” del cuerpo. “Nuestros hallazgos – señala el estudio - muestran que este sistema también responde a las demandas cognitivas, y esto sugiere que el esfuerzo cognitivo repercute a través del sistema fisiológico en más formas de las que se pensaba anteriormente”.

Los resultados constituyen la primera evidencia que sugiere que la VFC se puede utilizar como indicador del conocimiento lingüístico implícito.

“El conocimiento de nuestra lengua materna – añade Divjak - es en gran medida implícito, es decir, aprender tu lengua materna no requiere que te sientes y estudies, y su uso no requiere mucha reflexión, si es que requiere alguna. Esto también significa que le resultará difícil precisar qué es exactamente correcto o incorrecto en una oración y, peor aún, explicar por qué es así, especialmente si no ha recibido formación lingüística formal. Sin embargo, evaluar con precisión las capacidades lingüísticas de una persona, independientemente de su edad y sus capacidades físicas o cognitivas, es importante para muchas preguntas relacionadas con áreas fundamentales de la vida relacionadas con la cognición, incluida la salud del cerebro. Este estudio nos proporciona un nuevo método para aprovechar aspectos de la cognición que no son directamente observables. Esto es particularmente valioso en el trabajo con usuarios de idiomas que no pueden expresar verbalmente su opinión debido a su corta edad, su edad avanzada o su mala salud”.