Medicina

Ésta inteligencia artificial puede leer tu mente

Una nueva inteligencia artificial analiza la actividad cerebral y la traduce en texto

Los investigadores Alex Huth (izquierda), Jerry Tang (derecha) and Shailee Jain (centro) de la Universidad de Texas, en Austin, haciendo una resonancia magnética funcional para el estudio.
Los investigadores Alex Huth (izquierda), Jerry Tang (derecha) and Shailee Jain (centro) de la Universidad de Texas, en Austin, haciendo una resonancia magnética funcional para el estudio. Nolan ZunkUniversity of Texas at Austin

“¿Qué será lo próximo de la inteligencia artificial?” Esa es una de las dudas que nos asaltan tomando un café, esperando el bus o mirando el techo antes de dormir. En otro momento podría parecer sarcástica esa trivialización de la IA, pero lo cierto es que en nuestro 2023 se ha integrado tanto en la cultura popular que la realidad ha superado la ficción. Hace unos años que nos beneficiamos de ella, pero era de forma indirecta, casi oculta. Por ejemplo, mediante los motores de recomendación de webs. Ahora no hay bambalinas que valgan, usamos inteligencias artificiales puras y duras para resolver problemas, inspirarnos e incluso para jugar. ¿Quién no ha trasteado un poco con DALL.E o con ChatGPT? Pues bien, todo esto es solo el principio. Un comienzo tímido y poco representativo de lo que está por venir.

Tal vez por eso nos inquieta cuál será el próximo paso de las empresas de inteligencia artificial. Intentamos anticiparnos a lo impredecible y acabamos haciendo ciencia ficción donde no debemos. Y, por una vez, el problema no es que nos pasemos de fantasiosos, sino que nuestra imaginación a duras penas llega al abanico de posibilidades que realmente se le presentan a la industria. Sin ir más lejos, acaba de publicarse un artículo científico sobre una inteligencia artificialv capaz de leer la mente. Por desgracia (y por suerte), no es un programa que funcione por acto de magia desde nuestro teléfono, captando a distancia las etéreas ondas electromagnéticas que irradiamos. En realidad, lo que hace esta inteligencia artificial es transformar la actividad cerebral recogida en una resonancia magnética y transformarla en un texto. Básicamente, nos describe qué está representando esa persona en su cabeza en cada momento. Y, aunque parezca mentira, los resultados son sorprendentemente precisos.

Imanes y sangre

Cuando hablamos de “resonancia magnética funciona”, nos estamos refiriendo a uno de los principales pilares de la neurociencia moderna. Esta técnica consiste en un gran cilindro hueco a través de cuyas paredes giran descomunales imanes. La resonancia magnética hace vibrar los átomos del objeto a estudiar y gracias a ello pueden tomar información sobre la naturaleza de estos y, por lo tanto, sobre el tipo de tejido que están estudiando. Al añadir el adjetivo “funcional” nos referimos a una mejora por la cual la resonancia magnética es capaz de diferenciar la sangre oxigenada de la no oxigenada y, por lo tanto, detectar cambios en el flujo sanguíneo, el cual, parece estar relacionado con la actividad de una estructura cerebral concreta.

Por desgracia, toda lo que esta técnica tiene de resolución espacial le falta de resolución temporal. O, dicho de otro modo: nos permite determinar con gran precisión qué parte concreta del cerebro se ha activado, pero no tanto en qué momento concreto ha ocurrido. O, al menos, no con la misma precisión que pueden ofrecer otras técnicas. En cualquier caso, y aunque el uso de la resonancia magnética funcional ha recibido duras críticas en el pasado (algunas justificadas). En este artículo no solo parece útil, sino que apoya la propia validez de estas técnicas de imagen.

¿En qué estás pensando?

Con esto en mente y conociendo el gran potencial de la inteligencia artificial, la Universidad de Texas, en Austin, decidió embarcarse en un ambicioso proyecto tecnológico: diseñar una IA capaz de traducir la actividad mental en texto. Para entrenar esta inteligencia artificial, los investigadores tuvieron que registrar una gran cantidad de patrones de actividad mental en los sujetos de estudio. Y es que, aunque el cerebro de cada persona es relativamente diferente, si tenemos suficientes ejemplos de la actividad cerebral de una persona concreta, podremos calibrar la inteligencia artificial para que encuentre las relaciones propias entre la actividad de ese cerebro en especial y lo que está procesando y captando.

A diferencia de otras técnicas, esta no requiere implantar ningún tipo de material en el sujeto, lo cual permite hacer experimentos en un mayor número de gente y obtener, tanto un mejor entrenamiento, como una mayor evidencia de su eficacia. En cualquier caso, esto es solo el principio y, aunque los resultados son espectaculares, no son perfectos y habrá que someter esta IA a otros estudios.

Por ejemplo, según los investigadores, en una ocasión, uno de los participantes del estudio escuchó la frase: "Todavía no tengo mi licencia de conducir". La IA tradujo la actividad mental del sujeto como: "Ella ni siquiera ha comenzado a aprender a conducir todavía". En otra ocasión, ante "No sabía si gritar, llorar o huir. En su lugar, dije: 'Déjame en paz!'" la IA descodificó la siguiente frase: "Empezó a gritar y llorar, y luego simplemente dijo: 'Te dije que me dejaras en paz'". Nadie sabe qué nos traerá la IA, pero con esto tenemos suficiente para espolear nuestra imaginación en las noches de insomnio.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Esta tecnología no puede ser usada en personas sin que estas sean conscientes de que están experimentando con ellas. De hecho, el propio equipo ha decidido puntualizarlo en la nota de prensa, anticipándose al miedo que podría producir en el público. Para llevar a cabo esta lectura hacen falta unas máquinas de gran calibre. No hay forma de que nos hagan una resonancia magnética funcional en secreto, desde luego. Pero, es más, porque también se han visto impelidos a aclarar otras imposibilidades. Por ejemplo, que tampoco es posible leerle los pensamientos a alguien si no se ha entrenado previamente a la IA con su cerebro, lo cual es otro proceso imposible de hacer en secreto. Finalmente, también aclaran que el sujeto puede engañar con relativa facilidad a la máquina para evitar que le lea la mente, por ejemplo, pensando en algo muy concreto, como animales, o bien, que generen un relato interno en el cual desempeñan una serie de actividades, como si se contaran a sí mismos una historia. Así que, por ahora y a medio plazo, no hay motivo por el que preocuparse.

RERERENCIAS (MLA):

  • Semantic reconstruction of continuous language from non-invasive brain recordings Nature Neuroscience [[LINK:EXTERNO|||http://dx.doi.org/10.1038/s41593-023-01304-9" target="_blank">]]