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Universo

Es gigantesco y se dirige hacia nosotros: el cometa que ha fascinado a la ciencia

Un cometa colosal se acerca al Sistema Solar interior expulsando gases y desafiando todo lo conocido por los astrónomos

Un cometa de una foto de archivo: C/2023 A3 NASA Jet Propulsion Laboratory, California Institute of Technology NASA Jet Propulsion Laboratory, California Institute of Technology

El cosmos nos reserva espectáculos que desafían nuestra comprensión del universo. Cada cierto tiempo, visitantes helados procedentes de los confines más remotos del Sistema Solar deciden emprender un viaje hacia el interior, ofreciendo a los científicos oportunidades únicas de estudio.

Estos cuerpos celestes, forjados en las profundidades del espacio hace miles de millones de años, portan consigo secretos sobre la formación de nuestro vecindario cósmico. Su composición primitiva los convierte en verdaderas cápsulas del tiempo que pueden revelar cómo era el Sistema Solar en sus primeras etapas.

La tecnología actual permite a los astrónomos observar estos fenómenos con un detalle sin precedentes. Instrumentos de última generación pueden detectar incluso las emisiones más sutiles de estos viajeros espaciales, proporcionando datos que antes resultaban imposibles de obtener.

Un gigante helado despliega su actividad mientras se acerca

El cometa C/2014 UN271 (Bernardinelli-Bernstein) ha captado la atención de la comunidad científica internacional tras las últimas observaciones realizadas con tecnología de vanguardia. Según apuntan desde ScienceAlert, este objeto presenta características extraordinarias que lo sitúan como el cometa más grande jamás detectado procedente de la Nube de Oort.

Las dimensiones de este visitante resultan verdaderamente impresionantes: 137 kilómetros de diámetro, una medida que supera en casi 14 veces el tamaño del asteroide que provocó la extinción de los dinosaurios. El telescopio ALMA en Chile ha sido fundamental para confirmar no solo su tamaño colosal, sino también para detectar emisiones de monóxido de carbono expulsadas desde su superficie.

Las observaciones realizadas los días 8 y 17 de marzo de 2024 revelaron un comportamiento fascinante. Durante la primera fecha, los científicos identificaron dos chorros de gas emergiendo del núcleo helado del cometa, principalmente compuestos por monóxido de carbono. Además, detectaron el inicio de la formación de una coma, esa característica atmósfera de polvo y gas que rodea a los cometas.

La segunda observación mostró una disminución notable en la actividad: solo un chorro permanecía visible y la coma había desaparecido por completo. Esta variación en el comportamiento plantea nuevas interrogantes sobre cómo evolucionarán estos procesos conformes el cometa continúe su trayectoria hacia el interior del Sistema Solar.

La distancia a la que se detectó esta actividad resulta especialmente notable: el cometa se encontraba dentro de la órbita de Urano, aproximadamente 16 veces la distancia entre la Tierra y el Sol. Su máximo acercamiento tendrá lugar el 29 de enero de 2031, cuando alcance la órbita de Saturno, manteniéndose a una distancia segura de nuestro planeta.