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Psicología
Obama propuso estudiar la manipulación a través del cine y estos son los resultados
Un estudio analiza cómo la empatía despertada por los docudramas puede cambiar nuestra opinión sobre problemas sociales
Nos creemos inmunes a la publicidad. Somos racionales, solo compramos lo que queremos y las empresas tiran su dinero con campañas multimillonarias que jamás afectarían a nuestras decisiones. Si compramos esto o votamos a aquellos es porque lo hemos meditado detenidamente y nadie ni nada nos ha condicionado… ¿verdad? Lo cierto es que no, que las empresas y partidos políticos saben muy bien qué impacto tienen sus campañas y que, incluso cuando somos conscientes de que nos intentan vender algo, el marketing nos condiciona. ¿Pero cuánto? Eso es, más o menos, lo que le preguntó Barack Obama a uno de los productores ejecutivos de Just Mercy.
El expresidente acababa de ver el docudrama en un pase privado y era consciente de que la historia de aquel hombre afroamericano condenado a pena de muerte a pesar de las muchas pruebas de su inocencia despertaría algo en los espectadores. Obama se quedó pensando si ver Just Mercy podría cambiar la forma en que las neuronas se activan en el cerebro de las personas y así se lo preguntó. Tiempo después, el productor tuvo una conversación con la doctora Jennifer Eberhardt, profesora de psicología de Stanford y autora de la investigación que nos trae aquí. "Le dije a este productor que no teníamos que quedarnos con la duda: esta es una pregunta que podemos responder a través de una investigación rigurosa, y este artículo es un primer paso en esa dirección".
La manipulación del docudrama
Lo que el expresidente preguntaba era (científicamente) un tanto ingenuo, porque todo lo que experimentamos afecta de algún modo a la manera en que se activan nuestras neuronas. En este caso la duda se encuentra más bien en la escala del comportamiento, no tanto de la neurociencia y, por lo tanto, de la psicología. ¿Es posible que este tipo de productos audiovisuales donde se dramatizan casos reales apelen a la empatía de los espectadores con más eficiencia que los documentales o los informativos? Esa es la verdadera pregunta y lo que la investigadora Jennifer Eberhardt se lanzó a investigar.
El docudrama que vio Obama era Just Mercy, se basa en la historia real de Walter McMillian, un hombre negro de Alabama que fue condenado a muerte en 1987 por el asesinato de una joven blanca de 18 años, a pesar de que existían pruebas contundentes de su inocencia. La historia sigue al abogado Bryan Stevenson, fundador de la Iniciativa por la Justicia Igualitaria, mientras lucha por revertir la injusta condena de McMillian. A través de su trabajo, Stevenson expone el racismo sistémico y las injusticias del sistema de justicia penal, mostrando cómo los prejuicios raciales afectan de manera desproporcionada a las comunidades marginadas. Así pues, la doctora Eberhardt hizo que un grupo de participantes vieran la película entre dos pruebas para medir su empatía.
Los verdaderos protagonistas
Las dos pruebas eran idénticas. En ellas, se les pedía a los participantes que vieran unos vídeos de 1 a 3 minutos de duración donde aparecían exconvictos hablando de sus vidas. Los espectadores debían expresar qué creían que estaban sintiendo aquellos hombres y, posteriormente, los investigadores compararon las respuestas de los participantes con las que dieron los propios exconvictos al terminar de grabar los vídeos. El resultado fue claro: los sujetos de estudio se mostraron más empáticos después de ver el docudrama, siendo capaces de interpretar mejor las emociones de los exconvictos. Esta conclusión plantea las dramatizaciones de casos reales como un arma de doble filo, capaz de apelar al gran público para convencerles más allá de los datos.
De hecho, frente al grupo control, quienes vieron Just Mercy tenían un 7,66% más de probabilidades de firmar la petición de una ley federal para restaurar el derecho al voto de las personas con antecedentes penales. En este caso, la película apela a una defensa de los derechos humanos, de la reinserción, de la no discriminación y de la presunción de inocencia, pero esta misma herramienta podría utilizarse con propósitos menos benignos, y conviene tenerlo en cuenta. En cualquier caso, en palabras de otro de los autores del artículo: "Una de las mayores dificultades para grupos de personas que enfrentan estigmas, incluyendo a aquellos que han estado encarcelados, es que otros estadounidenses no perciben con precisión sus experiencias".
Y es que las historias mueven a las personas de formas que los números no lo hacen, como dijo la propia doctora Eberhardt. Porque “presentar solo números es contraproducente”. Resaltar las disparidades raciales en el sistema de justicia penal puede hacer que las personas se vuelvan más punitivas, no menos, y más propensas a apoyar las políticas punitivas que ayudan a crear esas disparidades en primer lugar. Los humanos somos mucho más complejos de lo que solemos pensar y, por eso, las soluciones sencillas de problemas sociales no son garantía de nada. Es necesario dudar, poner a prueba nuestras hipótesis, y estar dispuestos a descubrir que se nos da bastante mal predecir cómo reaccionará la sociedad ante medidas como esta.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Just Mercy está basada en el libro de Bryan Stevenson sobre su trabajo en la Iniciativa por la Justicia Igualitaria para anular la sentencia de Walter McMillian. Sin embargo, la reacción del público no ha sido igual ante la película que ante el libro en el que se basa. Esa cuestión que parece tan intuitiva en pro de la narrativa audiovisual es, en realidad, una nueva investigación en potencia que nos ayudará a comprender, realmente, por qué hay historias que funcionan mejor que otras.
REFERENCIAS (MLA):
- Zaki, Jamil, et al. “Film Intervention Increases Empathic Understanding of Formerly Incarcerated People and Support for Criminal Justice Reform.” Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 121, no. 43, 21 Oct. 2024.
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