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Polo sur

Los pingüinos están modificando la Antártida para siempre: con sus heces

Los excrementos de pingüinos están alterando el clima antártico de manera inesperada, según revela un sorprendente estudio científico

Investigadores de varias instituciones europeas analizan la personalidad y la migración de varias poblaciones de pingüinos La RazónLa Razón

La naturaleza nunca deja de sorprendernos con sus mecanismos más inesperados. Mientras los científicos buscan respuestas al cambio climático en los lugares más remotos del planeta, a veces las soluciones aparecen donde menos las esperamos.

En los confines helados de la Antártida, una revolución silenciosa está teniendo lugar. No proviene de la tecnología humana ni de complejos sistemas artificiales, sino de uno de los procesos más básicos y naturales que existen. El guano siempre ha sido utilizado como fertilizante, pero este nuevo giro antártico es algo que la ciencia no se esperaba.

Los responsables de esta transformación son habitantes que han tenido como hogar a estas tierras durante milenios. Su actividad diaria está alterando la composición atmosférica del continente blanco de maneras que apenas comenzamos a comprender.

El fertilizante natural que está cambiando el clima antártico

Los pingüinos Adelia están modificando la química atmosférica de la Antártida a través de sus desechos, según nos muestran desde Science News. Sus excrementos liberan gases que actúan como ingredientes fundamentales para la formación de nubes, creando un efecto refrigerante que podría ayudar a mitigar los impactos regionales del cambio climático.

El elemento clave en esta ecuación es el amoníaco. Los investigadores han descubierto que este gas, emitido por el guano de los pingüinos, se combina con el ácido sulfúrico liberado por el fitoplancton marino para crear diminutas partículas conocidas como núcleos de condensación de nubes. Estas partículas actúan como semillas microscópicas alrededor de las cuales se forman las nubes.

Matthew Boyer, científico atmosférico de la Universidad de Helsinki, y su equipo decidieron investigar este fenómeno cerca de la estación Marambio en la península antártica. La zona está literalmente cubierta de excrementos de una colonia reproductora de pingüinos Adelia, creando un laboratorio natural perfecto para este tipo de estudios.

Durante su investigación, que se extendió desde enero hasta marzo de 2023, los científicos midieron concentraciones de amoníaco de hasta 13.5 partes por billón, cifras 1.000 veces superiores a las registradas en áreas sin presencia de pingüinos. Cuando los vientos soplaban desde la dirección de la colonia, observaron picos dramáticos en las concentraciones de partículas aerosol, acompañados incluso de niebla.

Los resultados fueron espectaculares: las contribuciones de los pingüinos aumentaron las tasas de formación de partículas hasta 10.000 veces en la región. Pero lo más sorprendente fue descubrir que este efecto persiste mucho después de que las aves abandonen el área para su migración anual.

El guano había fertilizado tanto el suelo que un mes después de la partida de los pingüinos, las emisiones de amoníaco seguían siendo 100 veces superiores a los niveles base. Este descubrimiento revela que estos animales están creando un legado químico duradero que continúa influenciando la formación de nubes incluso en su ausencia.