Arqueología

El sorprendente secreto que escondía un 'chicle' de 6.000 años: la estricta norma que separaba a hombres y mujeres

Unos 'chicles' neolíticos de hace más de 6.000 años revelan los secretos de nuestros antepasados en los Alpes, incluyendo una sorprendente división de tareas entre hombres y mujeres que ha quedado grabada para siempre en su ADN

El sorprendente secreto que escondía un 'chicle' de 6.000 años: la estricta norma que separaba a hombres y mujeres
El sorprendente secreto que escondía un 'chicle' de 6.000 años: la estricta norma que separaba a hombres y mujeresWhite et al., Proc. R. Soc. B, 2025 / Science Alert

La especialización de tareas según el sexo no es un invento moderno. Un reciente hallazgo en los Alpes ha revelado que, hace más de seis milenios, ya existía una clara división del trabajo entre hombres y mujeres. La sorprendente evidencia no procede de grabados ni de restos óseos, sino de algo tan mundano como trozos de una especie de chicle prehistórico que, al ser analizados, han desvelado a quién pertenecían y para qué se usaban.

Client Challenge

De hecho, esta sustancia es en realidad brea de corteza de abedul, considerada el material sintético más antiguo creado por el ser humano. Nuestros antepasados del Neolítico la empleaban fundamentalmente como un potentísimo adhesivo universal, ideal para fabricar herramientas de piedra o para reparar objetos cotidianos. Lo que no se sabía hasta ahora es que su uso estaba claramente diferenciado por sexos.

En este sentido, un estudio sobre una treintena de estos fragmentos, con una antigüedad de hasta 6.300 años, ha demostrado su capacidad para conservar ADN en perfectas condiciones. Los análisis genéticos, tal y como informa el medio ScienceAlert, han abierto una ventana a la vida de aquellas comunidades de la Edad de Piedra, convirtiendo cada trozo masticado en un extraordinario archivo biológico. Los resultados son rotundos: el ADN masculino aparece en la brea utilizada en herramientas, mientras que el femenino se encuentra en los restos que sirvieron para reparar piezas de cerámica. Este fenómeno, en el que un objeto revela los secretos de quienes lo utilizaron, se ha observado en otros contextos arqueológicos, como demuestra el caso de una estatua de 3.000 años que todavía conserva las huellas de antiguos rituales.

Propiedades curativas en un chicle milenario

Por otro lado, la investigación sugiere que el acto de masticar esta brea no era meramente lúdico ni una simple forma de ablandar el adhesivo antes de su uso. Los científicos barajan la hipótesis de que también se aprovechaban sus conocidas propiedades medicinales. La corteza de abedul contiene compuestos antimicrobianos que pudieron servir como un remedio rudimentario para dolencias comunes.

Así pues, este antiguo chicle pudo funcionar como una especie de botiquín prehistórico. Masticarlo no solo preparaba el material para su aplicación, sino que también podía aliviar un dolor de muelas o, simplemente, contribuir a mantener una higiene bucal básica. Cada uno de estos pedazos de brea se ha convertido en una pequeña cápsula del tiempo, ofreciendo detalles sobre la salud, la dieta y los roles sociales de hombres y mujeres que vivieron mucho antes de que la historia empezara a escribirse.