Astrofísica

El telescopio James Webb descubre el objeto que todos los astrónomos han buscado

Se trata de Capotauro, una galaxia que habría nacido “tres días después del Big Bang”, según el calendario cósmico.

Astronomía
En el cuadrado y con una luz naranja, Capotauro queda retratadaGiuseppe Capriotti & Giovanni Gandolfi. Data: NASA / ESA / CSA / JWST / CEERS (PI: Steven Finkelstein)Giuseppe Capriotti & Giovanni Gandolfi. Data: NASA / ESA / CSA / JWST / CEERS (PI: Steven Finkelstein)

Imagina un caballo de Troya, pero en escala cósmica. En lugar de esconder guerreros, este guarda un secreto sobre los primeros instantes de todo lo que conocemos en el universo. Y ahora, el Telescopio Espacial James Webb (JWST), nuestro ojo más poderoso en el firmamento, podría haber encontrado precisamente eso: un objeto celestial tan antiguo que desafía nuestra comprensión de cómo se formaron las primeras galaxias. Los astrónomos lo han bautizado como "Capotauro", una montaña en Italia.

El descubrimiento de Capotauro (oficialmente CEERS ID U-100588) es, ante todo, un rompecabezas para la ciencia. Los responsables del hallazgo, analizando los datos del sondeo CEERS, se toparon con una señal tan extrema que barajan tres hipótesis, cada cual más intrigante que la anterior.

Uno de los aspectos más llamativos es que se trataría de la galaxia más lejana y antigua jamás vista. Hasta ahora, el título lo ostentaba MoM-z14, una galaxia cuya luz nos llega desde cuando el universo tenía apenas 280 millones de años. Si las estimaciones iniciales sobre Capotauro son correctas, su luz comenzó su viaje tan solo 90 millones de años después del Big Bang. Un salto atrás en el tiempo colosal.

Otra opción es que se trate de una galaxia más cercana, pero tan cargada de polvo cósmico que engaña a nuestros telescopios, haciéndose pasar por un objeto mucho más antiguo de lo que es. Finalmente, podríamos estar ante un objeto frío de nuestra propia Vía Láctea. La explicación más "local" sugiere que Capotauro no es una galaxia, sino un objeto oscuro y errante dentro de nuestra galaxia, como una enana marrón o un misterioso "planeta flotante" que no orbita alrededor de ninguna estrella.

Pero si se trata de la galaxia más antigua del universo y nació 90 millones de años después del nacimiento del cosmos, sería el equivalente a estar ante un objeto que surgió, comparativamente, un año terrestre después del Big Bang.

Supongamos que el Big Bang ocurrió a la medianoche del 1 de enero. Según este calendario, la Vía Láctea se formó alrededor del 1 de marzo y la Tierra nació el 14 de septiembre. Los primeros humanos habríamos aparecido en escena a las 23:52 del 31 de diciembre.

En este calendario, cada día representa unos 40 millones de años. La anterior poseedora del récord, MoM-z14, se formó el 8 de enero. Si los datos no mienten, Capotauro surgió en la madrugada del 3 de enero. Fue una de las primeras estructuras en emerger de la oscuridad primordial.

La emoción es obvia, pero la ciencia exige cautela. Si Capotauro es realmente una galaxia de tan solo 90 millones de años de edad, estaríamos ante un fenómeno de una eficiencia desconcertante. Para ser tan brillante y masiva en un plazo tan corto, tendría que haber convertido gas en estrellas a un ritmo frenético, un "baby boom" estelar que no creíamos posible tan pronto.

Esto nos obligaría a reescribir los capítulos iniciales de la evolución galáctica. ¿Formaron las galaxias sus primeras estrellas mucho más rápido de lo que predicen nuestros modelos? ¿O estamos ante un objeto de naturaleza completamente distinta?

Hay otras hipótesis, igualmente audaz: Capotauro podría no ser una galaxia, sino un agujero negro supermasivo en su fase más temprana, envuelto en una densa nube de hidrógeno que, al girar a su alrededor, brilla con una intensidad que imita a una galaxia lejana.

El estudio sobre Capotauro ya ha sido enviado para su revisión por pares en la prestigiosa revista Astronomy & Astrophysics y está disponible para toda la comunidad científica en el servidor arXiv. El siguiente paso crucial es la confirmación. Los astrónomos utilizarán el JWST y otros instrumentos para obtener un espectro del objeto: descomponer su luz como en un arcoíris. Este análisis es la prueba definitiva que puede medir con precisión su distancia real.

Mientras esperamos ese veredicto, Capotauro ya ha cumplido una misión: recordarnos que el universo está lleno de sorpresas. Ya sea un espejismo, un vecino extraño o un auténtico fósil del amanecer cósmico, este "caballo de Troya" astronómico ha abierto una brecha de asombro en nuestro conocimiento, desafiándonos a mirar más lejos y a cuestionar todo lo que creíamos saber sobre la infancia del cosmos.