Los valencianos protegen la paella y la declaran Bien de Interés Cultural (BIC)

La paella es mucho más que un plato. Es un icono gastronómico, un evento sociocultural que tiene la capacidad de reunir, sobre todo los domingos, a familias, amigos, Fallas y cualquier grupo valenciano que se precie. El proceso de elaboración en sí es una fiesta, un acontecimiento que finaliza, como no, con el veredicto final de todos los comensales. “Está dulce, salada, el arroz está duro, pasado...” o en algunos casos, como no, el cocinero recibe el aplauso general de toda la mesa.

Todas estas peculiares características, que la diferencian de los platos típicos de otras regiones, han llevado al Gobierno valenciano a declarar la paella Bien de Interés Cultural (BIC) dentro de la categoría de bienes inmateriales. “Si nos paramos a describir los ingredientes, nunca nos pondremos de acuerdo”, ha bromeado la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, al realizar el anuncio tras la reunión semanal del Gobierno en la que se ha aprobado el decreto.

Oltra ha recordado que la paella nació en el entorno de l’Albufera de Valencia, como plato de “aprovechamiento” que se elaboraba con los productos que daba la tierra y los animales pequeños que se criaban en las casas (pollos, gallinas y conejos). Con el tiempo, el plato empezó a expandirse a los poblados marítimos de la ciudad de Valencia y progresivamente a todos los pueblos de la Comunitat, con la peculiaridad de que en cada uno de ellos se cocina de diferente manera (siempre dentro de la receta base).

La vicepresidenta ha señalado que desde el Consell se ha querido poner en valor precisamente la capacidad que tiene la paella de reunir en torno a una mesa a grupos de toda clase, así como la diversidad en su elaboración. La condición de BIC, señala, comporta investigación, conservación y puesta en valor.