
Arte
La Inmaculada que los Jesuitas obligaron a Juan de Juanes a pintar tres veces
La obra ha sobrevivido a múltiples avatares bélicos y políticos y actualmente está protegida por un cristal blindado en una capilla lateral del templo

Juan de Juanes pintó en 1568 la Inmaculada que hoy se conserva en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús en el colegio San Pablo de los Jesuitas, hoy Instituto Luis Vives de Valencia, tabla que se sabe en 1579 fue trasladado a la Casa Profesa de los Jesuitas y de ahí a la Iglesia entonces llamada de la Compañía.
El P. Martín Alberro sería el censor teológico de la obra maestra de Juan de Juanes y le presionó mucho hasta el acabado de la obra, pues entendía que lo dibujado no se correspondía lo que significaba la Inmaculada, que la misma Virgen, decía el religioso, le había dicho explicado en una aparición que había tenido en el propio colegio.
La «tota pulchra» de Juan de Juanes, óleo sobre tabla, es considerada como la más bella de las Inmaculadas de las Bellas Artes. La imagen, de rostro dulce y sereno, aparece siendo coronada por Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, que la preservaron del pecado original y rodeada de simbología de las letanías lauretanas.
La Virgen aparece con manto y túnica, y en lo alto la Trinidad coronándola. Dos filacterias grandes flanquean a la Virgen con la leyenda «Tota pvlchra es amica mea/ et macula non est inte”, del Cantar de los Cantares. La rodean los símbolos de la letanía lauretana: el sol, el ciprés, la puerta, la vara de Jesé, el pozo, el rosal, el olivo, el jardín, la luna, la estrella, la ciudad, la palmera, el espejo, la torre, el lirio, el cedro y la fuente.
La presencia de esta Inmaculada en la Iglesia de la Compañía dio a pie de rotular una calle dedicada a ella, «carrer de la Purissima», y construirle una capillita exterior que en la antigua Casa Profesa de la Compañía de Jesús.
La obra de Juan de Juanes ha sobrevivido a múltiples avatares bélicos y políticos. Actualmente está protegida por un cristal blindado en una capilla lateral del templo, a la izquierda entrando por la puerta al pie, y muchísima gente va a verla en el día de su fiesta litúrgica, 8 de diciembre.
Desde la Reconquista jaimina, el Reino de Valencia ha tenido una gran tradición inmaculista, cuyo precedente se encuentra ya en san Pedro Pascual, mozárabe valenciano, quien en sus prédicas entre los lugareños, años antes de caer la ciudad en manos del monarca aragonés, ya defendía la tesis de que la Virgen María fue preservada del pecado original al nacer: “Ans e la seua concepció e apres es estada en la gracia de Deu en la sua amors,… volgué Déu preservar a la Santisima Verge del pecat original, el qual era mortal, i tota altra lesió de brudetat… ho va fer per gràcia com Aquell que devia pendre carn d´Ella…”.
Fue en Valencia, el 14 de marzo de 1394, cuando el rey Juan I mandó que se celebrara la fiesta de la Inmaculada Concepción en todos los Estados de la Corona de Aragón, y advertía que serían castigados a pena de destierro de sus dominios aquellos que negaran que la Virgen naciera sin mancha alguna.
En 1530, la Universidad de Valencia fue la primera de todas las de España en votar, prometer y jurar la defensa que María fue Inmaculada ya en su concepción. El obispo hizo jurar a profesores, maestros y predicadores "defender la Concepción Inmaculada de María Santísima». A los universitarios que no hacían el juramento concepcionista no se les daría el título de doctor. En las postrimerías del pasado siglo, en un ajuste de cuentas, acabaría la Universidad quitando la imagen de la Virgen de la Sapiencia de su escudo donde figuró desde su fundación.
El 8 de diciembre de 1854, seis siglos después de que en Valencia se viniera afirmando tal hecho, cuando la Iglesia oficial proclamaría mediante la Bula "Inefabilis Deus" -del Papa Pío IX el dogma que María, “fue preservada de toda mancha de culpa original”.
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