
DANA
Un vecino de Aldaia: «Aquí no ha venido nadie, estamos vaciando nosotros los garajes»
Los vecinos de esta localidad, de la que se está hablando menos, se sienten abandonados

Situado junto al ya trágicamente conocido Barranco del Poyo, Aldaia es una de las localidades afectadas por la DANA del pasado 29 de octubre de la que menos se está hablando. «Aquí no ha venido nadie», asegura un vecino de esta localidad que vive en el séptimo piso de un edificio que todavía tiene anegado parte de un enorme aparcamiento compartido con un supermercado. Ningún servicio oficial de emergencias ha acudido a este edificio para empezar a achicar el agua que lleva ya seis días empantanada, poniendo en riesgo la seguridad de los vecinos y del propio edificio.
«Los primeros en llegar hace unos días fueron los bomberos de Valladolid, que han estado en otras calles, y la UME sabemos que también está por aquí, pero hasta ahora aquí no han venido», asegura el hombre, que explica que han dejado de beber agua del grifo siguiendo las recomendaciones de las autoridades.
Los vecinos de este edificio situado a la entrada de Aldaia se organizaron desde el principio para conseguir bombas de achique por su cuenta, pagando los gastos de su bolsillo, y haciendo guardias por la noche para que no se las roben. Una vez han conseguido vaciar una de las plantas del parking, uno de ellos se ha atrevido a entrar, con un medidor de CO2, para evitar posibles intoxicaciones, e ir viendo el panorama que ha dejado la inundación.
En Aldaia se han organizado varios puntos de reparto de alimentos y materiales, como botas de agua, agotadas en todos los puntos de distribución. El colegio del pueblo, el polideportivo y el ayuntamiento, tratan de coordinar las tareas de reparto.
Seis días después de la tragedia, las calles siguen atestadas de coches y de mobiliario amontonado. «Nunca he vivido una guerra, pero este escenario debe de ser lo más parecido». En este pueblo, como en otros, algunas calles se han salvado, y casi parecen una localidad diferentes. Sucede lo mismo en la vecina Alaquàs, donde la suerte ha querido que algunos escapen a la tragedia.
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