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La RAE habla: «feminizar» y «autodeterminación», palabras de 2019

larazon

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Los miembros de la Real Academia Española se definen como notarios, no por la seriedad de sus trajes, sino porque van dando cuenta de nuestras realidades lingüísticas. Para definir este finiquitado 2019, que, todo sea dicho, el almanaque se lo podría haber ahorrado, han seleccionado una serie de palabras que están muy bien, en plan «euroescéptico», «constitución» y «autodeterminación», que resumen con idoneidad por dónde va la cosa política, pero no la peña, o sea, la sociedad, que suele ser harina de otro costal. Así, eligen «escuela», «feminizar y «clima» para dar el contrapunto social a tanta poliquería reciente, pero eluden el vocabulario que se habla a pie de calle, que tiene más gracia y además es más irreverente, vivo y ocurrente. Este es un léxico sin corbata ni chaqués, pero de gran ingenio y que nos indica por dónde nos vienen las influencias culturales hoy en día. Así que mientras desde el salón de plenos de la RAE nos vienen con «elección» y «triunfo», la gente por ahí habla de mi «crush», que sería, si lo definiera un adolescente, un «putoflechazo»; «hacer» o «desmarcarse» con un «next», que, si siguiéramos preguntando al mismo intrépido, señalaría que «es como pasar cantidad de alguien»; o «morral», que, si permitiéramos que el mismo menda aún continuara oriéntanos por las procelosas aguas de este vocabulario, nos indicaría que es «un vago del diez». En la RAE también han dado mucho valor a palabras como «progreso» y «confianza», que son términos muy bienintencionados y asentados en el diccionario, pero que expresan más futuro que presente y pasado, porque los niveles de fe en las instituciones y autoridades deben andar, según nuestro joven Virgilio, «a menos uno». Aquí la chavalería parece muy abstraída, muy a su rollo, con las tecnologías y las pantallas, pero no pierden de vista de qué va la movida de los adultos, así que conviene tenerlos más presentes y «trolearlos» menos, que, como nuestro chivato de jerga precisa, es «vacilar a alguien», y, también ir de clarito con ellos, «sin filtros», para evitar malentendidos y equívocos que luego cuesta subsanar. La RAE, que ha hecho bien abriendo las puertas a la gente, al menos para que los de la ESO y los amigos del botellón no piensen que es un «Mordor de flipar», ha sido biempensante y muy correcta, y ha prestado atención a «acogida», más que nada por eso de ser un «bienqueda» con los desafortunados de la Tierra. Lo que no apunta la RAE en su nómina de palabras del año son «hastío», que es lo muchos pronuncian cuando se refieren a los chicos del Congreso con sus másteres y tesis del carajo; «pesados», para referirse a tanto nacionalista nuevo (los de las periferias y los de tierra adentro), después de luchar durante décadas por sacar adelante la UE y una Europa sin fronteras ni banderas de ninguna clase; y mucho menos de los «ofendiditos», que son los amantes de lo políticamente correcto. La próxima vez, la RAE podría definir el año con las palabras que realmente utiliza el pueblo, más que nada para evitar ser unos «sinsajos» (gente sosa, según apunta mi fuente). Pero eso lo sabremos a final de 2020. Mientras, habrá que esperar. Así que hasta la próxima. O como diría mi colega: «Hasta nunki».

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