Pasar el coronavirus con... “Testigo de cargo”
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Cuando Marlene Dietrich fija la mirada en la figura del abogado Sir Wilfrid Robarts y de manera solemne reconoce segura de sí misma, embriagada de su propia firmeza, que nunca se desmaya porque no está segura de que vaya a caer con elegancia, uno entiende de forma inmediata que se encuentra ante una gran película. Una de esas que permanecen tiempo dormitando en la memoria, que no se escapan con facilidad de la prisión de nuestra cabeza.
Y es que la cinta dirigida por Billy Wilder en 1957, incluida en la coctelera de la crítica como una de las 100 mejores de la historia, tiene los ingredientes necesarios para convertir el entramado judicial y criminalista de la Inglaterra del siglo XX en un apasionante juego de roles invertidos, tramas disparatadas, amores encausados y obscenas cantidades de ginebra en termos. La consecución de diálogos brillantes y afilados envuelve al espectador y le transporta a una historia protagonizada por un monumental Charles Laughton, capaz de ofrecer, en palabras del propio director, “más de veinte formas distintas de improvisación” para cada escena.
En esta cinta cuya base narrativa está tomada de la novela homónima de Agatha Christie, un pintoresco letrado que acaba de salir de una temporada larga en el hospital tras presentar serios problemas de corazón acepta defender el caso de Leonard Vole, un comercial sin demasiada proyección acusado de asesinar a una acaudalada viuda con la que había mantenido una peculiar relación afectiva para, teóricamente quedarse con todo su dinero.
En mitad del vendaval, la declaración inesperada durante el juicio de una mujer. Una víctima alemana de la posguerra llamada Christine Helm interpretada por una Dietrich con poca destreza inicial para el acento cockney que además de ser la pareja oficial de Leonard, se constituye como la pieza clave de la resolución del caso. Divertida, magnética, ágil, inteligente, disparatada y “mejor que cualquiera de Hitchcock” según el propio Wilder. No mate este tiempo tan raro que vivimos. Estírelo, reviértalo y aprovéchelo para descubrir joyas cinematográficas como ésta.
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