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Hong Kong, el Pearl Harbor del que nadie habla

Con la región especial de China de celebraciones por los 23 años de su independencia, recordamos el episodio en el que Japón arrebató dicho territorio a Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial y solo cuatro horas después del ataque en Hawái

Asalto del Ejército japonés a la estación Tsim Sha Tsui en 1941 Mainichi NewpaperMainichi Newpaper

Desde el neolítico, la región de Hong Kong ha estado ocupada históricamente por los chinos. Al principio formaban una pequeña comunidad pesquera que más tarde sería refugio de piratas y contrabandistas de opio. Desde el año 214 a.C., la isla perteneció al imperio chino hasta que en 1842 fue cedida con carácter indefinido a Gran Bretaña mediante el Tratado de Nankin. La superficie de la colonia aumentó significativamente con la incorporación de nuevos territorios, parte de la península de Kowloon y la isla de Lantau, arrendados a los ingleses por 99 años, desde el 1 de julio de 1898 hasta el 30 de junio de 1997. Tras el establecimiento en 1912 de la República de China, Hong Kong se convirtió en refugio político para los exiliados chinos procedentes del continente. Durante la II Guerra Mundial cayó en manos de Japón, que la convirtió en centro militar de su campaña en Asia. Los británicos la recuperaron en 1945 tras su rendición total. La continua llegada de chinos desde el continente proporcionó mano de obra barata que posibilitó un rápido crecimiento. El desarrollo económico la transformó en una de las regiones más ricas de Asia.

En 1982, ante la proximidad del fin del arrendamiento británico (1 de julio de 1997), comenzaron las conversaciones entre China y Gran Bretaña sobre su futuro. Como resultado, ambos países realizaron una declaración conjunta firmada el 19 de diciembre de 1984 en Pekín por la que China prometía que su sistema económico socialista no se aplicaría en Hong Kong en un plazo de 50 años bajo la política “un país, dos sistemas”, y se comprometía a respetar el sistema legal existente, excepto en defensa y relaciones exteriores. El 1 de julio de 1997 Hong Kong pasó a China como Región Administrativa Especial, régimen que finalizará en 2047. Ese será el año en el que, si nada cambia, el territorio pasará a ser controlado completamente por Pekín.

Esta misma semana se han cumplido 23 años del evento, pero en Hong Kong no están para celebraciones. Los habitantes de esta Región Administrativa Especial de la República Popular China no se sienten conectados con ella, disfrutan un sistema político y económico muy diferente del de sus compatriotas continentales, con mucha más autonomía. El aniversario de la entrega ha reavivado las preocupaciones sobre su futuro. Más de dos décadas después, grupos civiles de Hong Kong han denunciado supuestos intentos de Pekín para suprimir su democracia. Muchos habitantes ven con preocupación cómo China interviene cada vez más en distintos aspectos de su política, generalmente, en contra de su tradición más liberal. El temor Hong Kong a que China termine con su autonomía viene provocando continuas protestas.

El año pasado, jóvenes vestidos de negro se congregaron frente al parlamento, hecho que marcó el inicio de un período de enfrentamientos. Los activistas prodemocracia han expresado su inquietud a que llegue el final de Hong Kong tras el anuncio de China de aprobar una nueva ley de Seguridad Nacional en la Asamblea Nacional Popular (ANP, Legislativo). Ley que podría entrar en vigor hoy miércoles 1 de julio, precisamente la fecha en la que se conmemora la cesión del territorio de la soberanía británica a la china en 1997 y que la Unión Europea ha deplorado porque considera que socavará la autonomía y el Estado de derecho de la ciudad.

Como ha indicado el presidente del Consejo Europeo Charles Michel en rueda de prensa: “Esta ley corre el riesgo de minar gravemente el alto grado de autonomía de Hong Kong y tener un efecto perjudicial en la independencia de la judicatura y el Estado de derecho”. En esta misma convocatoria, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, recordó que “que la nueva ley no es conforme a la ley Básica de Hong Kong ni a los compromisos internacionales de China, tanto en términos de procedimiento de adopción como de sustancia”. Y prosiguió: “Así que hemos dejado muy claro que para nosotros es muy crítico y estamos gravemente preocupados por ello. En línea con las garantías que China dio en el pasado, los derechos y libertades existentes de los residentes de Hong Kong deben ser protegidos por completo”, afirmó.

Sin embargo, hay un episodio de Hong Kong que pocas veces se recuerda. Si Hollywood, como de costumbre con todo lo que toca, ayudó a la mitificación del ataque de Japón a EE UU en Pearl Harbor, no son demasiadas las ocasiones en las que se recuerda cómo ese mismo día los kamikazes tomaron Hong Kong. Batalla que sí contó Shigeo Tanaka en el cine allá por 1942 como propaganda anti británica. Solo cuatro horas más tarde de que la nube de aviones japoneses cubriera el cielo de Hawái (por la diferencia horaria cada batalla se enmarca en un día diferente: 7 y 8 de diciembre del 41), se producía una de las primeras batallas de la Guerra del Pacífico. Las fuerzas del Imperio japonés atacaron a la colonia británica de Hong Kong. El ataque violaba el derecho internacional por no haber declarado de ante mano la guerra a los británicos, que ocupaban Hong Kong junto a indios y canadienses.

Poco después de las 08:00 horas, el general mayor Christopher Maltby comandaba una defensa que se veía superada casi cuatro a uno (50.000 japoneses frente a 14.000 aliados) y que, además, carecía de la experiencia de combate de sus oponentes. La Batalla de Hong Kong no fue tan fugaz como la de Hawái, pero finalmente, tras casi veinte días de lucha, el 25 de diciembre Japón se hacía con su objetivo.

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