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El día de la bestia según Corea del Sur

El director y guionista Lee Jung-Ho apuesta por una revisión de la película francesa "Asuntos pendientes" y se sumerge de lleno en un thriller encabezado por dos inspectores rivales de homicidios de la ciudad coreana de Inchon

El actor surcoreano Lee Sung-min (de pie) interpreta en la ópera prima de Lee Jung-ho a un inspector de policía atormentado que deberá resolver un macabro caso
El actor surcoreano Lee Sung-min (de pie) interpreta en la ópera prima de Lee Jung-ho a un inspector de policía atormentado que deberá resolver un macabro casoImdbImdb

Nada tiene que ver la negra y ligeramente abultada cabellera asiática de Yoo Jae-myung ni tampoco su apacible gesto de bonomía inalterable con las pronunciadas entradas y la tosquedad característica de un hijo del Valle del Loira como Gérard Depardieu. Sin embargo ambos no solo comparten campo profesional a través de sus dotes interpretativas, sino que además han dado vida a la misma persona. Eso sí, en escenarios, localizaciones, ritmos y tiempos muy distintos. Si en “Asuntos pendientes”, aquel thriller policiaco dirigido por el cineasta Olivier Marchal en 2007, la investigación que vertebraba la trama protagonizada por dos policías rivales transcurría de manera orgánica y sin demasiados sobresaltos, en la adaptación que ahora propone en forma de bautismo cinematográfico el director surcoreano Lee Jung-Ho, todo sucede de manera sórdida y adrenalínica. “The beast” comienza con la mirada agonizante de un ciervo atropellado en mitad de la carretera y navega con violencia por las claves de la tradición del género policiaco.

Han-su, inspector del equipo de homicidios del departamento de policía de Inchon (ciudad limítrofe con Seúl) con años de experiencia a sus espaldas y un sistemático rechazo a la sociedad, consecuencia directa de su trato habitual con criminales, sádicos y delincuentes, se encuentra en medio de una operación con su compañero Jong-Chan cuando el mamífero se cruza en su destino. La importancia de su presencia reside en los ojos redentores con los que Han-su observa al animal en un primer momento. La culpa no solo está presente al inicio de esta historia que juega de forma estratégica con los elementos del género, sino que empapa todos y cada uno de sus rincones.

El realizador asegura que se trata de una película “en la que se pueden observar los conflictos internos del ser humano a través de la polimetría emocional de sus protagonistas” ya que la disparidad de caracteres, acusada por igual tanto en la versión francesa como en la nueva propuesta de Jung-Ho, condiciona de algún modo el peso argumental de algunas secuencias. “Quería mantener el sentimiento del original, pero también centrarme en la creación de una nueva historia”, añade. El macabro desmembramiento de una joven estudiante hallada en en el fango de los alrededores de Inchon, detona la acción. En ese momento Min-tae (personaje anteriormente interpretado por Depardieu y aquí por Yoo Jae-myung) y Han-su deben hacerse cargo del caso, con una promesa de ascenso para el que consiga resolverlo mediante, a pesar de pertenecer a departamentos rivales y manifestar poca simpatía el uno por el otro.

La oscura y atormentada naturaleza de Han-su, a quien da vida un destacable Lee Sung-Min (”Secret Sunshine” y “The Spy Gone North”) y el encubrimiento de un asesinato a quemarropa que lleva a cabo una de sus informadoras (una traficante rodeada de muy malas compañías) precipitan el volcánico desenlace y aportan un trepidante soplo de persecuciones y sombríos conflictos. “Necesitaba abordar este trabajo como algo puramente de género, y desde el principio le concedí mucha importancia a las luces, al diseño de producción, a la fotografía y en definitiva a todo lo que estaba detrás de cada plano. Todo tenía que funcionar como el engranaje de un reloj para reforzar esa idea y creo que al final lo conseguí”, señala Lee Jung-Ho acerca de las características de esta temática.

La “moda” del cine coreano

Durante este último año ese “noir” surcoreano mencionado por el cineasta no solo ha celebrado sus 100 años de trayectoria cinematográfica sino que ha sufrido un progresivo y considerable ejercicio de internalización. La evidencia más notable alude al título de la oscarizada y aplaudida “Parásitos” de Bong Joon-ho, pero nombres como Hong Sang-Soo, autor de “El día después” (cinta nominada en el Festival de Cannes de 2017), el creador de la crepuscular “Burning” (2018), Lee Chang-dong, el vanguardista Kim Ki-duk o Park Chan-wook con su aclamada “La doncella” ponen en valor la calidad de un tipo de cine que lejos de responder a modas pasajeras pretende consolidarse en el marcado como una mirada independiente y atemporal.

“The beast” bebe, en efecto, de todas estas aguas independientes, secas, fielmente estéticas, con la particularidad de que se centra más en la clásica estructura de thriller policiaco televisivo en vez de en el cariz autoral y contemplativo de otras cintas. Su atmósfera inmersiva, reconocible tanto en la espesura del bosque donde hallan el cadáver como en los arrabales en los que supuestamente vive el asesino de la joven, sumergen al espectador en una asfixia que deja sin aire pero que de manera morbosa no puedes dejar de mirar. Jung-Ho reconoce que “hay una ambiente peculiar que sólo Incheon exuda. Trabajé duro para capturar el esencia del barro. En cuanto a los apartamentos, encontramos un lugar en Daegu que era perfecto. Quería alcanzar un clímax diabólico. Todos podemos ser malos en algún momento”.

Cuando “Old boy” se consagró como una joya del “noir”

Después de que Park Chan-wook dirigiera hace 17 años “Old boy”, las mujeres empezaron curiosamente a colonizar los espacios protagonistas de sus películas. Tal vez porque el nivel testosterónico de venganza, demostración de hombría y honor de esta cinta ya era suficiente o quizá porque tal y como él mismo afirmó en una entrevista, la paternidad y el matrimonio le feminizaron la mirada y la perspectiva cinematográfica. Sea como fuere, el cineasta surcoreano firmó en 2003 una obra que pronto se convertiría en referente absoluto del género. Su carácter transgresor, su virtuosa estructura visual (con primerísimos planos y ángulos estrechos capaces de recrear la angustia vivida por sus personajes de manera muy plástica) y el continuo uso de “flashbacks”, entre otros elementos, la hicieron merecedora del Gran Premio del Jurado de Cannes y la transformaron en un digno espejo donde directores de su país natal han decidido mirarse en años posteriores. El peso narrativo de la cinta recae en Oh Dae-su, un hombre acusado de asesinar a su mujer que se ve envuelto en una serie de tramas paralelas criminales que transcurren como psicodélicas pesadillas. Quentin Tarantino, presidente del festival en el momento en el que la cinta fue galardonada, aseguró que volvería a votar una película de Chan-wook. Por algo sería.