Kanye West se orina en los Grammy y pierde la cabeza
El músico cuelga en Twitter las páginas de su último contrato y se despacha a gusto con la industria musical
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Kanye West ha tirado un Grammy al váter y se ha meado encima (tranquilos, todavía le quedan otros veinte en la repisa). Para muchos, a partir de hoy, este dios de la música es aún más dios. Pero lo mejor es que lo ha grabado y colgado en Twitter. Con un par. ¿Por qué no? ¿A ver? Pues porque le ha salido de ahí, que por algo el hierro ese es suyo y se lo ha ganado. Y no es en lo único que se ha orinado en su últimos tuits. El tipo estaba en racha, «on fire», y la ha emprendido con todo a base de tirar de la cámara del móvil y las redes sociales. En el fondo ha procedido como se debía. La tecnología realmente sirve para esto, ¿o no? Para barrenarlo todo y mandarlo al mundo infierno, y no quedarse en cuatro comentarios de tres al cuarto para quedar bien con el patio. El tipo, que arrastra más escándalos a su espalda que muertos Billy el Niño, hasta ha colgado las páginas de su décimo contrato con la Universal, las cláusulas de royalties, beneficios, mínimos, máximos, 800.000 dólares, por un lado, un millón y medio por el otro, derechos y cosas de este cariz y palo, pero con su habitual gestualidad simbólica, que traducido al lenguaje común del resto de los mortales suena como algo así: «Os podéis ir todos al carajo, que me la...». Y la peña encantada, retuiteando y poniendo corazoncitos como si los dedos se les hubieran vuelto locos. West tiene más aristas que un cubo y un buen día se desmarca colaborando con los diseños de Louis Vuitton y cualquier Adidas de turno, y a la semana siguiente se descuelga por ahí con unas declaraciones que incendian las redes para disfrute de sus seguidores y dando caña a los supremacistas blancos, que gasta una lengua más larga que una víbora. Es lo que tiene que el «Time» clave tu careto en una de sus páginas con un pie de foto para tu nombre o que algunos de tus álbumes se hayan colado entre los 500 mejores de las historia, que a partir de entonces tienes barra libre para hacer lo que te venga en gana. Al grito de que esto «va a cambiar», que Dios le ha dado suficientes fuerzas y también humildad para hacer esto, y que está ahora rogando para que salga todo bien, ha vuelto a poner música a este mundo obsceno, aunque los compases suenen a bofetadas. Bueno, es lo que hacen los raperos. ¿O qué esperaban? ¿Canciones de amor?