La Guerra de las Malvinas en clave de “road movie”

El Festival de Otoño da sus últimos coletazos con este montaje que tuvo que aplazarse por imprevistos relacionados con la pandemia y que ahora se estrena por fin en las Naves del Español en el Matadero. Es la segunda vez que Natalia Menéndez dirige un texto del autor francouruguayo Sergio Blanco, después de que en 2017 llevara a las tablas “Tebas Land”.

Aunque Blanco es hoy reivindicado como uno de los dramaturgos más representativos de ese género tan en boga que es la autoficción, “El salto de Darwin” está considerada por él mismo como “la última obra de su etapa anterior”. No obstante, el texto se alimenta de su propia biografía, de su percepción subjetiva acerca de un determinado contexto socio-político y, ya de manera más concreta, de la huella que dejó en su niñez el conflicto bélico de las Malvinas. “Mi infancia estuvo marcada por dos guerras: la del Líbano y la de las Islas Malvinas –confirma Blanco–. Para mí, la palabra Beirut es una palabra que está vinculada a imágenes bélicas, porque cada vez que de niño la oía, esa palabra iba acompañada de imágenes terribles de guerra. Lo mismo me sucede con la palabra Malvinas. Y en el caso de las Islas Malvinas, se suma que fue una guerra próxima geográficamente ya que eran nuestros vecinos argentinos quienes estaban librando las batallas. De golpe la guerra era algo verdadero que se estaba desarrollando a nuestro lado. Esa fue la primera vez que para mí la guerra cobró un cierto volumen y, por lo tanto, una cierta gravedad”.

Ambientada en el segundo fin de semana del mes de junio de 1982, durante el cual se libró la última batalla de la Guerra de las Malvinas –que acabó con la rendición de Argentina el 14 de junio–, la obra cuenta el viaje físico, y también anímico, de una familia que ha perdido a un hijo en ese conflicto. El Padre, la Madre, la Hija y su Novio atraviesan el país para esparcir las cenizas del hijo recientemente muerto en la batalla de Puerto Darwin. Como si de una “road movie” se tratara –o de una “road escena”, como la define más propiamente su directora–, la acción se desarrolla en torno al Ford Falcón con el que la familia recorre la Ruta Nacional N°40, que recorre Argentina de norte a sur. El coche, además, remolca una pequeña caravana sobre cuyo techo es posible ver al Espectro del Hijo Muerto que, con su guitarra eléctrica, entona diferentes temas musicales de los años 80.

Juan Blanco, Cecilia Freire, Olalla Hernández, Teo Lucadamo, Goizalde Núñez y Jorge Usón son los actores protagonistas de esta tragicomedia en la convergen, según Menéndez, “el tiempo que parece ser y el tiempo que fue o que pudo ser; hay momentos de humor que se mezclan con otros de extrema emoción”.