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Jose Luís Almeida, alcalde de Madrid durante una entrevista a La Razón

De la poesía tecnológica a Almeida, la historia nunca contada del hombre sencillo

«El viaje de nuestros genes»: ¿De dónde venimos?

★★★★☆
Johannes Krause y Thomas Trappe han escrito un libro para desmitificar. Los nacionalismos son una religión civil que no resiste un examen científico, pero que tienen mucha fuerza movilizadora. Esa técnica desmitificadora se llama «arqueogenética». El resultado permite saber cómo se expandieron los genes por el mundo y de dónde proceden nuestros ancestros. La conclusión es clara: no existen seres humanos con raíces europeas puras, sino que somos una mezcla que deshace científicamente cualquier tipo de racismo, xenofobia o nacionalismo. Todo empieza hace 9.000 años, con la invasión de los anatolios, familias de agricultores que procedían de Oriente. Buscaban tierras para cultivar, justo donde vivían los cazadores-recolectores,. Las guerras y el mestizaje fueron las normas. Los nuevos pobladores, más civilizados y jerárquicos, se impusieron e incluso esclavizaron a los viejos habitantes. También trajeron enfermedades como la peste. El conjunto desbarata la teoría de que la civilización nació en el Creciente Fértil y que los pueblos europeos aprendieron las técnicas agrícolas y ganaderas por su cuenta. Ahí no acaba la mezcla de población. Hace unos 5.000 años hubo otra invasión, la «yamma», de jinetes del Cáucaso, repitió el proceso. La globalización ha existido siempre. La historia de Europa, según Krause y Trappe, está forjada a golpe de migración. Los autores hacen un alegato de ellas a Europa como parte de su historia. El nivel de vida europeo, afirman, se debe a los viajeros que llegaron al Continente en la Edad de Piedra y del Bronce. En el estudio hay cabos sueltos, como la cuestión de que la invasión fue siempre de una civilización con un orden social y cultura superiores, no inferiores. Esto generó una mentalidad de crecimiento y progreso de la que se desentienden estas interpretaciones materialistas y cientificistas.
▲ Lo mejor
Es un libro interesante y vinculan sus teorías con discursos políticos de la actualidad
▼ Lo peor
No tienen en cuenta algunos aspectos culturales y religiosos que son importantes
Por Jorge VILCHES

«Ramas Nevadas»: ¿Puede combinarse el ordenador con la tradición poética?

★★★★☆
Acorde con lo que Octavio Paz llamaría la «tradición de la ruptura», Juan Larrea opinaba que las mejores obras de cada renovación literaria son las que permiten vislumbrar el poso de la estética anterior; que, a cada nuevo descansillo de la escalera, se observe el ensamblaje de todos los peldaños. Acaso es esa sincronía uno de los principales atractivos del lúcido viaje estático –también «extático»– de «Ramas nevadas», cuyo sujeto es el lenguaje mismo, a través de «El corazón, enfurecido, que ama / sin comprender la insistencia del hielo». Con predominio barroco –incluso algún gong gongorino: «Tinta una tumba de oro ha conformado»–, el encriptado de los versos no elude giros vanguardistas, anhelos de un misticismo imposible, invocaciones intimistas… de modo que las tendencias del pasado son posibles ingredientes necesarios para nombrar las escisiones y máculas más actuales. «No puedo proyectarme / hacia un resumen o una síntesis», pues sería faltar a «La verdad, mutación. / Nubes indescifrables, vaivén, sueño». Ya desde el título, afuera hace mucho frío, y todo es inasible y efímero. «Quise mi alma lanzar a lo indistinto», exclama, pero, una y otra vez, «El aire nos expulsa, confinados / a una extraña indigencia». Y si, por su parte, «Lo interior también se fragmenta», ¿cómo hallar, pues, la entro-salida? Ante semejante «horror vacui», la única respuesta es la poesía: el poemario-poema erigido en pomo donde salvaguardar las esencias. Pero es insuficiente; «la estrofa trata de vendar la herida», que es la del no menos inestable amor erótico, ante cuyas zozobras «tus palabras son arena en la arena».
Amago místico
El poeta se vuelve un ambidextro que alterna la poesía y el cuerpo del amor, el único lugar donde es posible ir haciendo pie. No hay otro amago místico que apurar el «abrazo, ebrio… la marca en mi muñeca de tus senos… el elixir sagrado de la piel». Por eso, semejante al «pordiosero erótico» acuñado por De Ory, el poeta implora a la amada –»a la misericordia de tu piel»–:»No me abandones nunca, cordera extraña, ninfa”.
En este rearme de la poesía, cargada de munición intertextual y metaliteraria, es clave el vínculo entre erotismo y muerte («Asolada la muerte en tus caderas»). Mazza parece alertarnos de la necesidad de escribir también para los antecesores; y de que, contra quienes defienden la adaptación de la poesía a los códigos del ordenador, el reto es al revés: cómo meter el ordenador en la poesía, nombrar la era digital desde la tradición poética.
▲ Lo mejor
Poder corroborar la potente validez de la tradición poética para nombrar la actualidad
▼ Lo peor
En realidad no hay nada que sea mencionable o subrayable como negativo en este poemario
Por Antonio PUENTE

«Suyos eran los pájaros»: La soledad de las mujeres a principios del siglo XX

★★★★☆
Dos mujeres están hablando en la cocina de una casa. Ellas son Adele, la viuda del pastor de una rectoría, y su criada, que se llama Alma. Se preguntan cosas que en el fondo ya saben, repiten historias que conocen y se corrigen la una a la otra. En el centro de su diálogo está la figura de Riger, el pastor, el dueño de los pájaros que atraviesan las palabras y los recuerdos con sus gluguteos, sus graznidos, sus plumas.
El hilo de los recuerdos hace aflorar distintas injusticias, soledades, ilusiones perdidas. Las mujeres siempre al servicio de un varón, el marido, el hijo o el hermano y, también, de sus esposas en cada momento. Y llegará un día, un momento, en que se encuentren solas y sin un hogar propio, porque las herencias son para los hombres.
Suyas son las palabras que no dejan de brotar de la boca recreando la vida en un pequeño pueblo en Finlandia en los albores del siglo XX. Desde las primeras páginas de esta novela, los diálogos transmiten la impresión de asistir a una representación teatral y, según avanzamos con la lectura, es cuando en realidad vamos percibiendo paulatinamente la ausencia de sentido que existe en unas vidas malogradas. Es entonces el momento en que es inevitable pensar en el nihilismo y el absurdo que hemos leído en «Esperando a Godot». Afortunadamente, hay momentos de una desgarradora sensibilidad poética atravesando las retahílas de estas mujeres, a veces mordaces y algo ruines, pero también con destellos de humor en sus duras vidas.
▲ Lo mejor
La recreación de la vida a través de conversaciones y recuerdos sin introducir juicios de valor
▼ Lo peor
Nada. La novela se publicó después de la muerte de la autora y fue aclamada como una obra maestra
Por Sagario FDEZ-PRIETO

«Soldados de cuatro patas»: Perros de guerra, comerse el mundo a mordiscos

★★★☆☆
El hombre domesticó a los perros hace unos 30.000 años aproximadamente. Desde el inicio encomendó al animal múltiples tareas. Aprovechó su instinto y origen lobuno para tener al perro de vigilante, al cuidado del ganado o para la caza. Muy pronto los perros acompañaron al homo sapiens en las cacerías, repartiéndose el botín, y surgió la idea de convertirlo en arma de guerra. Si las jaurías podían abatir grandes animales, como osos o ciervos, ¿por qué no también a personas? Desde entonces los perros han formado parte de los ejércitos. El historiador Juan Carlos Segura recoge en esta obra cómo se utilizaron los perros de guerra en España desde la Reconquista, con razas propias, y hace especial énfasis en el papel que desempeñaron durante la conquista y la colonización de América donde fueron una pieza fundamental para las tropas españolas.
▲ Lo mejor
La iniciativa por abordar un tema tan poco estudiado, aunque se conociera con anterioridad
▼ Lo peor
No hay nada que objetar a un libro que es original y también novedoso
Por Jorge VILCHES

«Almeida, el hombre tranquilo»: Almeida, la historia nunca contada del hombre sencillo

★★★★☆
«Hay personas que vienen del bar y lo cuentan como si llegaran de la guerra y otros que vienen del campo de batalla y lo narran como si acabaran de salir de una taberna»... a los segundos, parece pertenecer este «hombre tranquilo» que tan magníficamente retratan las periodistas Carmen Morodo y Pilar Gómez: el político por accidente que se ha convertido en servidor público por vocación, que parece seguir la máxima carroliana: «Siempre se llega a alguna parte si se camina lo bastante». El verdadero currículo de un político pasa por tener una minuciosa biografía y en ello se han afanado estas dos periodistas de experiencia, para adentrarnos en la dimensión humana del gestor público. Así, sabemos que se trata de un jurista de formación y de talante negociador; positivista y pragmático. Tiene una sólida formación y un lugar al que regresar cuando termine su andadura pública. Nunca colocó un espejo ante sí para suplantar a ningún héroe. La llegada de la pandemia lo convirtió en un edil indispensable. Porque hay días que duran años, agigantados en la memoria y el dolor... y sólo así se nutre la parábola de aquel que ejerce, por vocación, de antihéroe.
Emergencia internacional
Almeida no ha faenado con un morlaco nacido para el olvido sino contra una emergencia internacional al tiempo que contra fuego amigo, evocando la mítica frase de Pío Cabanillas «¡Al suelo, que vienen los nuestros!». Pero «el tío Pepito», como le llama su familia, no pierde la calma; no comete errores por egolatría o precipitación. No en vano, atesora en su memoria la formación con el OPUS (colegio Retamar) y con el elitista ICADE, así como la herencia de una familia próxima a la Monarquía –consejeros desde el conde de Barcelona–.
En sus primeras faenas, se enfrentó al vacío, al dolor y a la líquida soledad, pero supo sacar agua de las piedras y encadenó «naturales». Supo suplir su impericia política con su formación en gestión y la humildad suficiente para rodearse de un fuerte equipo técnico hasta «meter la espada hasta los gavilanes». Así, ante la nada, este hombre ha hecho de todo: escuchar, pactar con sus antípodas ideológicas, trabajar sin descanso, merecer el respeto de propios y ajenos, trabajar en silencio y empatizar como su referente político, Álvarez del Manzano, que sabía «llorar con la gente». Esta semblanza es un magnífico trabajo, limpio de cualquier almíbar en el que las diestras autoras driblan el anecdotismo, que sólo conduciría a la usurpación de la realidad a manos de la simpleza.
▲ Lo mejor
Conocer al hombre que ha logrado ganarse a la gente con su templanza y bonhomía política
▼ Lo peor
No existe ningún aspecto negativo en un trabajo que resulta impecable desde su inici
Por Ángeles LÓPEZ

«Cien noches»: Una indagación de los tabús sentimentales

★★★☆☆
La obra literaria de Luisgé Martín (Madrid, 1962) supone un aldabonazo de creatividad, por su voluntad indagatoria en las estructuras narrativas, innovador planteamiento de las tramas argumentales, desinhibido tratamiento de la pulsión homoerótica y conformación psicológica de los personajes. Con «Cien noches», Premio Herralde de Novela, ahonda en sus referentes. Irene es una investigadora de comportamientos sexuales, vinculada a un experimento: seis mil personas serán analizadas, sin ellas saberlo, sobre este ámbito íntimo, para elaborar un mapa social de los estímulos sensuales y las voluptuosas fijaciones. Con esta prueba recorremos una senda de tabúes, rituales de la educación sentimental, irónicas filosofías de la promiscuidad y paródicos episodios de sicalíptica escenificación. La protagonista se enamorará de Claudio, abriendo la trama a una deriva detectivesca. Asistimos a una crónica del desaliento vital y la perseguida felicidad: «Los seres humanos somos criaturas siempre insatisfechas. Quien piense que alguien es dichoso y bienaventurado por su belleza, por su fortuna o por su reputación familiar no ha comprendido nada de la naturaleza humana que nos sostiene. La fealdad es una desgracia. La belleza también». Un ficticio tono ensayístico y el «cameo» literario de algunos escritores actuales completan el interés de esta fascinante novela..
▲ Lo mejor
El componente de intriga y suspense que enriquece eficazmente el argumento
▼ Lo peor
En algún momento de la novela, cierta pequeña dispersión de la trama
Por Jesús FERRER

«Juegos de niñas»: Relatos de lo trágico y lo cómico de la vida humana

★★★★☆
El nuevo libro de cuentos del esritor José María Conget (Zaragoza, 1948) añade otra lección magistral de narrativa, con una memorable capacidad de imaginación, análisis humano y humor tragicómico. El autor vuelve a asombrar y emocionar con unos relatos de absoluta genialidad, como son «La sonrisa de los desconocidos» y «Toronda», donde lo kafkiano y lo fantástico se infiltran en la realidad de forma harto inquietante; o el extraordinario y extenso «Un día de verano», radiografía de un grupo de familiares en pocas horas, o la divertida parodia sobre la vanidad del artista en «Alma gemela». Así hasta un total de once cuentos en que, por enésima vez, la chispa inagotable de Conget puede disfrutarse al encontrar en cada historia hallazgos expresivos maravillosos, tan sobrios como brillantes.
▲ Lo mejor
La extraordinaria prosa de este maestro y la imaginación desbordante de sus cuentos
▼ Lo peor
Realmente no existe nada que sea reprochable en una obra que es tan buena
Por Toni MONTESINOS

«1980»: Relaciones paternofiliales: ese enigma aún sin resolver

★★★☆☆
Juan Vilá (Madrid, 1972) ha sabido compaginar en los últimos años su profesión periodística con una ya sólida trayectoria narrativa. Buena prueba de ello son novelas como, «El sí de los perros» y «Señorita Google», en las que ha optado por un innovador tratamiento de la temporalidad argumental, un corrosivo humor contestatario, y una prosa de elaborada configuración formal. En 1980 hallamos ahora una historia de desencuentros familiares, oscuros secretos del pasado y soterradas violencias sentimentales; se trata de la introspectiva crónica de una áspera relación paternofilial. Se alude aquí muy oportunamente a «La carretera,» la obra de Cormac McCarthy en la que padre e hijo, en un apocalíptico entorno, reflexionan sobre su emotivo vínculo. Cautivadora novela de impecable factura.
▲ Lo mejor
La acertada radiografía del complejo mundo de las relaciones familiares
▼ Lo peor
La novela no tienen nada que sea especialmente destacable en este sentido.
Por Jesús FERRER