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“This Country”: réquiem por el imperio del “Brexit”

Los hermanos Cooper dirigen esta serie ubicada la Inglaterra post-Tacher de la BBC que ya encandiló a la academia británica y que ahora llega a España de la mano de Filmin

Un fotograma de la serie "The Country"
Un fotograma de la serie "The Country"FilminFilmin

Entre “El hombre de la cámara”, dirigida por Dziga Vertov en 1929 y el capítulo cumbre de “The Office”, ese en el que Dwight simula un incendio y se emitió por primera vez en 2009, hay 80 años, sí, pero también una transformación por completo de nuestra consciencia del acto grabado, además de las ya vetustas consciencias de lo recordado y lo escrito. La cámara llegó a lo gregario para dejar constancia de lo que había ocurrido y terminó como testigo de lo que nosotros queríamos que ocurriera, no ya desde la ficción como se venía haciendo durante el último milenio, sino desde esa propia imitación de la realidad que nos hemos dado.

En el cine, quizá el ejemplo más claro de ese viraje en la percepción fuera la alabada “Spinal Tap”, que por revolucionar hasta se inventó aquello del “mockumentary” y que no es otra cosa que la palabra que se usa en inglés para encasillar a los documentales pactados, aquellos que se sirven de un guion tradicional para desdibujar las líneas de lo imaginado. Dichas líneas, marcadas a fuego en producciones recientes, e hijas del tiempo tan surrealista que nos ha tocado vivir, se han vuelto físicas en producciones de éxito crítico como la ganadora del Goya “El año del descubrimiento” o la candidata firme al Oscar en Mejor Documental que es “Time”. Si la vida empezó a imitar al arte, y ya nos pilla en satánica danza, qué menos que disfrutar de buen arte.

Infantilidad perenne

Cuando vamos camino del centenario de la portentosa película soviética de Vertov, Filmin estrena en España “This Country”, heredera de todos los referentes citados y especialmente cruda si uno la contextualiza en la Gran Bretaña rural en la que tiene lugar. La serie de la BBC simula un reportaje sobre las nuevas juventudes en los territorios más olvidados del islote, esa parte del país que votó creyendo las mentiras del Brexit y que ahora siente una profunda desconexión con lo cosmopolita y lo diverso, como si el microcosmos de cada agosto en Benidorm tuviera un hábitat propio y originario, una tierra prometida de los tatuajes de pitbulls en el cuello.

A medio camino entre la narración omnisciente de David Attenborough , los cortos de Aardman y la comedia de incomodidad que se sacó de la manga Ricky Gervais, la serie no solo habla de la infantilidad perenne a la que está condenada una generación entera, sino que también se puede entender como una foto fija sobre la Inglaterra post-Thatcher y pre-May que nunca renunció a su esencia protestante, esa cuya idea de comunidad empieza y termina en la puerta de casa. Protagonizada, dirigida y escrita por los hermanos Cooper (Daisy May y Charlie), la serie encandiló a la academia británica, que la premió con varios BAFTA y ahora llega por fin a nuestro país para ayudarnos a entender, un poco mejor, los aspectos más intrínsecamente contradictorios del moribundo imperio.

Por qué verla:

  • Daisy May Cooper. Fichada por Armando Ianucci en cuanto terminó de rodar la serie, la ternura violenta que le imprime a su personaje es difícil de explicar pero resulta brillante.
  • El estilo. Conscientes de la frescura de formatos como “The Office” o “Parks And Recreation”, la serie no olvida su pulsión periodística en ningún momento, consiguiendo verdad más allá de la comedia.
  • El formato. Con apenas 25 minutos o menos por capítulo, la fácil digestión de la serie la hace recomendable para todo tipo de espectadores.