“El Señor de los Anillos” que resucitó de la “Perestroika”
Una adaptación televisiva rusa de 1991 dad por perdida genera fascinación entre los espectadores por su factura técnica
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Se ha convertido, exactamente tres décadas después, en un pequeño fenómeno. Con medios muy rudimentarios pero mucho corazón, en 1991, la directora Natalya Serebryakova se propuso adaptar al mercado tardosoviético una de las grandes historias de la literatura de fantasía. Los recelos de los bloques ya habían sido superados y el momento era propicio para que la audiencia eslava disfrutase de una adaptación cinematográfica de «El señor de los anillos», que se hizo realidad bajo el título de «Guardianes» y bajo la producción de Leningrad Television.
La película, de dos horas de duración y que había sido dada por perdida, ha resurgido de las profundidades de los archivos digitales de la propia Leningrad TV, que, tras compartirla en YouTube, ha provocado el deleite del espectador del siglo XXI. Foros y tuiteros celebraban estos días los tiernos efectos especiales, los delirantes vestuarios y esforzadas interpretaciones tan meritorias como primitivas. Más de 800.000 visualizaciones impulsaban los comentarios sobre los más nimios detalles de la producción que Peter Jackson llevó al cine apenas una década después, aunque cueste creerlo a juzgar por la diferencia en la factura audiovisual.
Algunos, los mejor conocedores de la trilogía literaria original, destacaban que la adaptación rusa fuese incluso más fiel que la supertaquillera, ya que incluía al personaje de Tom Bombadil eliminado en la de Jackson. Y muchos asentían al comparar en igualdad de condiciones las bandas sonoras de ambas producciones. Sin embargo, lo que fascinaba a los espectadores del presente era la mezcla de estéticas medievales casi tomadas de las sagas nórdicas fusionadas con el «kitsch» de la época y con el acabado directamente cutre de algunos vestuarios y maquillajes. En algunos casos, al no tener cuatro caballos y solo dos, tenían que partir la escena en dos planos y rodarlas consecutivamente, pero claro, los rusos no disponían de los 93 millones de dólares que dispuso Peter Jackson para realizar su saga.
La primera de las novelas de Tolkien tuvo una versión clandestina en ruso editada en 1966, más de diez años después, y la primera traducción oficial no se publicó hasta 1982. Sin embargo, las otras dos entregas no llegaron hasta mucho tiempo después. La historia de Frodo habla de un mundo al borde del colapso, en el que una expedición suicida trata de evitar el derrumbe de la civilización de los hombres y la victoria del mal. En 1991, las políticas económicas de la «Perestroika» y la oposición política sellaron el final de la Unión Soviética. Ni Frodo pudo evitarlo.