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Men Marías: “en los cincuenta, Rota se prestó al vicio y al desmadre más absoluto”

La autora utiliza el impacto de la llegada de los americanos al municipio gaditano para ambientar su nueva novela, “La última paloma”
Kiko Hurtado LA RAZON
  • Fran Cárceles (1995) es graduado en periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster en Periodismo de Televisión por la Universidad Nebrija de Madrid. Se considera "amante de la comunicación" en todos sus ámbitos y se encuentra en constante formación. Inició su carrera en El Correo de Andalucía, ha sido redactor de Economía de Antena 3 Noticias y desde 2019 ejerce de redactor en la delegación andaluza de La Razón en Sevilla y Málaga.

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Men Marías supera la concepción habitual que la sociedad tiene sobre el sentido común en “La última paloma” (Planeta), un thriller ágil y con tintes siniestros ambientado en el municipio gaditano de Rota y su base naval estadounidense. La autora granadina indaga en la vida de los personajes hasta desentrañar las razones que explican sus conductas en una novela adictiva en la que todos los elementos que aparecen en ella forman parte de una investigación a contrarreloj y repleta de pistas. La localización no es un asunto baladí. La autora sitúa la historia en Andalucía porque “esta región es como los buenos asesinos: ¿quién va a sospechar de tanta luz?”, señala, para añadir que detrás de esta claridad “se esconden historias muy turbias como la llegada de los americanos a Rota”.
La trama se mueve en torno a un brutal asesinato en la que una estudiante de periodismo que investigaba la desaparición de una joven en los años sesenta –cuando los americanos llegaron a Rota– aparece mutilada y con unas enormes alas cosidas a su espalda frente a la base naval. Un hecho escalofriante que esconde algo mucho más sorprendente: nadie entiende cómo es posible que ni una cámara ni el helicóptero que frecuentemente sobrevuela la zona hayan captado ninguna imagen de lo sucedido. A partir de este momento, Rota, la vida de los personajes, sus relaciones, la investigación y tanto el pasado como el presente de la base naval trasladan al lector a un tiempo y un lugar que nunca hubiera imaginado.
La llegada de los americanos a Rota en los años cincuenta transformó el pueblo y la vida de todas las personas que habitaban en él. Men Marías explica que el municipio estaba formado “literalmente por cuatro calles” en las que ni siquiera había agua corriente ni luz en las casas. Sin embargo, al poco tiempo de la llegada de los marines, esta zona del sur de España aparece en la revista Interviú como “el paraíso del vicio nacional”. Rota experimentó un choque cultural enorme y se prestó a cubrir las demandas de aquellos marines que “llegaban, después de estar bajo el mar en los submarinos durante seis meses, con muchas ganas de diversión”. En poco tiempo se abrieron más de cuarenta bares y llegaron, según afirma, prostitutas de Irlanda y Australia hasta esta “pequeña isla en medio del franquismo que se prestó al vicio y al desmadre más absoluto”. Durante las primeras décadas –tal y como investigaba la joven estudiante asesinada en la novela– desaparecían mujeres y se denunciaban secuestros, sin que se investigara.
Una de las tramas principales en “La última paloma” es el dolor y la violencia física, psicológica y sexual contra las mujeres. Para la autora es fundamental “poner el foco sobre este tipo de violencia” porque, asegura, “hay ciertas cosas que se narran en la Rota de los años cincuenta y que se corresponden exactamente con lo que sucede en la actualidad”. El hecho más evidente en la historia es el brutal y creativo asesinato, pero la escritora indaga, a través de personajes como Patria Santiago –la Guardia Civil que investiga el caso–, en traumas íntimos, maternidades rotas o el dolor autoinfligido. Las lesiones a las que se somete la agente vienen a representar su afán por “buscar una certeza a través de un dolor físico que se puede soportar y que es más cierto” que aquellos sentimientos que producen un dolor psicológico y que “no se pueden controlar”.
No obstante, las experiencias vitales de los personajes, sus traumas del pasado, la angustia existencial y el dolor que han sufrido y siguen padeciendo serán los ingredientes necesarios para resolver un crimen tan espeluznante. Por otra parte, la forma en la que intentamos entender el bien y el mal es otro de los aspectos que la autora trabaja en la obra. Durante toda la trama de la novela, Men Marías se centra en el quién y el cómo, pero no deja de lado el porqué. Para la granadina, una persona que llega a cometer un hecho delictivo como es el asesinato responde a la “necesidad” que siente por no solo completar sus ambiciones económicas y materiales sino por encontrarse, en última instancia, con el amor. “Todos tenemos un lado oscuro que responde a esa ansia desesperada por ser amados”, sentencia.