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Raquel Riba Rossy: “El antihéroe es el referente de la vida real”

La ilustradora y creadora de Lola Vendetta publica “Una habitación propia con Wifi”, la nueva entrega de su célebre personaje, que aquí aparece más provocador y concienciado con los problemas sociales actuales
raquelribarossy.com
La Razón

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Regresa Lola Vendetta. Lo hace con «Una habitación propia con wifi» (Lumen), que es un volumen con «punch» gráfico y humorístico, pero también con un punto reflexivo y existencialista. Las viñetas nunca escapan a la realidad de nuestro entorno y lo que vivimos también permea sus imágenes, pero con una leve sutileza, digamos que con esa misma suavidad que suele emplear la lluvia para calar la tierra. Hay aquí un poso meditativo que gira alrededor del tiempo, la ancianidad, el planeta, lo que estamos haciendo con el mundo, las relaciones de pareja y las crisis personales, pero que también se piensa sobre esa pasajera triste que nos ha acompañado en estos últimos meses que es la muerte. Pero con Lola Vendetta, o lo que es lo mismo, bajo la mano de Raquel Riba Rossy, esta cancerbera de nuestras vidas no tiene una aparición dramática o lastrada por la gravedad severa que le dio Ingmar Bergman, sino que por aquí asoma casi con la proximidad y cercanía de un chaval de barrio.
La autora la ha imaginado con una ternura imprevista que sorprende. La ha recreado como un niño chiquito, un chaval con una guadaña, sí, pero que no asusta ni tampoco abre distancia con nosotros, y que, además, nos viene con un inesperado acento argentino en la conversación que la templa y la enternece. «Es el tema al que más me dediqué para personificarlo. La he representado en este chiquitín, al que casi coges cariño. Quería quitarle a la muerte esa aura terrorífica que arrastra y volverla más humana. Aquí la muerte lo pasa fatal por ser quien es, no le gusta su oficio. Tiene ansiedad. Cuando pensé en cómo dibujarla enseguida supe que deseaba hacer un bichito gracioso, que fuera un poco existencialista y, creí en ese momento que le pegaría el acento argentino, porque le da vueltas a todo», comenta la ilustradora, que ha firmado sus páginas más maduras en esta nueva entrega de su personaje. Así aparece una muerte que es casi carne de psicólogo, que padece estrés por ser quién es. «Es un tema difícil, pero del que deseaba hablar desde hace tiempo porque en ocasiones considero que es un tema olvidado. A veces vivimos de espaldas a la muerte y la vejez, y creo que existe una dignidad en la vejez», explica Raquel Riba Rossy.

Lo sabios de otras culturas

Lo vivido durante las últimas semanas y meses le ha hecho cavilar a la dibujante sobre las edades y el rol que desempeña la vejez, que tantas veces ignoramos y que han tocado pocos autores, aunque de mucha talla, como son Doris Lessing o J. M. Coetzee. «Los ancianos son los grandes olvidados. Les hemos arrebatado el papel de sabios con los que se les abriga en otras culturas», asegura Raquel Riba Rossy, que discrepa de la visión de «pereza y carga» con el que muchos miran a los abuelos en la sociedad actual. «Deberíamos tenerlos como referentes, porque han vivido el mundo, la alegría, los nacimientos... esto te da un bagaje, te da una sabiduría. Por eso, Lola Vendetta se sienta a hablar con su abuelo y con su vecina».
Pero esta Lola Vendetta, que también arrastra cicatrices y heridas, que ha abierto los ojos a las mentiras que oculta el amor romántico («también intento desmontar esas relaciones que nos llevan a la frustración»), viene con una nueva perspectiva ecológica en la que resuena cierta crítica. «Nos hemos pasado de la raya en esta sociedad. Sobre todo, los países desarrollados, que hemos disparado el consumo. En el libro existe una necesidad relevante que está referida a la salud. Es esa sensación tan extendida hoy en día de que no se puede más, por mucho que uno se esfuerce está agotado. Todo el mundo tiene esa impresión. Son muy pocos los que disponen de suficiente tiempo para respirar». Y continúa argumentando que las prisas nos hacen «atropellar una cosa con la siguiente» y que «en el mundo prevalece una idea de no progreso como seres humanos. Nosotros somos una de las piezas del cambio y queremos hablar sobre temas más justos, pero los deseamos con demasiada rapidez y eso tampoco sucede así en la historia». Raquel Riba Rossy habla así de una generación, como la que aparece reflejada en su obra, que está cercada por las imposiciones de la inmediatez, una herencia de las redes sociales y los apresuramientos constantes en los que nos desenvolvemos. «Hay que bajar el ritmo necesariamente», sostiene.
Esta idea de agotamiento está presente en una Lola Vendetta que nos llega «derrotada», pero con ánimo, que no se vende como una «superheroína» y tiene «agotada las pilas», pero que está decidida «a frenar este nivel de autoexigencia y cambiar algunas cosas que le rodean: el escenario, la compañía... desea desconectar con una parte de su vida e ir a reconectar al campo, encontrarse en un lugar donde toda va a un ritmo que le permite escucharse». Esta Lola Vendetta, por tanto, tiene mucho de nosotros: «En la vida real no existen héroes o heroínas. Si hay que coger un referente es el de los antihéroes. Eso es lo que es humano». Y Lola Vendetta lo hace. Y le sale bien y remonta en estas páginas que, debajo de tantas y tan tercas realidades, lo que vibra es el optimismo y las ganas de comerse la vida a dentelladas.

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