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Teatro

Crítica de teatro

“Turistas”: Mirar para otro lado ★★☆☆☆

Chani Martín y Pepa Zaragoza en "Turistas"
Chani Martín y Pepa Zaragoza en "Turistas"Fernando AlvaradoEFE

Autora: Marina Seresesky. Director: Álvaro Lavín. Intérpretes: Chani Martín y Pepa Zaragoza. Teatro Fernán Gómez, Madrid. Hasta el 10 de octubre.

Una pareja de humilde estrato social viaja con su caravana a una zona costera muy poco transitada para pasar allí las vacaciones. Aunque no está permitida la acampada, y las comodidades son inexistentes, Braulio está convencido de que el sitio es idílico. A Mari Carmen, sin embargo, le hubiera gustado pasar esos días en otro lugar.

La obra, que al principio parece ser una comedia sobre la relación sentimental de unos personajes sencillos, se transforma pronto en lo que de verdad pretende ser: un drama de denuncia social. Esto ocurre cuando el mar arrastra hasta la orilla el cadáver de una inmigrante africana. “¿Por qué me tiene que tocar a mí?”, se pregunta entonces Braulio, al darse cuenta de que la irrupción de la policía allí podría arruinar sus vacaciones y conllevaría una importante sanción por acampar ilegalmente.

Con este interesante conflicto disparado, lo que podía erigirse en fidedigna fotografía humana de la insolidaridad en nuestro ajetreado, competitivo y vanidoso mundo, se queda, por desgracia, en un panfleto bastante simplón. El conflicto se arruina enseguida porque vemos a la autora trampeando descaradamente la acción –la manera de introducir el pasado de la mujer muerta es de un efectismo casi infantil– y entrando impunemente en los personajes con su discurso moralizante; se empeña en simplificar y esquematizar a Braulio hasta la zafiedad y la estupidez para mostrarnos su insolidaridad; pero eso lo único que provoca es que veamos al personaje como a alguien totalmente ajeno a nosotros, lo cual permite, a su vez, que podamos seguir con nuestra cómoda vida sin sentirnos interpelados en modo alguno.

Ni el cuidado trabajo en el diseño del espacio escénico y de la luz, ni la presencia de una actriz tan resolutiva como Pepa Zaragoza, ni el calibrado ritmo que ha sabido imprimir el director Álvaro Lavín son suficientes para que uno salga de la sala verdaderamente zarandeado.

Lo mejor

La valentía al poner el foco en unos personajes corrientes, pues la insolidaridad no sabe de clases.

Lo peor

Con demasiada frecuencia vemos hoy en el teatro que la obra de arte se intenta justificar solo por los principios morales de su autor.