Soltani, bellísimo sonido
La Orquesta Sinfónica de Radio Viena debuta en el ciclo de Ibermúsica
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Obras: de Eisendle, Schumann y Dvorak. Chelo: Kian Soltani. Orquesta Sinfónica de Radio Viena. Directora: Marin Alsop. Ciclo Ibermúsica. Auditorio Nacional. Madrid, 16-III-2022.
¡Cuidado que es difícil que en el ciclo de Ibermúsica debute alguien, dados sus largos años de historia y número de conciertos a lo largo de ellos! Me refiero fundamentalmente a agrupaciones sinfónicas. Sin embargo, esta vez hemos contado con un triple debut: la Orquesta Sinfónica de Radio Viena, el cellista Kian Soltani y la directora Marin Alsop. Lo más destacable de los tres ha resultado Kian Soltani (Bregenz, 1992), joven de ascendencia persa, beneficiario de una beca Anne Sophie Mutter en 2014, miembro en su día de la Orquesta West-Eastern Divan de Daniel Barenboim y a quien conocíamos por un reciente cd en el que toca piezas cinematográficas de Howard Shore, Hans Zimmer y otros muy populares autores con sus propios arreglos e incluso con un par de intermezzos de su propia cosecha.
No es nada fácil el “Concierto para violonchelo y orquesta” de Schumann, obra en la que realmente el instrumento solista se inserta en una orquesta compleja, tanto que llevó a que Shostakovich la revisase. No sólo precisa técnica, sino que el intérprete ha de ser capaz de expresar lo mucho que Schumann llevaba dentro en estos años finales de su vida, a tan sólo seis años de su fallecimiento, tras la enfermedad mental. Esto justo es lo que logró Soltani, además con un aterciopelado y bellísimo sonido de su Stradivarius “London ex Bocherini” de 1694. Concedió una preciosa propina, acompañado de la orquesta, que no era otra que una canción melancólica popular ucraniana, pueblo al que se dedicó el concierto.
Esa primera parte se abrió con el estreno en España de los siete minutos de “Heliosis”, obra de la coopositora Hanna Eisendle (Viena, 1993) en la que nos quiere trasladar una tarde de verano sofocante y pegajosa a través de una orquesta de contrastes y clímax. Cerró la “Séptima” de Dvorak, una de sus sinfonías más gratas para el público, agradecidas para una orquesta y llena de nacionalismo. Marin Alsop dirigió con precisión y una cierta tosquedad a una orquesta europea de calidad media, cosechando el mejor resultado en el “Scherzo vivace”, con su tema doblado en chelos y fagotes y su muy enérgico motivo central.