El borrado de la Historia para crear una “generación woke”
Calificaciones no numéricas, Historia sin atender a la cronología y otros dislates se establecen en las enseñanzas impartidas a alumnos de entre 12 y 16 años. En fin, más ecofeminismo y menos Filosofía
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El pasado 29 de marzo se publicaba el Real Decreto por el cual se establecen las nuevas enseñanzas mínimas correspondientes a la Enseñanza Obligatoria Secundaria (ESO). Este nuevo currículo para los alumnos de 12 a 16 años no nace sin polémica: entre otros dislates, desaparece la Filosofía como asignatura, las calificaciones no serán numéricas, la Historia se impartirá sin atender a la cronología y se primarán las competencias por encima de los contenidos y de la memorización.
En la redacción de la norma, una suerte de catecismo laico disfrazado de reglamento educativo, se manejan conceptos indefinidos y vagos que, en lugar de determinar claramente lo referido, acaban dejando en manos de la buena voluntad (o la ausencia de esta) del profesorado los conocimientos adquiridos por nuestros chavales. Por supuesto, «la educación emocional y en valores, la igualdad de género y la creatividad se trabajarán en todas las materias» y se fomentará «la educación para la sostenibilidad y el consumo responsable, el respeto mutuo y la cooperación entre iguales», y también «rechazar la violencia, los prejuicios de cualquier tipo, los comportamientos sexistas y resolver pacíficamente los conflictos». Como dice el profesor Pablo de Lora, lo que vendría a ser «portarse bien en clase». Abundan las locuciones como «perspectiva de género», «ecosostenibilidad», «capacidades afectivas», «empatía» o «transversal» en todo el texto. Un auténtico suplicio como lectura.
«El Decreto», señala precisamente De Lora, quien es Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, «es en muchos momentos más un compendio de lo que una parroquia ideológica quiere oír [feminismo sensible a la identidad de género, ecologismo decrecentista, revisión del pasado mediante el artificio de la memoria democrática...] que un intento serio y coordinado de mejorar la enseñanza y la pertinencia del contenido curricular de nuestros jóvenes».
Grave quebranto formativo
Jóvenes que estudiarán nuestra historia, por ejemplo, sin atender a la cronología y que, liquidado el modelo de memorización, recordarán fechas y datos a saber cómo. Así, «la organización de los saberes, su programación y su secuenciación pueden plantearse desde una perspectiva cronológica o más transversal, en función de los objetivos didácticos y las situaciones de aprendizaje propuestas, incidiendo en la contextualización histórica y geográfica, con un enfoque multicausal y desde la perspectiva del estudio comparado».
Preguntado al respecto, el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de La Coruña Manuel Recuero Astray, considera que «cualquier planteamiento de reforma académica que vaya en detrimento de las enseñanzas de materias humanísticas tan importantes como la Historia supondrá un grave quebranto para la formación de futuras generaciones».
«Yo soy pesimista con todo esto», añade Alfredo Alvar, historiador especializado en Historia Moderna de España y profesor de Investigación del CSIC: «Con toda esta situación se va cercenando la calidad de la enseñanza, sí, pero también se limitan la vocación y la excelencia del profesorado. Y es que esto no es solo palabrería, es la formación y es la educación de nuestros hijos. Y, claro, ahí están luego los resultados del informe PISA».
«Hace tiempo», tercia Recuero Astray, «que, por desgracia, asistimos a la reducción de la materia histórica en las enseñanzas básicas con consecuencias catastróficas, y yo he podido constatarlo en los últimos años como profesor universitario. Ahora, además, parece ser que se trata, ya no solo de arrinconar, sino también de desvirtuar este tipo de enseñanza. Tratar de impartir clases de Historia sin tener en cuenta una cronología clara y precisa es como tratar de estudiar anatomía humana prescindiendo del esqueleto. Es una aberración que solo se le puede ocurrir a alguien que ignora absolutamente todo lo que tiene que ver con el saber histórico, y que al parecer es una de las características de nuestros legisladores».
Si la Historia se estudiará de aquellas maneras, la Filosofía ha corrido aún peor suerte: desaparece como asignatura y pasa a ser parte de otra materia, Valores Cívicos y Éticos. Una asignatura, además, que solo se impartirá en uno de los cuatro cursos. Esto supone el incumplimiento de los compromisos adquiridos por el Gobierno de Pedro Sánchez en 2018 en los que se contemplaba la recuperación de la asignatura de Filosofía para la ESO, como recuerda y destaca la vicedecana de Investigación y Posgrado de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla, Inmaculada Murcia Serrano. «El problema fundamental de este decreto», añade la vicedecana, «es que priva a los adolescentes de la única materia que les enseñaba a plantear, no ya ni siquiera las preguntas radicales de la existencia –lo cual ya sería suficiente–, sino el sentido mismo de la convivencia en democracia, las razones para exigir respeto a los demás, el mismo compromiso con la igualdad, que tanto se enarbola hoy día sin la más mínima fundamentación filosófica».
Intereses partidistas
«La desaparición de la Filosofía me parece casi lo menos importante de esta nueva vuelta de tuerca de un proceso que viene de hace tiempo», manifiesta el articulista y filósofo Manuel Ruiz Zamora. «No desaparece completamente, son procedimientos que se van operando muy lentamente: desaparecen horas, se incorporan a otra materia… Eso simplemente es un síntoma de otra cosa que sí es ya mucho más preocupante, que es un proceso de voluntad de ideologización de las generaciones jóvenes a través de la enseñanza. Ya no se plantean disciplinas que puedan establecer distancia con la realidad de forma que se puedan plantear mecanismos de reflexión, sino disciplinas que simplemente convierten a los seres humanos en recursos productivos. En el caso español, además, de forma muy grosera. Porque, aunque es un proceso que se está produciendo en todas las sociedades, aquí, con el componente tradicional teológico, lo que se está haciendo es sustituir lo que era la antigua omnipresencia de la religión y la teología por cuestiones absolutamente ideológicas como es ecofeminismo, la ideología de género... Es un proceso de degradación profunda de la enseñanza que va más allá: son procesos de degradación profunda de las sociedades democráticas y del concepto de convivencia democrática, de ciudadanía. El tema de la desaparición de la Filosofía es un síntoma más de esa decadencia general. Se podría enmarcar el fenómeno en la mitologización de la ciencia, que es otro de los problemas. Se consideran que los “saberes científicos” por sí mismos pueden subvenir todas nuestras necesidades para comprender la realidad, lo cual es un profundo error. No obstante, revertir esto va a ser muy complicado porque tampoco hay alternativas políticas que planteen fórmulas distintas a lo que es también otra de las causas, las derivas psicopedagógicas absolutamente infantiloides».
«La Filosofía es la única materia que enseña a los jóvenes a pensar y reflexionar por sí mismos y a protegerles del adoctrinamiento y del dogmatismo, vengan estos del lado que vengan», concluye Inmaculada Murcia: «Si tuviésemos un poco de sentido cívico y fuésemos capaces de vez en cuando de situarnos por encima de los intereses partidistas, esta apología del pensamiento filosófico sería innecesaria».