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Cannes

Elvis vs. Bowie: empate a uno

Mientras Luhrmann apuesta por un personal biopic del cantante de Tupelo, Morgen lo hace por un documental sobre el icono del glam

Baz Luhrmann (izda.) y Austin Butler, en la alfombra roja de Cannes
Baz Luhrmann (izda.) y Austin Butler, en la alfombra roja de CannesJoel C RyanJoel C Ryan/Invision/AP

He aquí la historia de dos inventores de formas musicales que se han topado, fuera de concurso, con dos cineastas neobarrocos. En “Elvis” Baz Luhrmann explica el significado político de Elvis Presley(espléndido Austin Butler) convirtiéndole en un santo lascivo y superheroico enfrentado a su némesis, su mefistofélico agente, el coronel Parker (Tom Hanks, en un flagrante error de casting). En “Moonage Daydream”, meditación documental sobre la figura de David Bowie en clave cósmica, Brett Morgen factura un fascinante ‘film-collage’ con miles de imágenes de conciertos, películas y entrevistas, atravesadas por la voz del mítico cantante de “Modern Love”, “Changes” o “Space Oddity”.

Un fotograma de "Elvis"
Un fotograma de "Elvis"ImdbImdb

Luhrmann escoge como narrador de su biopic a Parker, el malvado de la función. Su relato no es de fiar, en tanto que fue el responsable de la mercantilización del icono Presley en forma de producto para todos los públicos, robándole su dimensión subversiva, que escandalizó a la reaccionaria América de los cincuenta con su mestizaje musical y la sexualización de sus actuaciones en directo. Esa visión sesgada del mito se contradice abiertamente con las imágenes, que retratan al narrador como un villano caricaturesco, y dibujan más a Elvis como a un concepto que como a un personaje. ¿Qué hay de falso y qué hay de auténtico en esta fantasía luhrmaniana? El director de “Romeo y Julieta” aprovecha la grieta de esa ambigüedad para revitalizar su estilo más característico -la multifragmentación del plano, la catarata de recursos expresivos al borde del síncope, los anacronismos- para sobreponerse a su objeto de estudio. A Luhrmann no le interesa tanto Elvis sino su visión, como cineasta, de los discursos contrahegemónicos de la cultura popular, desde la estilización de lo hortera a la celebración de lo ‘kitsch’. Tal vez la singularidad de la propuesta de Luhrmann decepcione a los fans de Elvis Presley, porque, al contrario que en “Moulin Rouge” o “El gran Gatsby”, la adecuación entre forma y fondo se encuentra con la iconicidad del cantante como principal obstáculo, pero este crítico agradece que Luhrmann disfrace su hagiografía con fuegos artificiales y vestidos de lentejuelas.

¿Y los fans de David Bowie? Porque “Moonage Daydream” es Bowie, puro y directo, en vena. Al principio, el prólogo puede engañarnos. ¿Acaso estamos ante una variación malickiana de la filosofía de Ziggy Stardust? Luego, el relato cronológico se impone, aunque los métodos de Brett Morgen lo camuflan con inteligencia. El universo de “Metrópolis” se mezcla con el de “Ashes to Ashes”, como si el documental fuera un viaje subjetivo al fondo de la mente creadora del cantante británico. ¿Cómo rendir homenaje al Bowie músico, poeta, pensador, Capricornio ascendente Acuario? Entendiendo, por ejemplo, que su yo bisexual, a principios de los setenta, anticipaba todo el discurso sobre la liberación de los códigos binarios de la identidad de género -léase las bases plenarias de la teoría ‘queer’- que ahora se ha convertido en normativo.

Un fotograma de "Moonage Daydream"
Un fotograma de "Moonage Daydream"ImdbImdb

Que sus metamorfosis musicales pero también de imagen conectaban con los espacios socioculturales que había decidido habitar, o diseñar, antes que nadie. Que su insaciable curiosidad por el mundo era inseparable de una cierta autoconsciencia de su diferencia, y que para que esa diferencia fuera productiva debía aislarse de ese mundo que tanto le fascinaba. Que verle y escucharle durante dos horas es un placer insondable. Que un documental tan generoso en su uso del material de archivo y en su trabajo de sonido y de montaje bien merece estrenarse en una sala de cine.