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“Black Panther: Wakanda Forever”, un precioso desastre en clave política

La secuela de la brillante primera incursión de Pantera Negra en el cine se estrena recordando al fallecido Chadwick Boseman en una secuela en la que solo brilla Tenoch Huerta
Angela Bassett, en el centro, en "Black Panther: Wakanda Forever" © 2022 MARVEL.
MARVELMarvel Studios
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Han pasado más de dos años. El 28 de agosto de 2020, el planeta Hollywood se estremecía con el fallecimiento de Chadwick Boseman, célebre por su papel de Black Panther en el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) y, en ese entonces, candidato a todo -incluso al Oscar- por su actuación en «La madre del blues». La esperada secuela de la película de 2018, uno de los hitos populares más importantes en la taquilla mundial, quedaba entonces paralizada y Disney, antes de emprender la senda del capital para retomar la franquicia, se reunió con el director Ryan Coogler: «Siempre supimos que sería una película sobre el duelo, sobre a qué estamos dispuestos a renunciar. Lo que no sabíamos es que sería un duelo tan doloroso», explicaba el verano pasado el realizador, quizá uno de los que mejor forma presenta en el panorama actual, al medio «Variety».
Representación futurista
Tras dos retrasos y varios problemas en el rodaje, Kevin Feige, mandamás del UCM y el propio Coogler decidieron seguir de la mano y levantar, casi en homenaje multimillonario, una secuela para honrar el legado de Boseman. Así, hoy llega a los cines la espectacular «Black Panther: Wakanda Forever», en la que se lidia con la muerte misma del protector africano a causa de una «extraña enfermedad» y en la que Shuri, su hermana menor interpretada de nuevo por Laetitia Wright es vista por todos como la más capacitada para heredar el traje de la pantera negra.
«El mero hecho de volver al mundo de Wakanda es increíble. Sobre todo por el impacto que tuvo la película en Estados Unidos. Hacerlo además, bajo estas circunstancias, exigía una especie de honor y de compromiso que, espero, hayamos sabido cumplir», explica a LA RAZÓN la misma Wright, que si tuviera que definir la secuela con una sola palabra diría «valiente». A su lado, y con muchas más ganas de hablar se sienta imponente el mexicano Tenoch Huerta, rostro familiar para los aficionados a las últimas temporadas de «Narcos» pero que aquí hace su gran debut en al UCM: «Este personaje, más allá de sus superpoderes, me atraía por ser un hombre sencillo con ideas claras. Sus motivaciones son profundas, pero no esconde a nadie sus intenciones. Cualquier espectador, esté de acuerdo con sus ideas o no, podría empatizar con su manera de pensar», explica risueño.
¿Y cuál es esa manera de pensar? En el precioso desastre de tres actos que termina siendo «Black Panther: Wakanda Forever», Huerta da vida a Namor, líder acuático de una civilización submarina, de linaje mesoamericano y oculta del mundo tras la barbarie durante la conquista de América. En el enésimo ejercicio de juicio por historiografía del cine estadounidense (por la razón que sea, casi nunca es su propia raíz la encausada), la película nos cuenta que los de su raza han evitado durante años el contacto con la superficie, como medida de protección gregaria, pero también para evitar el mal uso del vibranium. Esto es, exactamente el mismo material del que hace explotación exclusiva Wakanda y que ha permitido que se convierta en la nación más desarrollada.
De aquellos barros anti-vacunas, estos lodos negacionistas
Una de las principales dudas de Disney respecto a la continuidad de Pantera Negra en el cine era el quién. Tras meses de dudas, se decidió que la línea sería continuista y seguiría habiendo un Black Panther, respetando también en el UCM el fallecimiento de Boseman (en la foto). Todas las papeletas recaían entonces en Laetitia Wright. Así, todo parecía quedar en familia, hasta que empezaron a llegar los problemas en el rodaje de la secuela. Según informó «IndieWire», la joven actriz resultó un verdadero incordio para muchos de sus compañeros d, al exigir tiempos imposibles. Dicha filtración propició una campaña de odio que terminó con Wright borrando sus perfiles y con una revelación quizá mayor, que la relacionaba con una de las sectas ultra-conservadoras más radicales de Estados Unidos. Wright, según informaron varios medios especializados, también se habría negado a vacunarse y habría hecho proselitismo de ello en el set.
«Es obvio que Namor está inspirado en lo mesoamericano en general y en lo maya en particular, pero al final no deja de ser ficción y además futurista. La manera de explicarlo en la película es similar a la del afrofuturismo de la primera parte. Entonces no podemos decir que sea un retrato histórico como tal, o ni siquiera documental, por muy bien documentado que esté. Lo que sí creo es que hemos logrado una representación mucho más bella, más digna y más poderosa», explica sin miedo al jardín colonial Huerta. Y sigue: «Este pueblo en concreto no existe, pero sí se enmarca dentro de una nueva tendencia donde se están empezando a abrir y entender que las representaciones importan y que, sobre todo, se tienen que empezar a hacer desde las propias comunidades herederas de esa representación.Ryan (Coogler) levantó la primera película de manera espectacular, representando a muchísima gente, pero para esta segunda parte se ha rodeado de académicos, de expertos en la cultura maya. Mayahablentes, incluso. O sea que su aportación no es solo histórica y correcta en términos formales, sino que también aportaron luz sobre la cultura del día a día. ¿Es mejor la representación? Absolutamente, es maravillosa. Pero la película no es, ni pretende, ser un documento histórico», completa convincente.
Con la garantía de Angela Bassett (es posible que Disney apueste por ella como bala en los Oscars) y Lupita Nyong’o de nuevo en el reparto, la batalla entre los reinos de Wakanda y Talocan se convierte en la gasolina argumental de una película que quiere ser, a la vez, otras tres: una sobre el duelo, en la que Coogler brilla manejando las emociones, manipulando en el mejor sentido; otra sobre el trauma compartido, bien en el color de la piel o bien en la sangre, en la que el filme naufraga por pura incapacidad actoral de Wright; y una todavía más borrosa, en clave feminista y de sucesión, cuya música, que podría ser interesante, no se puede escuchar por culpa de la caja registradora. De nuevo, eso sí, entre Dave Jordan y Ludwig Göransson, la banda sonora brilla allá donde el apabullante diseño de producción le permite, con canciones originales de Rihanna, Stormzy o el descubrimiento de Foudeqush en “Con la brisa”.