Pedro G. Romero, del chorizo al flamenco y las checas
El artista andaluz invade el Reina Sofía con una antología en la que repasa las mil y una aristas de su carrera desde los años 80
Creada:
Última actualización:
Lo de Pedro G. Romero (1964) es digno de estudio. Pocos artistas habrá en el mundo capaces de vertebrar una carrera en la que encuentren acomodo las checas guerracivilistas de Barcelona, el «boom» de Rosalía, Goya, estampitas metálicas de la Virgen de la Macarena y chorizos de Cantimpalos. Ejemplos a años luz entre sí que, sin embargo, se integran en el todo de este hombre todoterreno de Aracena (Huelva). Editor, comisario, activista, pedagogo, cineasta... Las mil caras de «Pedrogé» desembocan en su vocación como artista.
«Lo suyo es otra forma de producir conocimiento», asegura Manuel Borja Villel, director del Museo Reina Sofía, donde presenta desde hoy su antología «Máquinas de trovar». Una muestra de la trayectoria de G. Romero en la que el hilo conductor es «el trabajo con los demás», comenta el protagonista: «Tiene que ver con la idea de que cualquier obra de arte está siempre participada por otro, de ahí la idea de máquina, ya que lo que realmente importa es que la estructura de las piezas sean una especie de puesta en acción de ideas, de materias. Esas máquinas son las que dan nombre a la exposición, que viene de un texto de Antonio Machado en el que compara la vanguardia moderna con el hacer de los cantaores del pueblo cuando componen un fandango», asegura sobre el «leitmotiv» de la retrospectiva (y de su historia).
Para empezar, una de esas máquinas, una prensa, es la encargada de dar la bienvenida a la exposición. Que sirve para denunciar la transformación de las guerras en dinero: se pone una bala en el centro y, con unas pocas vueltas al torno, el plomo de convierte en «una chapa con el anagrama papal», explica su autor.
De esta forma, el visitante se sumerge en los 40 años de su producción, aunque no se hayan podido recopilar todas sus piezas: «Ha habido un gran trabajo de localizar obras. Muchas han desaparecido o no sé dónde están por mi propio vagabundeo», confiesa el artista. Ese deambular es el culpable de que haya pisado casi todos los terrenos del arte: cine (en este recorrido se pueden ver las cintas «Nueve Sevillas», 2020, y «La farsa monea», 1917), música, artes plásticas y la escritura sin que le resultase algo extraño.
Entiende el museo contemporáneo como un archivo en el que unir una cantidad de documentación desperdigada por las salas, como muestra en «Archivo F. X.» y «Máquina P.H.», dos de sus instalaciones más conocidas. Da igual el género, Pedro G. Romero analiza los sucesos históricos, la vida, la circulación de imágenes, la iconografía sacramental, el gesto iconoclasta de las vanguardias artísticas del siglo XX y el arte moderno, los conceptos e imaginarios sobre las culturas populares, la economía, las políticas culturales o las formas de especulación urbana. Pero en el fondo de cada una de sus interpretaciones siempre está el flamenco. Es el punto de partida, el vehículo a través del que traza las conexiones más inverosímiles: «El flamenco es con lo que a los políticos se les llena la boca, el capital central de la cultura andaluza, pero, a su vez, está en los barrios del extrarradio, donde cohabita con la venta de drogas».
Pero, además de todo lo citado, es el gurú en la sombra de algunos de los principales nombres del panorama flamenco y musical español. La figura de este hombre de grandes dimensiones está detrás de Niño de Elche y de Israel Galván, muy presentes en la exposición, pero también aparecen sus consejos tras Soleá Morente, Christina Rosenvinge y hasta de Rosalía y de su «mal querer» de 2018.
- Dónde: Museo Reina Sofía, Madrid. Cuándo: hasta el 28 de marzo. Cuánto: 10 euros (entrada general).